Bel¨¦n la arma

Bel¨¦n Esteban no recuerda cu¨¢ndo perdi¨® la inocencia. No sabr¨ªa decir cu¨¢ndo torci¨® el gesto en esa mueca dolorida, apost¨® por desnudar su intimidad en p¨²blico y se convirti¨® en una estrella de la televisi¨®n. De la que sabemos todo. De la que todos hablan. En cuya intimidad nos chapuzamos. Que ha creado escuela y lenguaje. Cuyas proclamas, aventuras y desventuras a trav¨¦s del programa S¨¢lvame son una adicci¨®n diaria para m¨¢s de dos millones de espectadores. Con puntas de tres y cuatro millones. Depende de la carne que eche al asador. Andanzas que nutren otros programas rosas, amarillos y negros de su cadena y la competencia. Captan millones en publicidad. Alimentan revistas. Rebosan la Red. Y han logrado que su protagonista se convierta, seg¨²n Paolo Vasile (Roma, 1953), poderoso consejero delegado de Telecinco, el primer grupo audiovisual de nuestro pa¨ªs; su padrino, guardi¨¢n de los secretos de su contrato y proveedor de gominolas de colores espolvoreadas de az¨²car, "en un fen¨®meno social; en un personaje muy rico e inteligente que ha proporcionado este a?o una rentabilidad muy importante a esta cadena. Nos gusta que est¨¦ en nuestras vidas y diga lo que quiera. Tiene total libertad. Y pueden ocurrir muchas m¨¢s cosas en torno a ella".

"Mi car¨¢cter se ha endurecido. Pero no me arrepiento. Me he adaptado. Me la he jugado. Me he visto en medio de esto y soy necesaria para sacar adelante a mi familia"

"Nunca he sido manejada y menos a¨²n en mi trabajo. La televisi¨®n te ofrece y t¨² eliges. No le doy explicaciones a nadie"

"Lo que mata no es el ¨¦xito. Mata el fracaso. De ¨¦xito no ha muerto nadie. Al menos, yo no lo conozco", afirma Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco

"Llevo diez a?os en televisi¨®n. Es mi trabajo. No tendr¨¦ la carrera de periodista ni ning¨²n m¨¢ster como otros, pero tengo el cari?o del p¨²blico"

"Mi hija Andrea es muy lista. Le he explicado que tenemos que aprender a vivir con esto. Y no ve nada de esto en la tele. No la dejo, de ninguna manera"

"Bel¨¦n Esteban es la quintaesencia de la degradaci¨®n del discurso televisivo, donde no triunfa el que razona sino el que se impone", dice el catedr¨¢tico Gerard Imbert

"Yo misma me aburro de m¨ª. El tiempo que voy a estar aqu¨ª no pasa de cuatro ni de tres a?os. Y como me quede embarazada lo dejo ma?ana mismo"

-?No teme que se convierta en un juguete roto?

-Lo que mata no es el ¨¦xito, es el fracaso. De ¨¦xito no ha muerto nadie. Al menos, yo no lo conozco.

Bel¨¦n Esteban no recuerda cu¨¢ndo empez¨® a cambiar. "Hace 10 a?os no era como ahora. Era vergonzosa; me callaba; me aguantaba. Era la ni?a peque?a, la hermana peque?a, la hija peque?a; mi padre me adoraba. No crec¨ª. Hasta que todo cambi¨®. Hay una evoluci¨®n que yo creo que es normal: Cuando te dan palos y hacen da?o es cuando te espabilas y aprendes a pensar mal de la gente; te haces mala; si no, te comen. Ahora soy fuerte.

-?C¨®mo pensaba que iba a ser su vida?

-Nunca supe qu¨¦ iba a hacer. A qu¨¦ me iba a dedicar. No me lo planteaba. Era regular en los estudios, pero termin¨¦ la EGB. Pens¨¦ en un momento en ser monja. No s¨¦... pensaba tener una familia; ser ama de casa, salir con mi marido los domingos...

-?No se siente manejada?

-Nunca he sido manejada, y menos en mi trabajo. La televisi¨®n te ofrece y t¨² decides. Nadie se mete en mi vida. No le doy explicaciones a nadie; ni a mi madre. Y mi marido, el pobre... Tomo mis decisiones. Sin consultar. Solo en cuesti¨®n de dinero, con mi representante. En esto, tienes que tener las ideas claras. El problema es que soy muy sentida y lo paso mal. Los que est¨¢n critic¨¢ndome todo el santo d¨ªa no aguantar¨ªan tanta injusticia. Lo que dicen de m¨ª... que soy lo peor. Y van donde la tumba de mi padre y echan arena para decir que la tengo abandonada. Es dif¨ªcil relativizar cuando te atacan. El otro d¨ªa le solt¨¦ a otro colaborador en un pasillo que era un pedazo de hijoputa porque hab¨ªa dicho que soy una mala madre. ?C¨®mo me voy a callar!

