"Los archiveros vivimos en las mazmorras, pero rodeados de joyas"
La responsable de documentaci¨®n de la SGAE tiene su despacho en un s¨®tano
Bajo la tarta modernista que es el edificio de la Sociedad General de Autores (SGAE) hay un discreto s¨®tano donde se guardan las joyas. Est¨¢n hechas de papel que huele a viejo y de notas musicales. Partituras originales y manuscritas de 1.700 zarzuelas que son "el tesoro de la casa", seg¨²n su guardiana, Mar¨ªa Luz Gonz¨¢lez Pe?a, directora del centro de documentaci¨®n y archivos de la SGAE. Esta menuda asturiana se mueve deprisa entre las cajas de cart¨®n con ph neutro. "La escalera es muy pesada y a veces trepo por las estanter¨ªas como si me creyese Pinito del Oro...". "La trapecista del tiempo de maricasta?a...", aclara. Chispa zarzuelera no le falta.
Cada caja verde tiene una etiqueta con el t¨ªtulo de la obra. "Date una vuelta y l¨¦elas", ordena la archivera, "ver¨¢s que divertido, ?hay hasta una dedicada a la falda pantal¨®n!". No se encuentra esa, pero abundan los hallazgos: Qu¨ªtese usted la bata, Los dineros del sacrist¨¢n, Canela fina, La del 4? piso, El terror de las mocitas, Similiquitriqui"... de El hijo de Buda a Temple baturro, lo que uno quiera entre los miles de materiales de orquesta de zarzuela, sainete l¨ªrico, sainete c¨®mico l¨ªrico bailable, partichelas, libretos, partituras sinf¨®nicas... Hasta 30.000.
El compositor Chap¨ª fue uno de los padres fundadores de la instituci¨®n
El tesoro del archivo son los originales y partituras de 1.700 zarzuelas
Gonz¨¢lez escoge posar con El rey que rabi¨®, un original de Ruperto Chap¨ª que el compositor adorn¨® con un excelente dibujo propio en su primera p¨¢gina. "Trata sobre un rey que no se f¨ªa de sus ministros cuando le dicen que el pa¨ªs va bien y se infiltra de inc¨®gnito en el ej¨¦rcito, se enamora de una chica, hay un perro rabioso que muerde a otro soldado... mucho enredo y danzas de pa¨ªses extranjeros que siempre quedan muy lucidas", resume la archivera que habla como una metralleta.
Chap¨ª es, junto al dramaturgo Sinesio Delgado, uno de los padres fundadores de la instituci¨®n que naci¨® en 1899 para proteger los derechos de los autores frente a los abusos de los editores, especialemente de Florencio Fiscowich que era quien se quedaba con todos los ingresos de las representaciones teatrales. "Fue toda una batalla", explica la archivera. "Los autores montaron una copister¨ªa y consiguieron tener la primera m¨¢quina litogr¨¢fica por lo que serv¨ªan antes a sus clientes". Cuenta que los copistas distingu¨ªan a los autores entre los que ten¨ªan buena y mala nota, dependiendo de lo clara que fuese su caligraf¨ªa.
Hoy la copister¨ªa es electr¨®nica y el centro de documentaci¨®n se dedica sobre todo a su funci¨®n comercial (alquilan las obras a teatros y orquestas) y a servir como biblioteca. El ¨²nico archivo que crece es el sinf¨®nico, al que llegan unas 100 obras a la semana, porque "ya nadie escribe zarzuela". "Sin embargo", dice Gonz¨¢lez, "el g¨¦nero tiene una vigencia total, el movimiento de este archivo es tremendo". La archivera ha enviado partituras de zarzuela a Alemania y a Jap¨®n; a Baremboin y a Lorin Maazel. Alquilar un fragmento (como el preludio de Las Bodas de Luis Alonso o la romanza de Leandro en La Tabernera del puerto) cuesta 90 euros dentro de Espa?a y 133 en el extranjero. "Pero depende de si el pa¨ªs es rico o pobre... no le puedes cobrar lo mismo a una orquesta neoyorquina que a una peruana". "Este archivo est¨¢ san¨ªsimo econ¨®micamente", asegura Gonz¨¢lez que tambi¨¦n resuelve asuntos m¨¢s privados: una vez busc¨® la canci¨®n con la que se enamor¨® una pareja a petici¨®n de su hija que quer¨ªa que una banda la tocase en sus bodas de oro. "Cuando llama alguien diciendo 'llevo a?os buscando tal cosa', les digo 'has llamado al sitio adecuado'... Me encanta buscar".
Historiadora del arte y music¨®loga, a Gonz¨¢lez Pe?a siempre le gust¨® la zarzuela, pero ahora le apasiona. Se nota, puede hablar casi sin respirar sobre todo lo relacionado con el g¨¦nero. Tiene debilidad por Barbieri: "El barberillo de Lavapi¨¦s es una s¨ªntesis perfecta entre la ¨®pera italiana y la tonadilla espa?ola, los arist¨®cratas cantan arias, pero Paloma entona al ritmo de seguidillas". Tambi¨¦n le chiflan los Beatles y Elvis Presley, aunque admite que en cuanto al g¨¦nero sinf¨®nico le cuesta todo lo que sea "de Stravinsky para ac¨¢". Cuando sus sobrinos le preguntan si conoce a tal o cual m¨²sico, ella responde: "?Pero si yo solo trabajo con muertos!".
El despacho de la jefa de todo esto est¨¢ en un s¨®tano, lleno de cosas (discos, libros, cuadros que ya no sabe donde poner). No le importa que la peque?a ventana d¨¦ a la acera. "Por cuesti¨®n de peso, los archiveros vivimos en las mazmorras, pero rodeados de joyas", explica con una sonrisa. Y tambi¨¦n: "A los archiveros nos cuesta tirar nada".
El desorden tampoco le molesta, lo que la trae loca es el tel¨¦fono. Quiz¨¢s porque interrumpe la m¨²sica de zarzuela que suena a todas horas en su despacho. "Yo tarareo hasta en el teatro", dice lanz¨¢ndose con la estrofa: "Como nac¨ª en la calle de la Paloma, ese nombre me dieron de ni?a en broma". Y zanja: "En la zarzuela cantar bien no es tan importante como tener chispa".
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