La exigua ruta vegana en Madrid
La reducida oferta para los vegetarianos estrictos en la capital se ampl¨ªa con la apertura del primer restaurante 100% libre de productos animales
La filosof¨ªa vegana la define Frytz en este chascarrillo que no tiene desperdicio: "Es m¨¢s ecol¨®gico un vegano en un 4x4 que un omn¨ªvoro en bicicleta". ?Y qu¨¦ es un vegano? Son aquellas personas que han optado por una vida completamente natural cuya m¨¢xima expresi¨®n, seguramente, sea la comida: son vegetarianos en cuya dieta no entran tampoco los huevos ni la leche porque descartan todo aquello que procede de los animales. Consideran que matar para comer, o para vestir, es un acto cruel, b¨¢rbaro e innecesario. Y que "el cad¨¢ver de una vaca puede alimentar a una familia durante d¨ªas, pero la alimentaci¨®n hasta criar a la vaca dar¨ªa para comer a mucha m¨¢s gente mucho m¨¢s tiempo, por eso es mucho menos contaminante ser vegano". De ah¨ª el chascarrillo de Frytz.
Soja, cereales y legumbres son la base de estos alimentos
Un local sirve tortilla de patata sin huevo y queso sin leche
?Y qui¨¦n es Frytz? Es el due?o de Planeta Vegano (www.planetavegano.com), una tienda situada en el barrio de Lavapi¨¦s donde los seguidores de este modo de vida compran comida a base de soja, chocolate sin leche, preservativos y cosm¨¦ticos que no han sido testados en animales, zapatos de poli¨¦ster transpirable o pienso para gatos y perros sin traza alguna de desechos c¨¢rnicos. "No es que pretendamos hacer vegetarianos a los leones, pero si adoptamos a un amigo que morir¨ªa en una perrera, pues tratamos de ser consecuentes con nuestra forma de vida", explica.
Si Estados Unidos o Gran Breta?a son los pa¨ªses con m¨¢s posibilidades para los veganos, "Espa?a es el tercer mundo", prueba de ello es la escasez de restaurantes para ellos. En Madrid ha abierto el primero puramente vegano, de la cadena internacional Loving Hut, y hay alg¨²n bar, como el Label, en la calle de Cabestreros, donde se sirve m¨¢s de una tapa libre de animales y cerveza apta para estos consumidores. Los restaurantes vegetarianos tambi¨¦n van incorporando algunos platos que no cuentan entre sus ingredientes con huevos ni leche. "Los veganos nos hacemos buenos cocineros", dice Frytz, asumiendo con buena cara la estrecha oferta que existe para ellos en Madrid en materia de restauraci¨®n.
La comida vegana no pretende ser solo para los seguidores de este tipo de dieta: cualquiera puede probar, como el que va a un chino, un japon¨¦s o cena en un peruano. Solo que es distinta de la tradicional. Desde Taiw¨¢n trae Mar¨ªa Jos¨¦ Lobo para su Loving Hut gambas y langostinos que solo tienen de marisco el aspecto -"porque les pintan hasta las rayitas rojas"- pero se elaboran con gluten de trigo, por ejemplo. De forma parecida camuflan la soja para que se convierta en pollo, en pavo que no es pavo o en pescado que nunca fue pescado. Consiguen texturas y sabores parecidos y crean una cocina gustosa y bien especiada. La base la constituyen la soja, las legumbres y los cereales, "como en la pir¨¢mide del colegio", dice Mar¨ªa Jos¨¦.
En su restaurante hay tortilla de patata y nadie, a simple vista, dir¨ªa que no lleva huevo. Lo mismo sucede con las tartas, y hay croquetas de setas y rollitos de verdura, queso sin leche, hamburguesas a cinco euros y un sabroso y casero men¨² del d¨ªa. "Para llegar a comer por 20 euros hay que comer mucho, pero mucho", dice la due?a. Las paredes del restaurante lucen frases de gentes ilustres, como Cervantes: "La alimentaci¨®n de los hombres superiores est¨¢ basada en fruta y ra¨ªces crudas". Mar¨ªa Jos¨¦ tiene todo un cat¨¢logo de personalidades de ayer y de hoy que eran o fueron veganos o vegetarianos. Unos se vuelven veganos tras una reflexi¨®n sobre la naturaleza, la vida, el cambio clim¨¢tico, el sufrimiento animal. Otros, quiz¨¢, por moda. Entre los seguidores figuran ahora famosos como Bill Clinton, cuya actitud desprecia Frytz: "Solo lo ha hecho para bajar kilos porque se casaba su hija".
Al principio, cuando abandonas la dieta tradicional, recuerda Mar¨ªa Jos¨¦, "se echan de menos algunas cosas, pero, con el tiempo, la carne acaba por repelerte; hasta un plato de jam¨®n serrano me levanta el est¨®mago". El mismo Frytz dej¨® de trabajar como dise?ador gr¨¢fico porque hac¨ªa etiquetas para jamones y no quer¨ªa participar de ese mercado. Mont¨® su tienda en un barrio, Lavapi¨¦s, "donde la gente acoge muy bien estas cosas, porque aqu¨ª todo lo que se vende es ecol¨®gico".
Como antes hizo Mar¨ªa Jos¨¦, tambi¨¦n Frytz empieza defendi¨¦ndose de las acusaciones de radicalismo que planean sobre los veganos, en ocasiones por un activismo exacerbado: "No somos una secta ni pertenecemos a ninguna religi¨®n". ?l, dice, no va por la calle con un espray embadurnando abrigos de piel ni liberando a los visones de sus granjas: "Simplemente consideramos que la naturaleza ya est¨¢ bastante castigada y no podemos seguir comport¨¢ndonos como can¨ªbales primitivos".
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