-Ya no es aquella persona que fue...

-Es que tengo delante de mi casa un coche con fot¨®grafos de d¨ªa y de noche. Me meten las c¨¢maras en la cara. Nunca me ha llamado un periodista para contrastar. ?Nunca! Yo vendo lo que quiero. Es mi vida. Y hago con ella lo que se me pone. Mi car¨¢cter se ha endurecido. Pero no me arrepiento. Me he adaptado. He sido arriesgada. Me la he jugado. He nacido con estrella. Me he visto en medio de esto y soy necesaria para sacar adelante a mi gente, y me enorgullece ganar para ellos. Yo mantengo a mi familia y a la otra. Tengo dos hermanos, mi abuela, mi madre... dependen de m¨ª. Estoy orgullosa. Y gracias a ellos no me he vuelto loca. Sino, loca perdida.

-?Sufre su hija con ese circo televisivo?

-Mi hija es muy lista. Le he dicho que tenemos que aprender a vivir con esto. Y no ve nada de nada de esto. No la dejo. Y cuando voy con ella por la calle no me paro a las fotos. En el cole le dicen cosas. Y se agobia. Pero no sabe nada de esto. Su madre est¨¢ con ella. No le falta nada.

La primera imagen en movimiento de Bel¨¦n Esteban perdida en el archivo del coraz¨®n es de 1998. Era una veintea?era silenciosa, dulce y modosa; sin estilismo, maquillaje ni peluquer¨ªa; ataviada con una blusita ros¨¢cea con el apresto de reci¨¦n estrenada. En ese primer v¨ªdeo aparece un metro detr¨¢s de su pareja de aquel momento, el padre de su hija, el cat¨®dico torero Jes¨²s Janeiro Baz¨¢n (Jesul¨ªn de Ubrique); Bel¨¦n tiene la cabeza gacha, los brazos cruzados sobre el pecho y una expresi¨®n de incomodidad, mientras musita hecha un ovillo: "A m¨ª no me pregunten nada; no, de verdad; no me pregunten nada". Delante, el matador sonr¨ªe y responde con gracejo y ceceo gaditano. Bel¨¦n permanece atr¨¢s. No hay contacto entre ambos. Durante aquella primera historia de amor retransmitida en directo, las ¨²nicas fotograf¨ªas en que se contempla a la pareja tibiamente enlazada pertenecen a un reportaje que vendieron a la revista Hola en enero de 1999. Anunciaban que iban a ser padres: "Es un hijo muy querido y ser¨¢, por tanto, muy bien recibido", dec¨ªan. Sesentai¨²n n¨²meros m¨¢s tarde (y solo cuatro despu¨¦s de la exclusiva del bautismo), en marzo de 2000, Hola anunciaba en portada: "Crisis en la relaci¨®n de Jesul¨ªn de Ubrique y Bel¨¦n Esteban". Un Gran Hermano con ella de protagonista.

Aquellas im¨¢genes de Bel¨¦n temerosa ante las c¨¢maras de televisi¨®n en 1998 iban a ser las primeras. Su bautismo de fuego. Vendr¨ªan miles m¨¢s. Sin embargo, las que conserva con m¨¢s nitidez no est¨¢n grabadas. Son las de aquel 18 de marzo de 2000 en que rompi¨® con Jesul¨ªn de Ubrique y abandon¨® como una hero¨ªna rom¨¢ntica con su hija en los brazos la casa palacio del torero en Ambiciones, una finca de 300 hect¨¢reas cercana a la localidad de El Bosque (C¨¢diz) a la que da nombre el toro con el que debut¨® con caballos y al que cort¨® ambas orejas en Ronda. Ambiciones. Muchos guionistas de telenovela latina hubieran matado por acu?ar un nombre tan dram¨¢tico. Bel¨¦n ten¨ªa 26 a?os. Con el gesto de abandonar esa casa iniciaba una nueva vida; que con el tiempo se iba a convertir en una mezcla de follet¨ªn y reality show manufacturado por los programas del coraz¨®n. Con cap¨ªtulos bien producidos. Y su correspondiente dosis de intriga en directo para comprometer al cliente a consumir una nueva entrega del show de Bel¨¦n. Es lo que los americanos denominan cliffhanger: dejar al protagonista colgado al borde del precipicio para ver qu¨¦ ocurre en el siguiente cap¨ªtulo. Si se despe?a o, por el contrario, sobrevive para seguir dando d¨ªas de gloria a la televisi¨®n. Hay espectadores que sue?an con que Bel¨¦n se caiga por el barranco y otros desean que se salve. Quieren ver su ascensi¨®n o su derrumbe en directo. Es uno de los secretos de su ¨¦xito.

