Nuestro amigo el Rey
Entre la pl¨¦yade de comentaristas de la filtraci¨®n de Wikileaks no faltan quienes juzgan que la importancia de la misma no se encuentra al nivel de la tormenta de opini¨®n suscitada. Y es que, efectivamente, hasta ahora no figuran entre los documentos datos que proporcionen un vuelco en las im¨¢genes ya consolidadas de las relaciones internacionales y el comportamiento de las principales potencias. No hay atisbos de que Estados Unidos tenga un cauce de entendimiento con el r¨¦gimen iran¨ª de los ayatol¨¢s o de que en secreto Mosc¨² o Pek¨ªn act¨²en a favor de una expansi¨®n de las democracias. Otra cosa es que la nueva documentaci¨®n resulte irrelevante. As¨ª, por lo que concierne a Espa?a, los servicios exteriores de Obama manifiestan una l¨®gica continuidad con los de Bush en cuanto a la salvaguardia de los intereses del imperio o la protecci¨®n de los suyos por encima de cualquier criterio de justicia (caso Couso); en cambio, pocos pod¨ªamos esperar que las altas instancias de la justicia espa?ola, tales como el fiscal general del Estado o el fiscal de la Audiencia Nacional, se?or Zaragoza, iban no solo a respetar esos intereses, sino a convertirse en serviles correas de transmisi¨®n de los mismos, lo cual, por lo que concierne al segundo, pone indirectamente de manifiesto una animadversi¨®n personal hacia su colega Garz¨®n explicativa de lo sucedido en los inicios de la caza y captura del hoy encausado.
Cuanto m¨¢s zalameros eran ZP y Moratinos con Marruecos, mayor fue la sensaci¨®n de debilidad
El episodio, dada la dependencia de ambos respecto del Ejecutivo, remite a una cuesti¨®n m¨¢s amplia y de mayor calado: la doblez sistem¨¢tica de Zapatero y de su hombre de confianza Moratinos en una pol¨ªtica exterior mucho m¨¢s guiada por un utilitarismo rampl¨®n que por los valores progresistas exhibidos. La confesi¨®n al vicepresidente Biden de que cada vez que Bush hac¨ªa algo, ¨¦l hac¨ªa lo contrario ganando as¨ª votos, permite explicar ese permanente doble juego de antiamericanismo formal y servilismo efectivo ante Washington, de defensa proclamada de los acuerdos de Naciones Unidas compatible con una actuaci¨®n dirigida a minarlos. El caso de la pol¨ªtica promarroqu¨ª, antes adivinable, ahora comprobada hasta la saciedad con los documentos, ser¨ªa la muestra m¨¢s evidente. El respeto proclamado a los acuerdos internacionales era literalmente pisoteado para propiciar la integraci¨®n del S¨¢hara en Marruecos bajo el barniz aparente de una autonom¨ªa imposible. Maniobras apoyando de forma encubierta pero inequ¨ªvoca al r¨¦gimen de Rabat, maniobras para desvirtuar la protecci¨®n de la ONU a los saharauis. Aquello pod¨ªa ser como Catalu?a en Espa?a. ?Sarcasmo o estupidez? Menos mal que la intransigencia total del monarca alau¨ª, incluso en la admisi¨®n de s¨ªmbolos regionales, pone al descubierto la trampa. Como ha explicado Bernab¨¦ L¨®pez, ?qu¨¦ autonom¨ªa cabe esperar en un pa¨ªs no democr¨¢tico? "Marruecos ¨²nico, patria ¨²nica y gesti¨®n ¨²nica" es la consigna regia respecto del S¨¢hara.
La apuesta evidente de Zapatero consisti¨® en conjurar, mediante esa actitud de subordinaci¨®n (m¨¢s cuantiosa ayuda econ¨®mica), el riesgo de una presi¨®n creciente de Marruecos por la "liberaci¨®n" de Ceuta y Melilla. El fracaso no puede ser m¨¢s espectacular. Por mucho que Moratinos intentase encubrir los desmanes de la pol¨ªtica saharaui de Rabat, somos un pa¨ªs democr¨¢tico y aqu¨ª no cabe cerrar el espacio de la informaci¨®n, con la consiguiente irritaci¨®n del monarca. Y esa actitud reverencial produce adem¨¢s un efecto bumer¨¢n en alguien que hereda de su padre una concepci¨®n autocr¨¢tica del poder. Cuanto m¨¢s zalameros han sido ZP y Moratinos, por ejemplo durante la visita de don Juan Carlos a las ciudades reclamadas, mayor fue la sensaci¨®n de debilidad transmitida. Por no hablar de los lapsus en que nuestros gobernantes aludieron a las "ciudades de Marruecos", comparable al lamentable debut parlamentario de Ram¨®n J¨¢uregui reconociendo la soberan¨ªa marroqu¨ª sobre el S¨¢hara. Lo cual, con el apoyo de Francia a Rabat, configura un escenario desfavorable para Espa?a.
Porque el irredentismo constituye una baza imprescindible en la pol¨ªtica de un hombre que ha optado por una gesti¨®n personal autoritaria, invalidando las expectativas democr¨¢ticas del comienzo de reinado. Todo qued¨® claro cuando en las primeras elecciones, la USPF, el antiguo partido socialista de Ben Barka, asesinado en su d¨ªa en el exilio franc¨¦s por los servicios secretos estatales, fue apartado de la direcci¨®n del Gobierno despu¨¦s de ganarlas. Comenz¨® la era de los amigos del rey, con los partidos tradicionales, Istiqlal y USFP, literalmente domesticados. Bocas cerradas en la opini¨®n con graves penas para toda cr¨ªtica dirigida al palacio: Juan Goytisolo no tiene as¨ª ocasi¨®n de ensuciar su nido de residencia, por usar el t¨ªtulo de uno de sus mejores libros. El ¨²nico riesgo viene de un islamismo en ascenso, tambi¨¦n atenazado en las ¨²ltimas elecciones, cuya ala radical, igualitaria, tiene sobrados motivos para afirmarse con la creciente desigualdad. Mohamed VI es no solo centro indiscutible del poder pol¨ªtico, sino el propietario de medio reino, con su Omniun Norteafricano como centro de una tela de ara?a capitalista en ascenso, corrupci¨®n mediante, seg¨²n Wikileaks confirma. El irredentismo constituye as¨ª el ¨²nico factor de cohesi¨®n nacional, y su voluntad personal de poder hace el resto. Las se?ales del riesgo han sobrado en estos ¨²ltimos meses.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica
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