'El sentido del humor es ley para m¨ª'
Nacer bajo una dictadura, incluida la del proletariado, puede ser una tragedia. Pero los reg¨ªmenes totalitarios ofrecen tambi¨¦n grandes posibilidades para la comedia. La periodista y escritora Katia Metelizza (Mosc¨², 1968), que adem¨¢s es lo bastante joven como para haber escapado a los a?os negros del estalinismo, ha preferido la risa al llanto a la hora de lanzarse a la escritura. Su mirada al pasado, y al presente, se apoya en la iron¨ªa, consciente de que el devenir humano no alcanza casi nunca la ¨¦pica. Nuevo alfabeto ruso, el primer libro de la autora que acaba de publicar en castellano la editorial Demipage, en una cuidada edici¨®n con ilustraciones retro de Jean-Fran?ois Mart¨ªn, es un himno al optimismo.
"Dostoievski ha sido mi escritor favorito desde que era joven. Tolst¨®i me parec¨ªa su antagonista, en el plano art¨ªstico"
Lo primero que percibe el lector al abrirlo es el humor que rezuma por todas partes. ?Tan importante es re¨ªrse? "Lo m¨¢s importante", explica Katia Metelizza por correo electr¨®nico, recurriendo, a veces, a palabras en espa?ol, aunque pide de inmediato perd¨®n por su desconocimiento de la gram¨¢tica de un idioma que, explica, no ha estudiado. As¨ª, pues, del humor dice que "es la ¨²nica arma". El arma principal. "Nadie deber¨ªa tomarse a s¨ª mismo demasiado en serio. Para m¨ª, el humor es ley".
?Qu¨¦ decir de la ex URSS? A Metelizza se le ocurren muchas cosas, pero opta por hablar de la kolbasa, t¨ªpica salchicha rusa, alimento hiperpopular, o de los ubicuos arenques. Uno y otro alimentos contienen algo de la esencia de aquella patria, que se desvaneci¨® hace casi dos d¨¦cadas. Hoy la madre Rusia es otra cosa. "No cabe duda de que es una madre soltera, una madre soltera con familia numerosa", nos dice Metelizza en el cap¨ªtulo titulado Patriotismo de su libro. Metelizza naci¨® y vivi¨® su infancia bajo el r¨¦gimen comunista, se educ¨® en ese ambiente de ni?os pioneros, patriotismo ciego y atm¨®sfera claustrof¨®bica y fue testigo despu¨¦s del desmoronamiento de la URSS y de la llegada de un nuevo sistema pol¨ªtico repleto de desigualdades y anacronismos. Mucho se ha escrito de esa brutal transici¨®n, pero Metelizza no hurga en heridas, no juzga, ni proclama, se limita a recordar, con humor, las liturgias de un pasado que sigue, de alguna forma, ah¨ª. ?Siente nostalgia de los viejos tiempos?
"Hay un t¨¦rmino en el argot cinematogr¨¢fico, "naturaleza que se desvanece". Esa es mi actitud. Simplemente, intento ver, sentir y describir las cosas que se desvanecen. Aunque yo no dir¨ªa que siento nostalgia del pasado. En absoluto. Simplemente recuerdo con amor mi infancia. ?Y qui¨¦n no?", responde la escritora.
Leyendo su libro, se observa una iron¨ªa casi tierna en la descripci¨®n del pasado, mientras el presente est¨¢ visto con un prisma de humor mucho m¨¢s corrosivo. Por ejemplo, en el cap¨ªtulo Aterrizando, Metelizza describe las colas en el aeropuerto Sheremetyevo (Terminal 2), refiri¨¦ndose a ellas como una "instituci¨®n". "Los aduaneros rusos, mujeres y hombres, no tienen la costumbre (?la orden?) de desear a sus conciudadanos un vuelo agradable; se limitan a un lac¨®nico '?siguiente!". A cambio reciben un educado, en ocasiones, incluso servil, "gracias". Cada letra del alfabeto le sirve a Metelizza para describir los vicios (y alguna virtud) de su pa¨ªs. Nuevos ricos fascinados con lo extranjero, desastres burocr¨¢ticos, desorganizaci¨®n. Un Mosc¨² inabordable, urbanizado sin l¨®gica, y unos taxistas que se resisten a reconocer su ignorancia y se aventuran sin mapa por la ciudad. Metelizza parece encari?ada, en cambio, con las dachas, las casitas de campo, casi siempre modestas, en las que la gente de la ciudad acumula objetos viejos y en desuso, de los que nadie quiere desprenderse.
La escritora se r¨ªe de todo y de todos, pero no con una carcajada. Hay m¨¢s sonrisa, indulgencia hacia la fatal condici¨®n humana, que aut¨¦ntico sarcasmo. Pongamos por ejemplo algunas normas de la higiene moscovita, como la que lleva a las autoridades a cortar el agua caliente un mes al a?o. Un fil¨®n para los humoristas que a Metelizza le da para un cap¨ªtulo entero, el de la letra 'e' de su nuevo alfabeto. "El Gran corte anual de agua caliente. Es la manifestaci¨®n de un poder superior, de un intelecto m¨¢s elevado, que se divierte sometiendo a los ciudadanos de la capital rusa a una peque?a prueba de superaci¨®n anual", escribe.
Tambi¨¦n hay aspectos c¨®micos en la vida presente y pasada de la autora. El nuevo alfabeto se nutre del pasado, no lo olvidemos. En el cap¨ªtulo Calcetines, medias y panties recuerda el odio que le inspiraron (?ideol¨®gico?) sus primeros panties. Un par de leotardos azul claro "que proven¨ªan de una rep¨²blica sovi¨¦tica del B¨¢ltico. Me los trajo un conocido. Se me aparecieron, literalmente, como una manifestaci¨®n de la civilizaci¨®n occidental, como una encarnaci¨®n de Occidente. Los odi¨¦ de inmediato".