Su vida, empaquetada y lista para el consumo. En horario de tarde y noche. Y con repeticiones en los canales tem¨¢ticos. Ocho horas al d¨ªa. Y con p¨²blico en directo que jalea y abuchea sus andanzas como en una comedia de situaci¨®n. "Bel¨¦n tiene una importante capacidad narrativa. Lleva una d¨¦cada contando la misma historia y la sabe dosificar; siempre descubres un detalle nuevo que te deja pegado al televisor. Es una gran narradora", explica Jorge Javier V¨¢zquez, su ¨¢lter ego, socio, consejero y presentador de S¨¢lvame, el programa en el que ambos trabajan, ideado por La F¨¢brica de la Tele (una de las j¨®venes y brillantes productoras de confianza de Paolo Vasile). V¨¢zquez, de 40 a?os, licenciado en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, amante de la literatura del XIX y muy influido por el medio dram¨¢tico, es la persona que mejor mueve los hilos de Bel¨¦n Esteban. Su profesor Higgins: "Bel¨¦n sabe c¨®mo y cu¨¢ndo contar su historia. Lo hace a la perfecci¨®n. Y en el ¨²ltimo a?o se ha profesionalizado; ha dado un registro m¨¢s amplio a su personaje. Ya no es solo alguien del coraz¨®n. Se la puede llevar a un programa. Da espect¨¢culo. Es una esponja; integra su discurso en la trama, sabe cu¨¢ndo y c¨®mo mirar a la c¨¢mara; le est¨¢ dando muchas vueltas para mejorar. Y es mucho m¨¢s divertida. La cuesti¨®n es que tambi¨¦n tiene m¨¢s presi¨®n. Se ha profesionalizado. Est¨¢ obligada a generar audiencia. Ya no es un florero del coraz¨®n. Y es heroico que todo el mundo la conozca, sepa sus intimidades y, encima, aguante esto cuatro d¨ªas a la semana. Tienes que valer.

"Sal¨ª de Ambiciones a los siete meses de mi?hija Andrea", recuerda Bel¨¦n Esteban. "Pens¨¦: 'Me separo'. Estaba hasta el co?o. No era feliz. Quer¨ªa ser feliz. Pod¨ªa seguir all¨ª; vivir como una se?ora, pero no aguantaba. Tuve una discusi¨®n y me fui. Con lo puesto. No me llev¨¦ nada. Lo que me dio tiempo a echar en la maleta y mi hija en brazos. Estaba destrozada. Alguien nos llev¨® a la estaci¨®n. No paraba de llorar. Me fui a C¨®rdoba, a casa de unos amigos que son como mis padres, y de all¨ª, a Madrid. Volv¨ª a casa de mis padres con mi hija. Llego y pienso: '?Ahora qu¨¦ hago?'. Desde jovencita, antes de irme con Jes¨²s al campo, hab¨ªa trabajado limpiando, haciendo enchufes, en un burger, cuidando ni?os. Los hijos le d¨¢bamos a mi padre todo lo que gan¨¢bamos. No nos sobraba. Mi madre fregaba y mi padre era pintor de brocha gorda. Pero ya no era tan f¨¢cil volver a trabajar en esas cosas. Ahora me conoc¨ªa la gente. Hice una exclusiva con el Hola que me pagaron muy bien para ir tirando y me sali¨® lo de la televisi¨®n con Mar¨ªa Teresa Campos. Al principio me acompa?aba mi t¨ªa a los estudios y yo ten¨ªa miedo de soltar palabrotas. Me cortaba. Pero aprend¨ª y no me fue mal. Llevo 10 en la televisi¨®n. Es mi trabajo. No tendr¨¦ la carrera de periodista ni un master, pero tengo el cari?o de la gente".

