?Ad¨®nde va Europa?
La respuesta a la crisis (desregulaci¨®n del mercado laboral, deflaci¨®n salarial, desempleo estructural, recortes presupuestarios, privatizaciones) vuelve a¨²n m¨¢s voraces a los mercados. La UE necesita otra estrategia
Despu¨¦s de Grecia, Irlanda. Despu¨¦s, probablemente Portugal. A continuaci¨®n, no lo sabemos. Lo que es seguro es que varios pa¨ªses est¨¢n amenazados por los mercados. Espa?a ya est¨¢ en el punto de mira. Pero con el debido respeto por los dem¨¢s, Espa?a no es lo mismo. Es la cuarta econom¨ªa de Europa (12% del PIB europeo), y es un peso pesado de la pol¨ªtica europea. La deuda espa?ola es efectivamente tres veces superior a la griega, su d¨¦ficit gira desde hace dos a?os en torno al 10% del PIB, y el desempleo, que afecta a todas las franjas de edad, se sit¨²a en realidad por encima del 20%. Si Espa?a recurriera al fondo de rescate europeo, eso abrir¨ªa tambi¨¦n y de manera inevitable el camino a acciones especulativas contra Italia y Francia, y significar¨ªa un giro decisivo para Europa.
Hay cuatro tareas concretas que podr¨ªan adoptarse con un gran efecto sobre los mercados
Alemania, tutora del BCE, no quiere o¨ªr hablar de "gobierno econ¨®mico". Y esa ser¨ªa la salvaci¨®n
La paradoja es que la estrategia europea de salida de la crisis mundial (desregulaci¨®n de los mercados de trabajo, deflaci¨®n salarial, desempleo estructural, restricciones presupuestarias, privatizaciones masivas), vuelve m¨¢s voraces a¨²n a los mercados que, de ahora en adelante, lo quieren todo y les parece que nunca se hace bastante. Esta estrategia, fundamentalmente recesiva, provoca un aumento leg¨ªtimo de las reivindicaciones sociales y pol¨ªticas, y da lugar a unas preguntas que las opiniones p¨²blicas ya comienzan a formularse espont¨¢neamente. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, expresa sin ambages este estado de ¨¢nimo: "Para Atenas, Madrid o Lisboa, se plantear¨¢ seriamente la cuesti¨®n de saber si les interesa continuar el plan de austeridad impuesto por el FMI y por Bruselas, o, al contrario, volver a ser due?os de su pol¨ªtica monetaria" (Le Monde, 23, 24 de mayo de 2010).
A¨²n no hemos llegado hasta aqu¨ª pero, si no cambiamos las reglas de juego, la divisi¨®n de la zona euro se volver¨¢ una hip¨®tesis seria. Pues est¨¢ claro que no podremos resolver esta crisis solamente con medidas restrictivas que apunten a las poblaciones m¨¢s expuestas (clases medias y populares), y menos a¨²n con unas medidas t¨¦cnicas vinculantes como las apoyadas por Alemania y Francia para activar el fondo de rescate. El presidente del Bundesbank alem¨¢n, Axel Weber, ha dado a entender, durante una visita reciente a Par¨ªs, que los 750.000 millones de euros deber¨ªan ser de todos modos aumentados si Espa?a recurriera al fondo. Lo cual no debe de haber gustado al ministro alem¨¢n de finanzas, Wolfgang Sch?uble, que, en una entrevista en Der Spiegel (8-11-2010), ha cortado a cuchillo en dos fases para quienes no las respetaran las l¨ªneas rojas de esta ayuda: durante la fase cr¨ªtica, prolongaci¨®n de vida de los cr¨¦ditos y, si eso no basta, los inversores privados deber¨¢n aceptar una depreciaci¨®n de sus pr¨¦stamos a cambio de garant¨ªas para el resto. Eso viene a ser lo mismo que agitar el capote delante de los inversores privados.
Estos han reaccionado inmediatamente poniendo de rodillas a Irlanda y cercando a Portugal, antes de se?alar a B¨¦lgica y a Espa?a. ?Cu¨¢nto falta para que pasen al ataque? El margen de confianza que conceden a los diferentes pa¨ªses de la zona euro ya es insostenible: Alemania encuentra compradores de sus bonos de una media del 2,7%, mientras que Espa?a los negocia en el mejor de los casos en torno al 5% y Portugal al 6,7%. Los pa¨ªses endeudados prestan pues a unas tasas cada vez m¨¢s prohibitivas y, si a veces logran ganar unos puntos, solo es porque el banco central compra unos bonos, cosa que no podr¨¢ durar mucho tiempo.
