Los seres queridos
Los seres queridos constituyen una entidad a primera vista difusa, pero muy presente en algunas ocasiones. De hecho, en estos d¨ªas son un elemento esencial. Es m¨¢s, sin ellos la vida ser¨ªa bastante inaguantable. ?Cu¨¢ntos seres queridos tiene una persona normal? Seguramente son m¨¢s de lo que uno piensa. Lo que pasa es que uno no tiene tiempo ni memoria para dedicarse a ellos. De vez en cuando los a?oras desde la lejan¨ªa y los a?os. De vez en cuando te enteras por la prensa de que alguno ha muerto, y es como si te clavaran una pu?alada trapera. Hay mucha gente a la que no te ha dado tiempo de decirles que los quieres.
En una ciudad tan grande como Madrid existen muchas personas queridas a las que no ves hace a?os, pero siguen viviendo dentro de ti, a lo mejor sin ellos saberlo. Incluso hay enemigos a los que echas de menos, porque un buen enemigo es tesoro que nunca te enga?a y del que siempre aprendes algo. Muchas veces ocurre que te prometes a ti mismo: "En la pr¨®xima vida esta persona no se me escapa".
El n¨²mero de los seres queridos se va incrementando. Pero, claro, muchas veces no te das ni cuenta, y si te la das, es a toro pasado, cuando ya no habr¨¢ otra ocasi¨®n para dejarlo establecido. Los seres queridos son en ocasiones gente muy pesada, y solo te das cuenta de su val¨ªa cuando se han ido. Hay que tener siempre muy presente que nadie es perfecto, a Dios gracias. Porque la gente perfecta cansa mucho en la vida cotidiana.
Personalmente, entre mis seres queridos de Madrid hay muchas estatuas, incluso sabiendo que todas ellas tienen la cara muy dura. Pero a m¨ª lo mismo me da que Valle-Incl¨¢n, o P¨ªo Baroja, o la sirena varada, o la gorda de Botero, o el oso y el madro?o tengan la cara m¨¢s dura que el cemento. Esas cosas me hacen gracia, sobre todo cuando se trata de personas que ya est¨¢n en otra onda superior. Eso s¨ª, hay en Madrid algunas estatuas a las que desprecio y no me privo de lanzarlas de viva voz algunos improperios que prefiero no repetir. No pienso decir qui¨¦nes son esas efigies, aunque se puede colegir por el contexto. Prefiero no llevarme mal con las estatuas, algunas de las cuales siguen teniendo mucho poder desde sus pedestales, al igual que ocurre con muchos muertos, cuya muerte guarde Dios muchos a?os, dicho sea sin se?alar. Los seres queridos son otra cosa, por supuesto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.