Rinkeby
PIEDRA DE TOQUE. Un colegio de un barrio del sur de Estocolmo es el espejo de lo que deber¨ªa ser la sociedad humana. En ¨¦l conviven ni?os que hablan 19 idiomas distintos y proceden de un centenar de pa¨ªses
Si usted visita Estocolmo, le aconsejo que, adem¨¢s de los museos, los palacios, el barrio antiguo y las islas, visite un modesto barrio del Sur de la ciudad llamado Rinkeby. La inmensa mayor¨ªa de sus pobladores son familias inmigrantes y, me dicen, se trata de uno de los distritos m¨¢s pobres del pa¨ªs, aunque la idea de pobreza en Suecia, que ha alcanzado el m¨¢s alto nivel de vida del mundo junto con Suiza, tenga poco que ver con lo que para el resto del planeta esta palabra significa.
Lo importante de conocer en Rinkeby es el colegio p¨²blico, una instituci¨®n que es un espejo de lo que deber¨ªa ser la sociedad humana, el mundo entero, si prevalecieran entre nosotros los mortales la sensatez, el tino y el esp¨ªritu pr¨¢ctico. Hay en este colegio chicos y chicas que hablan 19 idiomas distintos y proceden de un centenar de pa¨ªses diferentes. Todos conocen el sueco y el ingl¨¦s, pero no han perdido su lengua materna porque el colegio se las ha arreglado para que todos reciban, cuando menos una hora por semana, clases en el idioma que hablan en casa y hablaron sus ancestros. El director del colegio, B?rje Ehrstrand, est¨¢ convencido de que la integraci¨®n de estos ni?os a la cultura y a los usos de Suecia es m¨¢s f¨¢cil no si rechazan, sino reivindican y se sienten orgullosos de su origen. La filosof¨ªa que impregna la escuela de Rinkeby cabe en una palabra: tolerancia.
La filosof¨ªa que impregna la escuela de Rinkeby cabe en una palabra: tolerancia
Hay que empezar con los ni?os. Es la manera m¨¢s segura de conseguir que m¨¢s tarde vivan en paz
De la fren¨¦tica cantidad de cosas que hice y que vi en los ocho d¨ªas que acabo de pasar en Estocolmo, pocas me conmovieron tanto como la tarde que estuve en Rinkeby. Me dieron la bienvenida 19 ni?os y ni?as, cada uno en un idioma distinto. Todos ellos constitu¨ªan un verdadero abanico de las razas, las tradiciones, las religiones y las culturas del mundo. Hab¨ªa jovencitas escandinavas en minifalda junto a muchachas veladas del Yemen, ¨¢rabes norafricanos entreverados con turcos, chilenos y chinos, atuendos extravagantes y formales. Comenzaron la funci¨®n cantando canciones n¨®rdicas relacionadas con la Navidad.
Despu¨¦s, vino el espect¨¢culo. Constaba de dos partes. La primera consist¨ªa en un resumen de la vida y la obra de Alfred Nobel (1833-1896), el qu¨ªmico que invent¨® la dinamita, fue un poderoso industrial y leg¨® su fortuna para la creaci¨®n de los premios que llevan su nombre. Esta s¨ªntesis biogr¨¢fica no ocultaba que el fecundo y c¨¦lebre personaje hab¨ªa sido un socialdem¨®crata republicano y antimon¨¢rquico y que hab¨ªa perge?ado tambi¨¦n algunas obritas literarias, con m¨¢s entusiasmo que inspiraci¨®n. Luego, la representaci¨®n se volvi¨® todav¨ªa m¨¢s did¨¢ctica y nos explic¨® a los presentes en qu¨¦ consist¨ªan los hallazgos y realizaciones que hab¨ªan merecido este a?o a sus autores los premios Nobel de Medicina, F¨ªsica y Qu¨ªmica. ?De quitarse el sombrero! La v¨ªspera, en un programa de la BBC, los propios laureados intentaron iluminarnos a los profanos sobre aquellos inventos y -creo que no hablo por m¨ª solo- nos dejaron a todos en la luna de Babia. Estos mocosos, en cambio, a trav¨¦s de sus dibujos, fotograf¨ªas, tarjetas y explicaciones orales, algunas impregnadas de buen humor, consiguieron darnos a los espectadores una idea bastante m¨¢s precisa de aquellos logros cient¨ªficos, incluido el prodigio magn¨¦tico del sapo volador (la estrella de los Nobel de este a?o, sin la menor duda), conseguido por el f¨ªsico Konstantin Novoselov.
La segunda parte consisti¨® en contar y representar de manera resumida una novela m¨ªa, El hablador, en la que un muchacho jud¨ªo peruano, lime?o y de clase media, se vuelve un contador de cuentos machiguenga, es decir, vive una conversi¨®n cultural que es tambi¨¦n una mudanza hist¨®rica, de hombre moderno y racional en un ser primitivo, m¨¢gico y religioso. Lo hicieron maravillosamente bien, ilustrando con dise?os, m¨²sica y estampas, los textos que iban leyendo en diferentes idiomas los distintos narradores. Me pareci¨® estar reviviendo las interioridades de todo lo que fue la construcci¨®n de aquella historia.
