El l¨ªder electo de Costa de Marfil pide a La Haya que indague cr¨ªmenes de su rival
Ouattara dice que el presidente saliente orden¨® asesinatos a sus mercenarios
"Laurent Gbagbo tiene sangre en sus manos. Ha ordenado a agentes extranjeros el asesinato de ciudadanos", asegur¨® ayer Alassane Ouattara, el candidato vencedor de las elecciones del 28 de noviembre en Costa de Marfil y que contin¨²a recluido en un hotel de Abiy¨¢n a la espera de que el actual presidente, Laurent Gbagbo, abandone el poder. "Por supuesto que tenemos pruebas. Ya he escrito al secretario general de Naciones Unidas para pedir que el Tribunal Penal Internacional env¨ªe un equipo de investigaci¨®n. Me han dicho que as¨ª se har¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas", declar¨® a la cadena de radio Europe 1.
Ouattara tambi¨¦n ha alentado a las potencias internacionales a endurecer las sanciones econ¨®micas ya impuestas y las prohibiciones de viajar a Gbagbo y a sus colaboradores. Pero el presidente saliente, de momento, no cede. Es m¨¢s, ha hecho llamamientos para que las fuerzas de Naciones Unidas abandonen Costa de Marfil. En vano. La ONU anunci¨® el mi¨¦rcoles el env¨ªo de entre 1.000 y 2.000 militares m¨¢s para que se sumen a los 10.000 ya desplegados en el pa¨ªs africano. Ouattara tambi¨¦n ha reclamado a la Comunidad Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental (CEDEAO) que debe ser fiel a su advertencia de intervenci¨®n militar si Gbagbo no entrega el poder, una apuesta complicada de ejecutar.
La ONU cree que los leales a Gbagbo impiden el acceso a dos fosas comunes
Mientras, el goteo de muertes contin¨²a. Simon Munzu, jefe de la ONU en Abiy¨¢n, se?al¨® ayer que la violencia ha causado 210 v¨ªctimas mortales desde el d¨ªa de los comicios. Grupos de derechos humanos han informado de la presencia de mercenarios liberianos a las ¨®rdenes de Gbagbo y la ONU ha criticado que encapuchados a las ¨®rdenes del presidente derrotado impiden el acceso a los lugares donde, seg¨²n sospecha la ONU, hay dos fosas comunes.
En el barrio de Abob¨®, al noroeste de Abiy¨¢n, saben algo de este estallido de violencia. Abob¨® est¨¢ hecho de barro y chatarra, y en las aceras hay cientos de talleres mec¨¢nicos y tiendas improvisadas. Es un barrio pobre y musulm¨¢n, donde casi todo el mundo apoya a Ouattara. De aqu¨ª sali¨® la manifestaci¨®n que el 16 de diciembre acab¨® con una treintena de muertos por disparos de la polic¨ªa de Gbagbo.
Miles de personas se echaron a la carretera para emprender un camino de tres horas a pie hasta la sede de la televisi¨®n estatal, a la que acusaban de utilizar propaganda y de difundir unos resultados de las elecciones manipulados. "No llegamos lejos", dice Bacarie, de treinta y tantos a?os. La entrevista con Bacarie y su colega Ahmed, ambos mec¨¢nicos, es en el interior de un coche porque temen llamar la atenci¨®n si se le ve hablando con un periodista. "Todos estamos muy nerviosos desde lo que pas¨®. Las milicias de Gbagbo entran por la noche en Abob¨® y te llevan a la comisar¨ªa para interrogarte. Algunos han vuelto, pero otros no", relata.
"Yo sal¨ª ese d¨ªa a las siete y media de la ma?ana. Era una manifestaci¨®n pac¨ªfica. Ninguno llev¨¢bamos armas, como ha dicho la gente de Gbagbo. Ya hubo tiros en el primer puesto de polic¨ªa, aqu¨ª a la salida, pero seguimos. Un poco m¨¢s adelante nos topamos con un puesto de control m¨¢s fuerte. Eran mercenarios. No eran de aqu¨ª. Empezaron a disparar y la gente sali¨® corriendo. Dos colegas m¨ªos murieron a mi lado. Cuando llegu¨¦ aqu¨ª me dijeron que mi hermano hab¨ªa muerto en otra parte de la manifestaci¨®n".
Nabi, de 32 a?os y miembro del partido de Ouattara (RHDP), fue denunciado hace unos d¨ªas por un hombre que vive muy cerca de su casa. Le acusaba de tener armas. "La polic¨ªa vino a las tres de la ma?ana a registrar. No encontraron nada y se fueron. S¨¦ qui¨¦n me denunci¨®. Aqu¨ª es as¨ª, sin pruebas alguien va y da tu nombre", dice Nabi.
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