En realidad, asistimos a una verdadera guerra de los mercados contra los Estados. Cuando empez¨® la crisis, apunt¨¦ (La victoria de los mercados financieros, EL PA?S, 8-5-2010) que los mercados iban a someter a prueba la capacidad de resistencia de los Estados y de los movimientos sociales, y que, en caso de una debilidad probada de los europeos para definir una estrategia progresista com¨²n frente a la crisis, los inversores iban a incrementar su ventaja atacando frontalmente a los Estados m¨¢s fr¨¢giles. Objetivos: desregularizar a¨²n m¨¢s los mercados internos y exigir m¨¢s privatizaciones. Es exactamente lo que est¨¢ ocurriendo hoy. Lo que vemos en lo sucesivo ante nuestros ojos es una nueva contrarrevoluci¨®n social thatchero-reaganiana. La cuesti¨®n es saber si las sociedades europeas van a aceptarlo. Pero en este pulso, el estatus del euro es un test definitivo: ?ser¨¢ por fin puesto al servicio de la promoci¨®n de un modelo social sostenible o se volver¨¢ el vector de la destrucci¨®n de los restos del Estado de bienestar europeo?
A partir de ahora, el problema para Europa ya no es econ¨®mico, sino pol¨ªtico. Si las medidas t¨¦cnicas adoptadas no logran resolver las dificultades de los pa¨ªses europeos, ?veremos la divisi¨®n de la zona euro anunciada por Stiglitz? ?Y qu¨¦ forma revestir¨¢? ?Una zona euro reducida a seis, sin Espa?a? ?Una zona basada en el desacoplamiento entre una moneda ¨²nica para la pareja franco-alemana y algunos m¨¢s, y una moneda com¨²n para el resto? ?Un retorno a las monedas nacionales? Y en este caso, ?qu¨¦ ser¨¢ del mercado ¨²nico? Por supuesto, o¨ªmos cada d¨ªa a responsables pol¨ªticos afirmar que estas hip¨®tesis son impensables: ?pero estamos seguros de que controlan los flujos monetarios? ?No est¨¢n sometidos al un¨ªsono a los dictados de la Bolsa? Todo puede ocurrir.
En realidad, est¨¢ en juego el porvenir del proyecto europeo. Las reglas de funcionamiento del euro previstas por el Tratado de Lisboa entran cada vez m¨¢s en contradicci¨®n flagrante con las divergencias de desarrollo de los diversos pa¨ªses de la zona. Ning¨²n Gobierno se atreve aparentemente a poner en duda los dogmas que sostienen el Pacto de Estabilidad, aunque en lo sucesivo nadie los respete. Pero si queremos salvar el euro, hay que flexibilizar estas reglas. E incluso, tal vez cambiarlas. Es vital establecer, de ahora en adelante, una coordinaci¨®n fuerte de las pol¨ªticas econ¨®micas europeas, aunque Alemania, tutora del Banco Central, no quiere o¨ªr hablar de un "gobierno econ¨®mico". Aqu¨ª est¨¢ el coraz¨®n de la batalla para la supervivencia de la zona euro, y no en las solas medidas coercitivas previstas por el acuerdo adoptado el 28 de octubre en Bruselas.
Para relanzar Europa, esta coordinaci¨®n deber¨¢ afrontar al menos cuatro grandes tareas: 1) Una protecci¨®n del espacio monetario europeo, regulando efectivamente, como por cierto se hab¨ªa previsto en la reuni¨®n de la UE el 18-5-10, los Fondos de inversi¨®n alternativos y sobre todo los instrumentos ultraespeculativos (hedge funds, private equity, CDS). Eso supone que se pueden pedir explicaciones a Reino Unido para que ponga fin a la pol¨ªtica desestabilizadora de la City, principal plaza especulativa mundial. 2) Una mutualizaci¨®n de las deudas p¨²blicas europeas con la creaci¨®n de unos "bonos europeos" para los pa¨ªses endeudados que habr¨ªan recurrido al fondo de rescate. Para evitar que aumente la desconfianza de los mercados, Alemania debe aceptar que la activaci¨®n del mecanismo de rescate sea, bajo unas condiciones precisas, mec¨¢nico y no negociable cada vez, como es el caso ahora. 3) La realizaci¨®n de un pr¨¦stamo para financiar una gran pol¨ªtica p¨²blica europea de crecimiento, de creaci¨®n de empleo y de investigaci¨®n-innovaci¨®n, lo que supone una reforma de los estatutos del Banco Central. 4) Una armonizaci¨®n fiscal com¨²n de la zona euro apoyada con un refuerzo de los fondos de cohesi¨®n para los pa¨ªses en dificultades.
Estas medidas tendr¨ªan un efecto de arrastre prodigioso. Har¨ªan reflexionar a los inversores y crear¨ªan un impacto psicol¨®gico salvador para movilizar a los pueblos europeos. En realidad, la elecci¨®n es simple: o bien Europa saldr¨¢ de esta crisis reforzada y capaz de afrontar la nueva geopol¨ªtica de la econom¨ªa mundial oponiendo a los mercados un inter¨¦s general europeo, basado en unas estrategias cooperativas entre las naciones europeas, o bien, empantanada en sus ego¨ªsmos nacionales, acabar¨¢ por estallar en cenizas moribundas.
Sami Na?r es profesor invitado de la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. Traducci¨®n de M. Sampons.
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