Obama y el START

La ratificaci¨®n en el ultimo suspiro por el Senado del Tratado de Reducci¨®n de Armas Estrat¨¦gicas entre EE UU y Rusia (START) tiene mucho de alivio para un Barack Obama que tem¨ªa zanjar la primera mitad de su mandato hu¨¦rfano de victorias legislativas que le reconectaran con sus promesas electorales. El presidente estadounidense ha sido capaz de sacar adelante algunas leyes relevantes con un Congreso, ya difunto, de mayor¨ªa dem¨®crata en ambas C¨¢maras, a diferencia del que se constituir¨¢ el mes entrante. Entre ellas, la reforma sanitaria, la regulaci¨®n financiera o la dignificaci¨®n de los homosexuales en las Fuerzas Armadas.

El nuevo tratado con Mosc¨², que permitir¨¢ la reducci¨®n en un 30% de las cabezas nucleares de largo alcance y el restablecimiento de los mecanismos de verificaci¨®n, no es un paso de gigante. Mucho menos en un mundo donde la proliferaci¨®n nuclear se sit¨²a en otros pagos, como Corea del Norte o Ir¨¢n. Pero, como prolongaci¨®n de un START anterior, representa un alentador gesto de confianza mutua en un ¨¢mbito crucial entre Mosc¨² y Washington, y as¨ª ha sido celebrado esta semana por Putin. El tratado ensancha la credibilidad de Obama en sus compromisos internacionales, algo que le resultar¨¢ m¨¢s dif¨ªcil de alcanzar con el nuevo Congreso derechizado que se estrena en enero, resultante del fracaso dem¨®crata en las elecciones de noviembre.

Los republicanos se han encargado durante su largo tr¨¢nsito parlamentario (fue presentado al Congreso en mayo) de que el nuevo START deje a salvo aspectos cruciales de la capacidad estrat¨¦gica estadounidense. Obama, para alivio de sus oponentes y del Pent¨¢gono, ha prometido m¨¢s de 4.000 millones de d¨®lares para modernizar las cabezas nucleares de sus arsenales. E igualmente se ha comprometido a dejar a salvo los planes estadounidenses de defensa contra misiles de largo alcance, unos planes que, en la mejor tradici¨®n liberal sobre el tema, hab¨ªa prometido recortar durante su campa?a.