No es un cuento de navidad
Parece un cuento de Navidad, pero no lo es. ?O s¨ª? Estamos en Flandes y es el 24 de diciembre de 1914. La Primera Guerra Mundial va por su quinto mes y millones de soldados se api?an en la red de trincheras que cruza la campi?a europea. Cae la noche con su aire glacial. De pronto, los soldados alemanes empiezan a prender velas en los arbolitos navide?os que les han enviado al frente para elevar su moral. Comienzan a cantar las canciones aprendidas de ni?os, Noche de paz, y otras tantas. En la trinchera de enfrente, los soldados ingleses escuchan at¨®nitos. Algunos de ellos comienzan a aplaudir a sus enemigos, e incluso a imitarles y cantar sus propios villancicos, que son, a su vez, recibidos con aplausos desde las trincheras alemanas.
Varios hombres de los dos bandos salen a gatas y empiezan a cruzar a pie la tierra de nadie para encontrarse con sus contrarios; pronto les siguen centenares. Se dan la mano, comparten cigarrillos y dulces, hasta se ense?an las fotos de sus familiares y bromean sobre el absurdo de la guerra. Se dice que jugaron m¨¢s de un partido de f¨²tbol y que la camarader¨ªa continu¨® hasta que la noticia lleg¨® a sus respectivos generales. Generales que pronto fruncieron el ce?o y que tomaron medidas fulgurantes para meter en vereda a sus tropas, temerosos de que la tregua navide?a pudiera minar la moral militar. Los enemigos deb¨ªan de recordar que lo eran, y actuar en consecuencia. Como se sabe, a esa noche de paz siguieron muchos d¨ªas de guerra.
El episodio hist¨®rico, bien documentado, lo relata Jeremy Rifkin en su monumental La civilizaci¨®n emp¨¢tica. He aqu¨ª una lectura apasionante para los osados. Un libro que resume las m¨¢s recientes aportaciones en neurolog¨ªa, psicolog¨ªa, sociolog¨ªa, historia y econom¨ªa para confluir en una misma tesis, una tesis entusiasta y persuasiva: nuestra civilizaci¨®n es cada vez m¨¢s emp¨¢tica. Es decir, estamos dejando de creer en la cantinela de que la vida es "una guerra de todos contra todos", de que s¨®lo nos mueve el ego¨ªsmo y el inter¨¦s propio. ?Por qu¨¦ se supone que es m¨¢s "natural" ese estado belicoso que el hecho de reconocernos como semejantes y ponernos en la piel del otro? ?Por qu¨¦ calificar, por ejemplo, aquel acercamiento navide?o de 1914 como algo excepcional, y no como nuestra tendencia natural? ?Por qu¨¦ no empezar a pensarnos, ense?arnos y juzgarnos como Homo empathicus?
Realmente, siempre me ha parecido curioso lo que ocurre en Navidad. ?C¨®mo explicar esta proliferaci¨®n de conciertos solidarios, maratones solidarios, partidos de f¨²tbol solidarios, etc¨¦tera? Estas fechas tienen algo que empuja hacia esa "tierra de nadie", a salir de la trinchera, a mirar al otro. Pero, ?por qu¨¦ ahora, por qu¨¦ s¨®lo o preferentemente ahora? ?Por qu¨¦ como par¨¦ntesis y no como norma? Eguberri on!
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