?Optimismo o pesimismo?
Hay dos maneras de encarar el nuevo a?o: una optimista y otra pesimista. Si queremos ser optimistas, tendremos que considerar que el periodo de perturbaciones planetarias en el que hemos entrado representa una evoluci¨®n positiva. En efecto, con el despegue econ¨®mico de los llamados "pa¨ªses emergentes", cientos de millones de personas est¨¢n saliendo de la pobreza. Mientras que en la ¨¦poca de la guerra fr¨ªa los problemas del desarrollo del Tercer Mundo estaban a la vez omnipresentes y politizados, y parec¨ªan abocados a no ser m¨¢s que una b¨²squeda sin fin, hoy hemos entrado en una fase con unos ¨ªndices de crecimiento sostenidos -que permiten un acceso extremadamente r¨¢pido a unos m¨ªnimos de riqueza- y que est¨¢ a punto de estructurar el desarrollo planetario.
Europa deber¨¢ hacer un esfuerzo de productividad y de investigaci¨®n e innovaci¨®n para crecer
Evidentemente, es una buena noticia para las poblaciones concernidas. Tambi¨¦n lo es para unos pa¨ªses como los nuestros, que ven c¨®mo se abren ante ellos unos mercados gigantescos: los que representan los millones de personas, ahora consumidores, que acceden a la clase media, o incluso a las categor¨ªas m¨¢s favorecidas. En el plano geopol¨ªtico, esto da tambi¨¦n un mundo realmente multipolar que ya no est¨¢ sometido al enfrentamiento bloque contra bloque, como en tiempos de la guerra fr¨ªa, ni a la influencia exclusiva de una hiperpotencia, como fue el caso durante los a?os que siguieron a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y al derrumbamiento del imperio sovi¨¦tico. Por lo tanto, nos hallamos ante un mundo potencialmente m¨¢s equilibrado, gracias a un mejor reparto de la riqueza y el poder. Del mismo modo, podemos considerar que Internet ha dado acceso a millones de personas a informaciones que hasta ahora solo eran accesibles a trav¨¦s de las grandes universidades o centros de investigaci¨®n. Esto incluye las informaciones de car¨¢cter cient¨ªfico que permiten que los progresos de la medicina se difundan m¨¢s r¨¢pidamente. Podr¨ªamos a?adir a la lista otros cambios positivos que deber¨ªan seguir aceler¨¢ndose a lo largo del a?o 2011.
Por el contrario, una visi¨®n pesimista har¨¢ hincapi¨¦ en los desequilibrios que se han multiplicado y alimentan un miedo al futuro en los pa¨ªses donde la prosperidad es m¨¢s antigua, como los de la "vieja Europa". Miedo a un cambio de las relaciones de fuerza; miedo al declive; miedo sobre todo a la regresi¨®n, pues la mundializaci¨®n viene acompa?ada de replanteamientos econ¨®micos y sociales que fragilizan a las clases medias, que temen un retroceso -y esto tanto en Estados Unidos como en Europa-, cuando todos nuestros sistemas se apoyaban en los mecanismos de ascenso social.
Adem¨¢s, el periodo de locura financiera, cuyo punto de partida fue la quiebra del banco de inversi¨®n Lehman Brothers, vino acompa?ada por un formidable incremento de las desigualdades en beneficio de las categor¨ªas m¨¢s ricas.
En este contexto, en Europa, la atenci¨®n seguir¨¢ focalizada en la salida de la crisis y en la cuesti¨®n de si la recuperaci¨®n ser¨¢ suficientemente vigorosa como para conseguir que vuelva a retroceder el paro, de nuevo la principal preocupaci¨®n del conjunto de la Uni¨®n Europea, que no en vano tiene una tasa media de desempleo del 10%. Es sabido que Europa tendr¨¢ que hacer un gran esfuerzo de productividad y, por tanto, de investigaci¨®n e innovaci¨®n, para volver a dotarse de las capacidades de crecimiento necesarias; de lo contrario, nos instalar¨ªamos en un sistema desacoplado, a saber: un fuerte crecimiento en los pa¨ªses emergentes (Brasil, India, China y, tal vez ma?ana, ?frica); un crecimiento sostenido del orden de 3,5 puntos, en Estados Unidos; un crecimiento d¨¦bil y, por tanto, incapaz de generar suficiente empleo, en Europa.
Cada vez que se ha desencadenado una ofensiva, los pa¨ªses europeos han respondido puntualmente, sobre todo para salvar a Grecia. Luego, mediante la articulaci¨®n de un fondo especial de 750 000 millones de euros y de un mecanismo de solidaridad perenne a partir de 2013. Cada vez, esa respuesta, esencialmente financiera y t¨¦cnica, ha llegado con un tiempo de retraso. O, mejor dicho, la especulaci¨®n siempre va un tiempo por delante. Tanto es as¨ª que, a estas alturas, la ¨²nica salida razonable es organizar una respuesta pol¨ªtica: no solamente proclamando alto y claro que los pa¨ªses afectados -que adem¨¢s acaban de recibir el apoyo de China- defender¨¢n el euro con u?as y dientes, sino, sobre todo, para apoyar su proclamaci¨®n, decidiendo avanzar hacia un federalismo presupuestario y monetario, especialmente a trav¨¦s de la emisi¨®n de bonos del Tesoro europeos, que desanimar¨ªan a los asaltantes de seguir poniendo su punto de mira en un pa¨ªs despu¨¦s de otro.
Enunciar la zona euro como una especie de bloque y dar a nuestros pa¨ªses los medios de constituir ese bloque. El a?o 2011 ser¨¢ decisivo.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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