"Los violadores de Hait¨ª no duermen"
Amnist¨ªa Internacional denuncia que miles de mujeres sufren cada noche la violencia sexual en los campamentos donde se refugian desde el terremoto
Guerline tiene la certeza de que fueron cuatro hombres los que violaron a su hija de 13 a?os, a las dos de la madrugada de un martes de marzo de 2010. Aunque ten¨ªa los ojos vendados y ellos llevaban capucha, lo sabe porque esa noche los pandilleros la violaron a ella tambi¨¦n. Ocurri¨® en el campamento de damnificados de Place Mausol¨¦e en Puerto Pr¨ªncipe, justo a lado de las ruinas del antiguo Tribunal de Justicia. Ocurre cada noche, en los 1.199 campamentos que albergan a m¨¢s de un mill¨®n de personas afectadas por el terremoto en la capital y en el sur de Hait¨ª, seg¨²n revel¨® ayer un informe de Amnist¨ªa Internacional (AI). "Los bandidos y los violadores no duermen", dice Guerline.
Los abusos se multiplican de forma exponencial, seg¨²n Amnist¨ªa
Los embarazos se han triplicado; muchos son fruto de las agresiones
La violencia sexual ya era un problema antes del terremoto que asol¨® Hait¨ª el 12 de enero de 2010, se?ala el informe de AI, pero la tragedia "destroz¨® los pocos mecanismos de protecci¨®n que exist¨ªan". Desde entonces, las violaciones se han multiplicado exponencialmente. Solo en los primeros 150 d¨ªas siguientes al terremoto, la Comisi¨®n de Mujeres V¨ªctimas por las V¨ªctimas (Kofaviv, en sus siglas en franc¨¦s) registr¨® m¨¢s de 250 casos de violaci¨®n; la mayor¨ªa de ellos afectaban a ni?as. Pero organizaciones como esta, que trabajan sobre el terreno, saben que los casos de los que se tiene constancia son apenas una m¨ªnima parte del n¨²mero real.
Para los agresores es tan f¨¢cil como rasgar las tiendas de campa?a con una navaja, y abusar de las mujeres all¨ª o llevarlas a un lugar apartado del mismo campamento. Ellos suelen ir en grupos y armados tambi¨¦n con pistolas.
?Qui¨¦n puede detenerlos? La Polic¨ªa Nacional de Hait¨ª, y el personal militar y la polic¨ªa de Naciones Unidas (UNPOL) solo tienen presencia permanente en siete campamentos de los cientos que existen en cada plaza de Puerto Pr¨ªncipe. En el resto de la capital haitiana, ni la polic¨ªa ni los cascos azules que patrullan d¨ªa y noche por las calles suelen siquiera entrar en ellos.
La mayor¨ªa de las mujeres no denuncia la agresi¨®n. Como Suzie, asaltada junto a una amiga y frente a sus dos hijos entre las tiendas de la Plaza Dessalines de los Campos de Marte, donde vive desde que el terremoto acab¨® con su casa, con sus padres, con sus hermanos y con su esposo. "Cuando se fueron (los violadores) no hice nada. No tuve ninguna reacci¨®n. Las v¨ªctimas de violaci¨®n deben ir al hospital, pero yo no fui porque no ten¨ªa dinero. No s¨¦ d¨®nde hay una cl¨ªnica que ofrezca tratamiento m¨¦dico para las v¨ªctimas de violencia sexual", cont¨® Suzie a los activistas de AI.
Entre marzo y junio de 2010, miembros de AI entrevistaron a 50 mujeres y ni?as como Suzie, que viven en los campamentos improvisados de Puerto Pr¨ªncipe, Jacmel y Las Cahobas. Suzie no supo hasta ese d¨ªa que en el Hospital General de Puerto Pr¨ªncipe, que est¨¢ a quince minutos andando desde la plaza donde fue violada, funciona un programa gubernamental que ofrece servicios m¨¦dicos a v¨ªctimas como ella.
La impunidad que domina el aparato de justicia tampoco invita a las mujeres a denunciar a sus agresores. Un informe elaborado en junio pasado por el Grupo de Trabajo sobre Cuestiones de Protecci¨®n, dirigido y coordinado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, indicaba: "En el momento de la investigaci¨®n (junio 2010) no se hab¨ªa detenido a ning¨²n perpetrador (...) La capacidad de respuesta caso a caso es limitada, y pone de manifiesto la ausencia de un mecanismo sistem¨¢tico para combatir los casos de violencia sexual y de g¨¦nero". Uno de los problemas no resueltos, por ejemplo, es la reubicaci¨®n de las v¨ªctimas para evitar que vuelvan a sufrir estas agresiones. Como no hay sitio adonde llevarlas, ha ocurrido en algunos casos que, despu¨¦s de atreverse a hacer la denuncia, vuelven a sus refugios y de nuevo las alcanzan los mismos u otros violadores.
La tasa de embarazos en Puerto Pr¨ªncipe tambi¨¦n ha aumentado de 4% a 12% en el ¨²ltimo a?o, seg¨²n cifras de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Muchos de ellos son consecuencia de la violencia sexual. Hay un par de factores, sin embargo, que distorsiona las cifras reales. En Hait¨ª, el embarazo adolescente no existe porque las mujeres son mujeres a los 12 a?os, y si una ni?a de esa edad se embaraza, la familia no suele investigar ni denunciar si detr¨¢s de su pre?ez hay una violaci¨®n. Por otra parte, apenas desde 2005 comenz¨® a ser delito la violaci¨®n intrafamiliar.
Si bien Amnist¨ªa Internacional menciona en su informe que la Misi¨®n de Estabilizaci¨®n de las Naciones Unidas en Hait¨ª (Minustah) y las diversas agencias de la ONU han ayudado al Gobierno de Ren¨¦ Preval a enfrentar el problema, se?ala tambi¨¦n que "no se est¨¢n tomando suficientes medidas para garantizar la protecci¨®n de las mujeres y las ni?as en la inmensa mayor¨ªa de los campamentos". Las agencias hacen sus aportes, pero insisten en que no tienen capacidad de sustituir al Estado.
Durante 2010, el Fondo de Poblaci¨®n de Naciones Unidas (UNFPA, en sus siglas en ingl¨¦s) instal¨® un total de 75 l¨¢mparas solares en las letrinas y en los dep¨®sitos de agua de algunos campamentos para contribuir a la seguridad. "Las ponemos en postes, bien altas, para que no las roben", explic¨® a EL PA?S un funcionario.
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