Rotaci¨®n
De Oriente llegaron las semillas, las especias, las frutas, los dioses, los magos, la p¨®lvora, la tinta, la filosof¨ªa, la m¨ªstica. Siguiendo la ruta del sol, de este a oeste, se han sucedido tambi¨¦n los imperios con una deriva misteriosa que obedece a la rotaci¨®n de la Tierra. Tuviera o no raz¨®n Toynbee sobre la g¨¦nesis y decadencia de las civilizaciones, es evidente que los imperios nacen, crecen, se reproducen y mueren como cualquier otro ser vivo. Desde que la humanidad tiene memoria, este destino se ha desarrollado de oriente a poniente con una ondulante marea, dejando los milenios a la espalda. Primero fue China, despu¨¦s India, Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma, el papado, el islam, Europa, Espa?a, Inglaterra y ahora Norteam¨¦rica. La hegemon¨ªa econ¨®mica y pol¨ªtica ha ido izando y arriendo las banderas al final de largas y crueles batallas en las que han naufragado las distintas razas, religiones y culturas, no sin haberse fecundado mutuamente en medio de grandes charcos de sangre. Por la misma ley inexorable de la rotaci¨®n de la Tierra, el pr¨®ximo imperio le corresponde de nuevo al espacio del Sol Naciente, un hecho que est¨¢ aconteciendo ante nuestros ojos. China ha abierto ya las puertas de la Ciudad Prohibida para recibir esta curva de la humanidad. Pero todo lo que ha sucedido en cuatro milenios puede pasar en un a?o. En Nochevieja inicia el sol de nuevo su camino. Durante el invierno iluminar¨¢ la mente de Confucio, la higuera de Buda, las tablillas de barro de N¨ªnive, el Libro de los Muertos de Tebas; en primavera, los m¨¢rmoles del Parten¨®n, el dedo pulgar de Ner¨®n en el Coliseo, el caballo alado de Mahoma; en verano, la Biblia de Lutero, Lepanto, las naves de Col¨®n; en oto?o, el pavo del D¨ªa de Acci¨®n de Gracias en Nueva Inglaterra, la Bolsa de Nueva York, la ca¨ªda de las Torres Gemelas. Todo lo que sucede en mil a?os tambi¨¦n acontece en un d¨ªa: uno puede ser budista por la ma?ana, brahm¨¢n o sacerdote del Rams¨¦s en el almuerzo, hedonista griego en la siesta, inquisidor cat¨®lico a media tarde, navegante y descubridor de un continente dentro de una copa de noche en un bar y a la hora de dormir encontrarse con Confucio y Lao-Tse juntos en la cama. Se trata de un ejercicio espiritual para prepararse a ser chinos de nuevo.
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