Ni el barrio ni la escuela de Rinkeby fueron hace 20 a?os la sombra de lo que son ahora. La violencia reinaba en el lugar y las fotos de la ¨¦poca muestran que las aulas, patios y pasillos escolares eran un monumento a la suciedad y al desorden, en tanto que el rendimiento escolar era el m¨¢s bajo del pa¨ªs. Fue en estas condiciones en que uno de los profesores, B?rje Ehrstrand, asumi¨® la direcci¨®n. Las reformas que introdujo fueron discutidas con los padres de familia, a los que, a partir de entonces, se les dio una participaci¨®n intensa y constante en todas las actividades escolares, incluidas las did¨¢cticas. Ellos mismos y los alumnos aseguraron a partir de entonces la limpieza del local, haciendo trabajo voluntario.
Los dos primeros a?os son los m¨¢s dif¨ªciles y en ellos la tarea primordial de la escuela es ir limando la desconfianza y la actitud hura?a de los reci¨¦n llegados hacia sus compa?eros de carpeta que visten distinto, hablan otra lengua, adoran a otro dios. Algunos se adaptan con facilidad; los que no, tienen cursos especiales, a los que asisten los padres, asesorados por los dos psic¨®logos que forman parte del plantel. Generalmente, a partir del tercer a?o la comunicaci¨®n y los intercambios son fluidos y se puede hablar de una integraci¨®n en la diversidad, porque los denominadores comunes -el idioma y la aceptaci¨®n del "otro"- ya forman parte de la personalidad del alumno.
La escuela de Rinkeby no solo es notable porque en ella coexistan ni?os y ni?as de todo el espectro cultural; tambi¨¦n, porque desde hace tres a?os sus alumnos figuran en el palmar¨¦s del concurso nacional de matem¨¢ticas y por los excelentes logros acad¨¦micos del promedio. La demanda ha hecho que en los ¨²ltimos cinco a?os la escuela haya crecido, que en la actualidad una cuarta parte de sus alumnos procedan de otros barrios, y que la fama de la instituci¨®n vaya trascendiendo las fronteras suecas. Hace poco, la Comunidad Europea la premi¨® como la instituci¨®n que m¨¢s ¨¦xito ha tenido en la prevenci¨®n de la delincuencia juvenil.
Sent¨ª mucho no haber tenido ocasi¨®n de conversar, en esa tarde tumultuosa, con B?rje Ehrstrand, a fin de conocer m¨¢s de cerca al autor de esta haza?a cultural y democr¨¢tica que es el colegio que dirige. Pero s¨ª visit¨¦ la biblioteca y me dio gusto saber, por boca de una de las bibliotecarias, que la ense?anza de la literatura y la incitaci¨®n a leer forman parte primordial del curr¨ªculo de la escuela. No es de extra?ar que, al rev¨¦s de lo que se suele creer, que la escuela no es m¨¢s que un reflejo de aquello que ocurre en la vecindad, en este caso la formidable transformaci¨®n del colegio del barrio haya tenido un efecto saludable en la comunidad que lo rodea, atenuando la violencia, las disputas ¨¦tnicas y religiosas, la criminalidad.
Suecia no ha sido inmune a los prejuicios contra la inmigraci¨®n que, atizados por la crisis financiera y la consiguiente reducci¨®n del empleo, ha dado a partidos y movimientos extremistas, antiinmigrantes y xen¨®fobos, una presencia pol¨ªtica que no ten¨ªan. Por primera vez, uno de ellos ha entrado al Parlamento sueco en las ¨²ltimas elecciones. No es la primera vez que ocurre as¨ª. Cuando una sociedad es v¨ªctima de alguna cat¨¢strofe, econ¨®mica o pol¨ªtica, surge la necesidad de un chivo expiatorio y, por supuesto, los inmigrantes son los blancos principales. No importa que todas las estad¨ªsticas se?alen que sin la emigraci¨®n los pa¨ªses europeos no podr¨ªan mantener los altos niveles de vida que tienen y que lo que los trabajadores extranjeros aportan a la econom¨ªa de un pa¨ªs es muy superior a lo que de ella reciben. Pero la verdad se hace a?icos contra lo que Popper llamaba el esp¨ªritu de la tribu, ese rechazo instintivo del "otro", del que no forma parte de la propia manada u horda, esa cerraz¨®n primitiva que es el mayor obst¨¢culo para que un pa¨ªs alcance la civilizaci¨®n.
Por eso, lo que ha conseguido el colegio de Rinkeby es tan importante y deber¨ªa servir de modelo a todos los pa¨ªses que reciben grandes contingentes de inmigrantes y quieren evitarse los problemas que resultan de la marginaci¨®n y discriminaci¨®n de que estos suelen ser v¨ªctimas. Hay que empezar con los ni?os. Que estos aprendan a convivir con quienes tienen hablas, pieles, dioses, costumbres distintas, y que, conviviendo, vayan desprendi¨¦ndose, como de un residuo in¨²til, en sus propias culturas, de todo aquello que dificulta o impide la coexistencia con los otros, es la m¨¢s segura manera de conseguir que m¨¢s tarde, cuando sean ya hombres y mujeres, puedan vivir en paz en esa diversidad ¨¦tnica y ling¨¹¨ªstica, que, nos guste o no, ser¨¢ el rasgo primordial del mundo cuyos umbrales ya pisamos.
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2010.
? Mario Vargas Llosa, 2010.
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