La vida televisada de Bel¨¦n Esteban (y sus compa?eros de oficio) es un producto ambiguo donde conviven realidad y ficci¨®n. S¨¢lvame rompe intencionadamente los l¨ªmites entre lo real y lo imaginario; tiene los ingredientes de un informativo televisivo, con su redacci¨®n, documentaci¨®n, testigos y conexiones en directo; la descarada inmersi¨®n en la intimidad de la telerrealidad. La trama, el suspense y los personajes maniqueos de un follet¨ªn; los debates elevados de tono de un talk show; la intensidad de un docudrama; la desfachatez de un programa de hora golfa; el cruel cotilleo de un espacio rosa. Y la modernidad neotelevisiva de crear una interacci¨®n continua con el televidente. Todo bien cocinado. Hasta convertirlo en un compacto potaje. Bien producido, iluminado, decorado y dirigido, y donde es dif¨ªcil saber si lo que contemplas est¨¢ pasando, est¨¢ guionizado o es fruto de la teatralizaci¨®n de los personajes que participan en ¨¦l. Todo con la anuencia del televidente. Un p¨²blico mayoritariamente femenino, adulto y de estatus medio y bajo. Incapaz de asegurar si lo que est¨¢ ocurriendo en el plat¨® es verdad o mentira. Pero que se divierte. Y le hace compa?¨ªa. "Y que haga compa?¨ªa es el papel m¨¢s importante de la televisi¨®n", sentencia Paolo Vasile. "En ese momento la televisi¨®n cumple su papel. Iremos al infierno (en el cielo no me encontrar¨ªa a nadie conocido), pero lo mejor y m¨¢s humano que hacemos en este negocio es hacer compa?¨ªa a la gente. Bel¨¦n lo logra".

Es el nuevo coraz¨®n. La evoluci¨®n de las especies. La realidad dramatizada de los famosos de la cr¨®nica rosa. No hay gui¨®n, pero s¨ª autosugesti¨®n. Cada personaje dice lo que quiere... y lo que debe. Act¨²a como supone que debe actuar respecto a su clich¨¦ televisivo: ya sea el gal¨¢n, la prostituta, la periodista en decadencia, el malvado o la justiciera. Cada uno es consciente de sus registros. Tiene la inspiraci¨®n de su presente y su pasado. Y los puede reescribir tantas veces como quiera. A?adiendo nuevos elementos al relato. Hasta el infinito.

Son ellos, pero no son ellos. Es una extra?a suerte de desdoblamiento de personalidad. Cada uno de estos fen¨®menos televisivos aguanta sobre la chepa el peso de su personaje. Y le resulta complicado librarse de ¨¦l. Algunos llegan a cre¨¦rselo. Para un ejecutivo de la televisi¨®n: "Un personaje del coraz¨®n es diferente a un actor. El actor renuncia a su personalidad para meterse en un papel durante un tiempo determinado. Y recupera su personalidad cuando gritan ?corten! El personaje de televisi¨®n no puede anular el personaje que ha creado. Tiene su nombre y apellido. Y sigue siendo ese personaje cuando se apagan los focos. El personaje nunca se desprende de su personaje. Vive un continuo combate. Es como Superman: imagine que Clark Kent est¨¢ en su peri¨®dico y hace un d¨ªa de perros y tiene mucho trabajo, pero ve que un ni?o se va a caer por la ventana y, aunque no le apetece, le sale el Superman que lleva dentro. Y se pone el traje. Act¨²a como Superman. Y salva al ni?o. No interpreta. Es ¨¦l. En la televisi¨®n es lo mismo. Los protagonistas nunca se desprenden de su personaje; hablan como ¨¦l e insultan como ¨¦l. Y si va mal el programa en que trabajan, su responsabilidad es superior a la de un actor, que se limita a interpretar un guion. En un programa como S¨¢lvame, el personaje entra en una dimensi¨®n paralela a su vida. Dice lo que cree que alguien como ¨¦l deber¨ªa decir. Hay que estar dentro".

