Estamos locos

En las librer¨ªas anal¨®gicas entra cada d¨ªa un ej¨¦rcito de gente con el objetivo expreso de no comprar. Decimos que son no compradores activos porque antes de decidirse a no comprar hojean largamente el libro que no les interesa. Cabe suponer que este tipo de consumidor inverso, al llegar a casa, y cuando su c¨®nyuge le pregunta de d¨®nde viene, le responde que de no comprar unos libros. ?Y cu¨¢les no has comprado? Pues no he comprado el de Auster, ni el de Ken Follet ni el de Almudena Grandes, ni el de Vargas Llosa... No comprar fatiga mucho, sobre todo si te pasas una tarde entera no comprando a Cervantes, Tolst¨®i, Flaubert, Dostoievski, Kafka, Joyce... Creo que los libreros detestan a este esp¨¦cimen porque ocupa mucho espacio, utiliza el servicio y deteriora la mercanc¨ªa.

Las librer¨ªas digitales est¨¢n llenas, en cambio, de clientes cibern¨¦ticos cuyo deseo es adquirir nuevos t¨ªtulos para su iPad. Pero tampoco compran, en este caso porque el librero digital se resiste. Si usted lleva siete d¨ªas intentando descargarse, previo pago, un libro electr¨®nico y a¨²n no lo ha logrado, no es porque usted sea un idiota, cr¨¦ame. No nos atrever¨ªamos a decir qui¨¦n es el idiota, pero alguno o algunos hay. Resulta incre¨ªble que las editoriales m¨¢s grandes de nuestro pa¨ªs hayan creado una plataforma gigante de libros digitales cuyo objetivo parece ser el de no vender libros digitales. El problema es que lo disimulan porque usted no se da cuenta de que no quieren venderle hasta el quinto o sexto paso, o hasta la quinta o sexta librer¨ªa cibern¨¦tica. Entonces, cuando ya est¨¢ a punto de estrellar su iPad contra el suelo, llega el t¨ªpico cu?ado listo y le aconseja piratear el libro, que es coser y cantar. Si la famosa plataforma se ha creado en realidad para no vender, que se ponga de acuerdo con los no compradores del primer p¨¢rrafo.