?Veneno puro?
Resulta chocante que contra la nueva ley del tabaco protesten los hosteleros y otros damnificados econ¨®micos, pero nadie se atreva a reivindicar no solo su derecho a fumar sino el placer y los beneficios que aporta el tabaco a quien sabe manejarlo. Hasta los fumadores que se sienten perseguidos aclaran que van a dejarlo enseguida y a ser buenos, como los dem¨¢s. Quiz¨¢ para no parecer a sueldo de las grandes tabacaleras, que es la ¨²ltima sandez inventada contra quienes no se doblegan a planteamientos inquisitoriales: si defiendes las corridas de toros est¨¢s a sueldo de los ganaderos, si defiendes el derecho a comer jam¨®n (y elogiarlo) te paga la asociaci¨®n de chacineros y si defiendes el placer de fumar? mal vamos.
No es cierto que el tabaco mate: lo que mata en ciertos casos es su abuso. Sin duda fumar en exceso es pernicioso, aunque las cifras que se manejan de muertos y malheridos resultan demasiado precisas para no resultar sospechosas. Despu¨¦s de todo, no es tan f¨¢cil calibrar qui¨¦n muere por culpa del tabaco como qui¨¦n es v¨ªctima de un accidente de tr¨¢fico? Por lo dem¨¢s, el mundo est¨¢ lleno de fumadores vivitos y coleando, lo mismo que de conductores prudentes —aunque la carretera mate mucho—, de bebedores morigerados o de alpinistas que despu¨¦s de jugarse la vida en las alturas vuelven triunfantes y sanos a su hogar. Y por supuesto quienes fuman lo hacen porque obtienen cosas positivas del tabaco (placer, serenidad, inspiraci¨®n, sociabilidad o lo que sea) no porque sean suicidas en potencia. Si lo fuesen, fumar¨ªan cartuchos de dinamita o beber¨ªan lej¨ªa, conductas poco habituales.
Es cierto que nadie debe imponer el humo del tabaco a quien no desea soportarlo. Por tanto, es l¨®gico que se permita fumar en algunos sitios y en otros no. En el caso de los restaurantes, por ejemplo, puede haberlos de fumadores y de no fumadores (o con secciones separadas para unos y otros): lo absurdo es que alguien proteste porque se fuma en un local que ya advierte que admite fumadores. Es como entrar en una discoteca y pedir que apaguen la m¨²sica porque uno tiene derecho a charlar tranquilamente con los amigos? Lo que mata (la convivencia civilizada) no es el tabaco, sino utilizarlo donde no se debe. Y tambi¨¦n legislar para enmendar la conducta de los ciudadanos en lugar de establecer marcos para que convivan derechos distintos sin colisionar entre s¨ª.
Fernando Savater es fil¨®sofo.
Fernando Savater
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