Se trata de dar espect¨¢culo. La televisi¨®n es un show. Donde siempre hay que dar un paso adelante. Si no, pierdes tu empleo. Es el primer mandamiento de los colaboradores del teatro del coraz¨®n. Si no das juego, a la calle. Y llega otro. Una espada de Damocles diaria que les provoca una enorme ansiedad. "Cuando Bel¨¦n ve que alguien destaca m¨¢s que ella en el plat¨® se mosquea y reacciona con m¨¢s fuerza", me dice un directivo del programa. En ese sentido, las productoras se afanan en descubrir nuevos/viejos valores para alimentar sus realities rosas. La caducidad de sus protagonistas la marca la audiencia. Sus expulsiones, como las de un Reality show, son decididas por los espectadores. Cada ma?ana, los profesionales de la televisi¨®n reciben el veredicto del p¨²blico junto con el caf¨¦. Saben c¨®mo han reaccionado los espectadores minuto a minuto ante sus programas. Qu¨¦ funciona. Y obran en consecuencia. "La televisi¨®n es dur¨ªsima", explica Mikel Lejarza, que a lo largo de su carrera ha dirigido Antena 3, Telecinco y Euskaltelebista y ahora preside Antena 3 Films: "Cada d¨ªa a las ocho te encuentras con las notas. Es como si cuando escribieras un art¨ªculo supieras unas horas despu¨¦s que en el primer p¨¢rrafo se han desenganchado los ni?os; en el segundo, los viejos; en el tercero, los universitarios, y en el cuarto, los habitantes de ciudades de menos de 50.000. Es posible que escribieras diferente. Tal vez escribieras lo que quiere la audiencia que escribas". Paolo Vasile reconoce la enorme presi¨®n de la industria televisiva sobre sus moradores. ?l afirma que se alimenta de "estr¨¦s". "La televisi¨®n no es una adicci¨®n, pero hay que estar enfermo para trabajar en ella. El estr¨¦s en televisi¨®n es como la uva para hacer un buen vino. Imprescindible. Hay que ser muy resistente. Yo existo porque resisto. El estr¨¦s es mi pan de cada d¨ªa. En Telecinco te alimentas de estr¨¦s. Hay que llegar m¨¢s lejos. Ser los mejores. Sin estr¨¦s me quedo con hambre".

El show de Bel¨¦n funciona. No tiene visos de concluir. En su laboratorio de ideas los productores ejecutivos (?scar Cornejo y Adri¨¢n Madrid, dos tipos listos e irreverentes, en torno a los 40) preparan futuros episodios de su personaje. La metamorfosis no es f¨¢cil. Bel¨¦n trabaja sin guion. Dice lo que le sale. Y, por ahora, funciona. "Nunca voy a las reuniones de escaleta con los directores, donde dicen qu¨¦ temas vamos a tratar. Prefiero no saberlos. Sobre todo si tienen que ver conmigo. Prefiero enterarme en el plat¨® y saltar como me lo pida el cuerpo. A veces, cuando me entero, me tengo que morder la lengua hasta sangrar para no saltar como una fiera".

Es un estilo muy rentable. El 20 de diciembre de 2009 logr¨® alcanzar una cuota de pantalla del 26% (en un momento en que la media diaria de la cadena nacional que lidere el d¨ªa est¨¢ en torno al 16%) gracias a las 3.147.000 personas que sintonizaron el programa para contemplar la profusa cirug¨ªa est¨¦tica que se hab¨ªa practicado en el rostro. "A la gente le gustan los culebrones y?ten¨ªan la expectativa de la operaci¨®n", explica Carlota Corredera, codirectora de S¨¢lvame junto a Ra¨²l Prieto. "A los espectadores les gusta verla sufrir, pero tambi¨¦n les engancha que luche por ser feliz. Y esa noche las preguntas eran: ?habr¨¢ quedado bien? ?Estar¨¢ guapa? ?Lograr¨¢ por fin cenicienta ser princesa? Bel¨¦n levanta audiencia. Eso es innegable. Las cosas que le pasan y c¨®mo las cuenta interesan a la gente".

Lo curioso de ese fen¨®meno televisivo es que un a?o despu¨¦s su ¨¦xito no ha remitido. Un milagro en un medio donde un 80% de los estrenos no supera las expectativas de cuota de pantalla y pasan en horas al olvido. Por el contrario, en las ediciones de S¨¢lvame de la noche del 8 y del 15 de octubre de este a?o, los ¨ªndices de audiencia se elevaron 10 puntos sobre la media del programa en torno al relato de las infidelidades del marido de Bel¨¦n Esteban, Francisco ?lvarez G¨®mez (simplemente, Fran, para la industria). Un relato que coloc¨® a Telecinco como l¨ªder de audiencia en la noche de los dos viernes. Y, adem¨¢s, en la preciada franja de prime time; 3.031.000 contemplaron esa noche c¨®mo Fran confesaba sus amor¨ªos. Y 2.863.000, c¨®mo Bel¨¦n le perdonaba siete d¨ªas m¨¢s tarde. Para cerrar el tri¨¢ngulo, 1.826.000 espectadores ya hab¨ªan presenciado c¨®mo la amante de Fran levantaba la liebre en DEC, un programa del coraz¨®n de Antena 3. Las r¨¦plicas del se¨ªsmo Bel¨¦n hab¨ªan llegado a su competencia. Negocio para todos. De hecho, en la misma cadena de Bel¨¦n Esteban, otros programas del ramo, creados por otra de las productoras de confianza de Vasile (Mandarina), se retroalimentan y exprimen el fil¨®n dando cobijo al sector duro de la oposici¨®n a Bel¨¦n Esteban. "Esto es como la Coca y la Pepsi; no es una guerra artificial. Cada productora va a lo suyo, a lograr audiencia", explica un ejecutivo de la cadena. M¨¢s espect¨¢culo. M¨¢s madera. Y ella, de los nervios.