Metelizza, que comenz¨® su carrera como periodista (colabor¨® en los noventa con la BBC, o Radio Libert¨¦, y escribe una columna en el diario ruso Nezavissimaya Gazeta), ha publicado cuatro libros con recopilaciones de sus art¨ªculos: Abecedario de la vida, Amor, La barba de pap¨¢ y Kirchen, K¨¹che, Kinder. Nuevo alfabeto ruso es una selecci¨®n de textos de los dos primeros libros. Para muchos, los temas escogidos, notas menores de la vida cotidiana, pueden ser sin¨®nimo tambi¨¦n de escritura menor. A Metelizza no le importa. "Puede ser que me consideren una escritora menor, no me asusta lo m¨¢s m¨ªnimo, nunca he buscado nada m¨¢s. Lo que realmente me asustar¨ªa es parecer un profundo tonto. Alguien con barba (en espa?ol en el mensaje), con la pretensi¨®n de ser un gran escritor ruso. Bueno, incluso sin barba y sin ser tonto, pero pretendiendo ser profundo y apabullante. Cada uno tiene que cultivar su propio jard¨ªn, palabras clave; la ¨²nica filosof¨ªa verdadera. ?No son m¨¢s valiosos los detalles y las circunstancias reales, los sentimientos aut¨¦nticos (no tienen por qu¨¦ ser femeninos, sino, simplemente los de cada uno), que las frases generales, vac¨ªas en muchos casos? Desde luego, yo creo que s¨ª".
Es curioso que Metelizza, con sus dotes de humor y superficialidad se declare devota de un escritor como Fedor Dostoievski, un alma atormentada. Cuando se le pregunta por las influencias que han dejado en su prosa los grandes autores rusos, empieza por citar al autor de Crimen y castigo. "Dostoievski ha sido mi escritor favorito desde que era muy joven, y todav¨ªa hoy sus novelas me parecen lo mejor del mundo", dice. "?Se ha fijado en lo graciosa que es su novela El idiota? Por no hablar del misterio que rodea a Los hermanos Karamazov. Los h¨¦roes de Dostoievski son inconsecuentes, lo mismo que los seres humanos. O al menos, como sol¨ªamos serlo los rusos. Me encanta ese rasgo".
El otro gran mito ruso, Le¨®n Tolst¨®i, fue durante a?os un escritor irritante para ella. "Durante mucho tiempo lo vi como una especie de antagonista de Dostoievski, en tanto que artista. Su estilo moralizador, su manera impertinente de analizar, de ense?ar... ?l y toda la escuela que creci¨® a su alrededor me irritaban tanto que, incluso, escrib¨ª una pol¨¦mica novela gr¨¢fica, basada en Anna Karenina. Porque, aunque sea sorprendente, Anna me gustaba much¨ªsimo como persona. Y en el fondo adoraba al gran artista que la cre¨®, tan viva, c¨¢lida y encantadora. Pero odiaba al mismo tiempo a ese escritor moralista que decide matarla, y la mata. Y con eso cumple una venganza. Un asesinato".
Con los a?os, su juicio sobre Tolst¨®i se ha modificado. "Tal vez solo ahora puedo decir que estoy empezando a entender a Tolst¨®i. Era una persona que, probablemente, ten¨ªa sus dudas. Durante toda su vida, hasta el final, intent¨® buscar a Dios dentro de s¨ª mismo, se volvi¨® hacia el budismo... Pero, claro, supongo que hay que ser ya adulto para entender a Tolst¨®i. Su camino personal es m¨¢s importante que su literatura. Hay otro escritor ruso para "adultos" que me gusta mucho, Ant¨®n Ch¨¦jov, es enormemente triste, ¨¢spero. Recoge todo el dolor del mundo. Social y personal".
Hay muchos m¨¢s autores que han marcado su visi¨®n de la escritura y de la vida. "Nikol¨¢i G¨®gol es brillante, fant¨¢stico. El mejor para m¨ª, una verdadera delicia. Por no hablar de Alexandr Pushkin, cuya influencia en el lenguaje ruso moderno es tan grande que ninguno de nosotros estamos libres de ella. Pero si hablo de m¨ª, de la influencia que han dejado en m¨ª los escritores rusos, tengo que mencionar a una escritora que vivi¨® a caballo de los siglos XIX y XX (tras la revoluci¨®n comunista emigr¨® a Francia y se instal¨® all¨ª), su seud¨®nimo era Taffy. Sus historias cortas se han publicado en revistas y en peri¨®dicos. Siempre son graciosas. Un estilo ligero, pero preciso y agudo. Era muy famosa, incluso el zar Nicol¨¢s confes¨® que era la ¨²nica escritora que hab¨ªa le¨ªdo. Ten¨ªa un rasgo fundamental (poco com¨²n entre los escritores rusos, por cierto). Cuando le preguntaban de d¨®nde sacaba a sus rid¨ªculos personajes, siempre respond¨ªa: "Del espejo". Una posici¨®n muy importante, tanto ¨¦tica como est¨¦ticamente", dice Metelizza. "Siempre procuro no ser muy seria, y mantener mis dudas. Siempre hay m¨¢s preguntas que respuestas, pero qui¨¦n sabe cu¨¢les son m¨¢s importantes".
Nuevo alfabeto ruso. Katia Metelizza. Ilustraciones de Jean-Fran?ois Martin. Traducci¨®n de Marian Womack. Demipage. Madrid, 2010. 160 p¨¢ginas. 20 euros.
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