?Por qu¨¦ engancha Bel¨¦n Esteban a la audiencia? Es la pregunta del mill¨®n. "En televisi¨®n nunca sabes lo que va a funcionar. Es una apuesta imprevisible. Una moneda que tiras al aire", razona Adri¨¢n Cornejo, productor ejecutivo de La F¨¢brica de la Tele. Tres respuestas desde polos distintos. La primera, de uno de los compa?eros de plat¨® de Esteban, Kiko Matamoros, de 54 a?os; ex modelo, ex director comercial de una f¨¢brica de zapatos, ex representante de artistas y, desde hace una d¨¦cada, un personaje televisivo cuyo papel es representar al individuo fronterizo: "En un mundo que se mide por lo que tienes, por lo que cobras, somos los listos, los triunfadores; d¨®nde te van a pagar 3.000 euros por estar unas horas sentado en un plat¨®, con la que est¨¢ cayendo. Nos admiran. El problema es que te metes en esto y no sales. Es peligroso, porque no es lo mismo estar jugando en el c¨¦sped que estar sentadito en el anfiteatro grit¨¢ndole a Guti c¨®mo debe jugar. Abajo tienes que meter goles. Para eso te pagan. El segundo an¨¢lisis es del propio Paolo Vasile: "El fen¨®meno de Bel¨¦n es como la pel¨ªcula Forrest Gump, que demuestra que las personas corrientes pueden llegar a ser protagonistas de la historia. Ella tiene una demagogia sin maldad. Es una peronista espont¨¢nea. No es que tenga grandes conocimientos; pero es inteligente; observa el mundo y lo interpreta. Todo lo que ve lo relaciona con su familia y su entorno. Habla de cosas reales desde su experiencia. Si habla de la sanidad o del paro est¨¢ pensando en sus hermanos; y si habla de vivienda, habla de su amiga Mariv¨ª, que lleva a?os pagando su casa y la cooperativa no ha puesto un ladrillo. La gente se reconoce en Bel¨¦n. As¨ª de sencillo".

El catedr¨¢tico de Derecho Audiovisual Gerard Imbert, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y prol¨ªfico analista del medio, es muy cr¨ªtico con el modelo Esteban: "Por la violencia verbal y gestual que exhiben ese tipo de personajes para imponerse al resto. Bel¨¦n Esteban no es un fen¨®meno aislado, es la quintaesencia de la degradaci¨®n del discurso televisivo, de la trivializaci¨®n del discurso p¨²blico, y, como tal, est¨¢ dentro de la l¨®gica de un medio que tiende a espectacularizarse cada d¨ªa m¨¢s, pasando de la espectacularizaci¨®n de los objetos al manejo descarado de los sujetos para conseguir audiencia. En televisi¨®n no triunfa el t¨ªmido, el que razona, sino el que se impone. Eso es fascismo". ?Por qu¨¦ triunfa Bel¨¦n Esteban? Para Imbert, la Esteban fascina al espectador "porque se permite hablar de lo que quiere y como quiere. Sin l¨ªmites. No tiene reglas. Echa todo fuera como una vomitona. Tiene un discurso excesivo que se basa en la descalificaci¨®n del otro. Y lo hace con un estilo machista. Esa vieja idea espa?ola de tener cojones. Con Bel¨¦n Esteban, la televisi¨®n ha creado un personaje que es ambivalente; que tiene rasgos muy femeninos (la madre coraje) y tambi¨¦n muy masculinos (el uso de la fuerza). Bel¨¦n es una madre capaz de matar por su hija. Y en ese discurso descolocado, la violencia se convierte en leg¨ªtima. Un discurso que hacen suyo otros personajes de esos programas. Todos matar¨ªan por sus seres queridos. ?Y la ley d¨®nde se queda? El fin justifica los medios. Ese es el mensaje de Bel¨¦n Esteban. Y fascina a la audiencia".

En 1965, el periodista estadounidense Gay Talese public¨® un perfil en la revista Squire con el t¨ªtulo Sinatra est¨¢ resfriado que se ha convertido en uno de los referentes del periodismo contempor¨¢neo y relata los cambios de humor del caprichoso ¨ªdolo de masas Frank Sinatra, alabado por su entorno hasta la n¨¢usea. De Bel¨¦n Esteban se podr¨ªa escribir algo similar. De su ¨¢nimo cambiante y la adulaci¨®n que la rodea. Se podr¨ªa titular Bel¨¦n tiene anginas (porque no para de hablar y de fumar). Bel¨¦n tiene dolor de tripa (porque se ha puesto ciega a fabada). Bel¨¦n est¨¢ mareada (porque tiene la tensi¨®n baja). O, simplemente, Bel¨¦n no tiene ganas. Conseguir unos minutos de su tiempo es complicado. Consigues frases al vuelo; palabras sueltas; pedazos de conversaci¨®n. Concretar es otro cantar. Puedes tener una cita y otra y otra y que no aparezca. Si algo no le apetece, no lo hace.

A Vasile le gusta repetir: "La verdad no existe; nada de lo que se ve en televisi¨®n lo es. En todo caso, buscamos la verdad". En el estudio de Telecinco donde se fabrica S¨¢lvame la afirmaci¨®n del patr¨®n se cumple. A corta distancia, todo es m¨¢s cutre, feo, vulgar y ficticio que en pantalla. Quiz¨¢ sean los focos, ese mediod¨ªa perpetuo que tensa la piel como la de un tambor. Los cambios de temperatura. O las cuatro horas de infinito directo en las que hay que sostener la tensi¨®n esc¨¦nica. A los 30 minutos, uno experimenta un curioso jet lag. Es dif¨ªcil saber c¨®mo aguanta el presentador. "Hago un Hamlet diario", presume. Se alimenta de estr¨¦s.

S¨¢lvame naci¨® en marzo de 2009 como un programa surgido de la crisis econ¨®mica y televisiva. Condicionado por la vertiginosa ca¨ªda de la inversi¨®n publicitaria en los dos ¨²ltimos a?os y la fragmentaci¨®n de la audiencia entre 40 canales en abierto. "En 2005, una cadena consegu¨ªa el liderazgo anual con un 22,4% de cuota de pantalla, y hoy, apenas el 15%", explica el investigador Eduardo Garc¨ªa Matilla. S¨¢lvame, el show de Bel¨¦n, se demostrar¨ªa un buen invento. Un programa barato que arrastra audiencia a lo largo de la tarde y la deposita a las puertas del valioso prime time. Un contenedor fabricado a partir de otros formatos y que es l¨ªder en su franja horaria, por un precio 15 veces menor que una serie de ficci¨®n como Hispania o ?guila Roja. Y da que hablar.

En torno al plat¨®, una fr¨ªa galer¨ªa, gris, desastrada y mal iluminada, es el otro escenario donde las estrellas del nuevo coraz¨®n (o la nueva telerrealidad) sofocan su ansiedad en los descansos publicitarios aspirando nicotina con la desesperaci¨®n de un reo. Y consumiendo comida basura. Esteban no para de fumar. Camina con chuler¨ªa. Abrazada a su bolso de Loewe. Oscila sobre sus alt¨ªsimos tacones. Es un manojo de nervios. No sonr¨ªe. Tiene los ojos entornados. Habla alto. Est¨¢ muy delgada, tiene unas caderas escurridas, el pecho prominente y el rostro del que ha vivido demasiado deprisa. Cada arruga, apenas camuflada por la cirug¨ªa, resume un cap¨ªtulo de su trayectoria.

Ha comido potaje de espinacas, un filete de lomo y un caf¨¦ solo. Se acaricia el vientre satisfecha. El lugar elegido para nuestra conversaci¨®n es la peluquer¨ªa. Ocupo una silla baja de manicura a su lado. La maquillan. Primero, un espeso engrudo color ladrillo. Luego, el retoque fino. El ment¨®n, las mejillas, las ojeras. Tiene un gesto de profundo cansancio. Posiblemente producto de una diabetes a la que parece no prestar especial atenci¨®n: "Esto es una paliza; aunque la gente piense que no lo es. F¨ªsica y mental. Y luego los disgustos. ?Por qu¨¦ hablan de mi vida? Mi vida es m¨ªa".

-?Qu¨¦ cosas buenas tiene su trabajo?

-El dinero; y lo malo, estar todo el d¨ªa en boca de la gente. Mienten sobre ti y lo denuncias a la justicia y no pasa nada, y siguen mintiendo. Es acojonante.

-?Su familia no le dice que lo deje?

-Mi familia sabe lo que es la tele, pero no sabe lo que es esta vida. Las zancadillas y las injusticias. Solo conoce una parte. No es un mundo bueno. Y yo llevo en esto 10 a?os... Pero est¨¢ muy bien pagado.

-Usted desnuda su vida por dinero...

-Yo vendo mi vida cuando quiero, porque es mi vida.

-?Nunca hace autocr¨ªtica?

-?Nunca! Ni de co?a. Al que no le guste, que cambie de canal.

-?Piensa en dejarlo?

-Aunque me quite de en medio voy a estar siempre perseguida. Haga lo que haga se van a meter conmigo. Soy pol¨¦mica, no me callo; digo lo que pienso. Cuando lo crea oportuno me ir¨¦. Pero quiero tener mi vida estabilizada. Ahora no puedo.

-?A qu¨¦ se dedicar¨¢?

-Quiero ser ama de casa. Que trabaje mi marido en un negocio que montemos. Una cadena de bares. Y yo, ech¨¢ndole una mano, poniendo botellines y barriendo la terraza. Yo soy muy normal, aqu¨ª donde me ves.

-?No teme que el p¨²blico se aburra?

-Yo misma me aburro de m¨ª. El tiempo que voy a estar aqu¨ª no pasa de cuatro ni de tres a?os. Y como me quede embarazada lo dejo ma?ana mismo.

A lo largo de nuestra conversaci¨®n, Bel¨¦n Esteban repite que es una persona normal. Lo remacha mil veces. No lo es. Y es dif¨ªcil que llegue a serlo. Sabemos demasiado de ella. Una fuente an¨®nima de su cadena explica: "Diga lo que diga, a Bel¨¦n le afecta todo. Est¨¢ muy pendiente de lo que se dice de ella. Es una hemorragia interna. Sufre mucho. No sabe ser feliz. Tiene miedo de lo que digan. Tiene miedo de defraudar y de empalagar. Le falta un punto de madurez. No acepta no ser querida. Y si est¨¢s todo el d¨ªa en televisi¨®n y no aceptas las cr¨ªticas, tienes un problema grave. Porque los complejos se agudizan cuando te ven tres millones de personas. El problema es que si te enganchas a esto, si pruebas el veneno de la vanidad que da la televisi¨®n (y la pasta), es dif¨ªcil dejarlo. Los personajes de la tele solo escuchan lo que quieren escuchar. Se acostumbran al aplauso. Ella es nuestra ni?a consentida... mientras d¨¦ juego".

Bel¨¦n Esteban comienza a cansarse de la televisi¨®n podr¨ªa ser el t¨ªtulo. "Pero tiene dif¨ªcil dejarla", analiza un ejecutivo televisivo de la competencia. "La tele es el negocio donde m¨¢s r¨¢pido te puedes hacer rico y famoso. Es una f¨¢brica de vanidades. Produce en los que trabajamos en ella la dependencia de una droga. Y cuando dejas de salir te vuelves loco. Se desploma tu autoestima. Aunque te hagas rico, lo que quieres es seguir saliendo en pantalla. Hay que ser muy s¨®lido para aguantar la ca¨ªda porque es emocionalmente brutal".

?Cuando llegue la fecha de su caducidad, c¨®mo reaccionar¨¢ Bel¨¦n Esteban? Es dif¨ªcil hacer pron¨®sticos. Ella repite machaconamente: "Soy muy normal". "Soy muy fuerte". Lo segundo est¨¢ demostrado. Lo primero est¨¢ por ver. Ha logrado sobrevivir una d¨¦cada a la picadora de carne rosa. Y ha salido indemne. Para una persona cercana a ella: "Bel¨¦n es la protagonista del Show de Truman (esa pel¨ªcula sobre un tipo cuya vida es emitida en directo por televisi¨®n). Y lo sabe. Truman no lo sab¨ªa. Y cuando se entera, intenta huir. Pero no lo logra. Est¨¢ atrapado. Bel¨¦n sabe que es Truman. Y que todo el mundo conoce las infidelidades de su marido. Y es terrible que todo el mundo sepa esas cosas de ti. Y opine. No es un chollo ser Truman. No es un chollo ser Bel¨¦n".