Rajoy contra el fantasma de Aznar
El l¨ªder del PP intenta desembarazarse desde 2008 de dirigentes vinculados a su predecesor
Se considera que el aznarismo se inici¨® en agosto de 1989, cuando cuatro dirigentes destacados de Alianza Popular viajaron a Perbes a proponerle a Manuel Fraga que aupara a la presidencia del partido a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, entonces presidente de Castilla y Le¨®n. Y se suele dar por bueno que el aznarismo muri¨® en mayo de 2008 en el congreso del PP de Valencia en el que Mariano Rajoy, tras su segunda derrota electoral, decidi¨® desembarazarse de todo lo que oliera a quien le se?al¨® con su dedo para liderar el partido en las generales de 2004. La ¨²ltima batalla, hasta el momento, de esa guerra de Rajoy contra la alargada sombra de Aznar y el ala m¨¢s dura del PP se desarrolla ahora contra Francisco ?lvarez-Cascos.
En Perbes estuvieron Rodrigo Rato, Federico Trillo, Juan Jos¨¦ Lucas y Francisco ?lvarez-Cascos. De ellos, solo Trillo, incombustible, se mantiene en la direcci¨®n del PP. Fue el encargado de redactar los estatutos del refundado PP y sigue siendo el que controla la pol¨ªtica judicial del partido, su estrategia de defensa en los casos que le afectan y casi la Administraci¨®n de Justicia espa?ola en su conjunto. Rato est¨¢ hoy alejado de la pol¨ªtica y preside Caja Madrid; Lucas est¨¢ aparcado en el Senado y sin influencia en el PP, y esta semana Cascos ha dejado su militancia, tras el portazo de Rajoy a su candidatura en Asturias. El l¨ªder del PP no quer¨ªa tener en Asturias un bar¨®n incontrolable, que actuara como lo hizo Manuel Fraga en Galicia, cuando Rajoy no pod¨ªa ni poner un pie en el partido en su comunidad. Sobre todo no quer¨ªa que Cascos arruinara la imagen de renovaci¨®n y centrismo que quiso imprimir en el congreso de Valencia. Cascos, en realidad, nunca ha sido amigo de Aznar, pero s¨ª es identificable con el ala m¨¢s dura del PP y con el partido que lleg¨® al poder en 1996 y, por eso, fue el d¨®berman del v¨ªdeo del PSOE.
En ese congreso, Rajoy decidi¨® dar un giro y librarse del aznarismo, con el que hab¨ªa intentado convivir hasta su segunda derrota electoral. Proclam¨® que quer¨ªa formar su propio equipo y, en su af¨¢n por matar al padre, dej¨® una larga lista de ca¨ªdos por Rajoy. Y lo hizo sin piedad.
De una tacada acab¨® con Eduardo Zaplana, con ?ngel Acebes, con Gabriel Elorriaga y con Carlos Aragon¨¦s, entre otros muchos dirigentes que hab¨ªa heredado cuando fue designado sucesor. Fueron sustituidos por Dolores de Cospedal, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa y Esteban Gonz¨¢lez Pons, entre otros nuevos dirigentes de su estricta confianza y sin apenas relaci¨®n con el aznarismo. En ese proceso de renovaci¨®n para borrar las huellas del pasado hay una excepci¨®n notable: Javier Arenas. El l¨ªder del PP andaluz, que ya tuvo un papel relevante con Aznar, no solo sobrevivi¨® a la depuraci¨®n, sino que estuvo a punto de ser secretario general y se convirti¨® en uno de los dirigentes m¨¢s influyentes en el partido, si no el m¨¢s influyente. Arenas tiene poder sobre Rajoy de la forma en la que se tiene m¨¢s poder: sin que se note y sin tener que asumir, por tanto, la responsabilidad por los posibles errores. En otros escalones se han mantenido dos dirigentes que tambi¨¦n proceden de la etapa de Aznar, pero que tienen en su trayectoria una l¨®gica distinta del resto: Ana Mato y P¨ªo Garc¨ªa Escudero.
Mato trabaj¨® con Aznar desde que era presidente de Castilla y Le¨®n, pero Rajoy busc¨® en ella el conocimiento del partido y la eficacia en el d¨ªa a d¨ªa, sin que se le conozcan aspiraciones que generen rivalidad, indisciplina o heterodoxia por su pasado aznarista. Y Garc¨ªa Escudero procede de la etapa anterior y se mantiene como portavoz en el Senado, pero fundamentalmente porque es amigo personal de Rajoy y es bien sabido que entre la placidez y la ambici¨®n ¨¦l ha elegido hace tiempo la primera opci¨®n. Por motivos distintos cay¨® entonces Esperanza Aguirre del n¨²cleo duro del PP. Cay¨® por sus amagos de aspirar a liderar el partido, m¨¢s que por su reconocido aznarismo, pero su cabeza se exhibe desde ese congreso en la galer¨ªa de ilustres ca¨ªdos por Rajoy, situada en el hall de la sede de G¨¦nova. En ese congreso, Rajoy hizo que los suyos derrotaran enmiendas a las ponencias defendidas por el obstinado Cascos para mostrarle claramente el camino de salida del poder del partido. El que fuera la mano de hierro de Aznar en el PP estaba, te¨®ricamente, alejado de la pol¨ªtica y no representaba ninguna amenaza para el l¨ªder del partido, hasta que decidi¨® volver, empe?ado en ser candidato en Asturias. Cuando ha querido volver lo ha hecho con su estilo, es decir, pisando todos los charcos que encontraba en su camino y buscando otros que pudieran salpicar a todos, incluido a s¨ª mismo. El l¨ªder del PP estaba dispuesto, pese a todo, a aceptar a Cascos, pero su exigencia de un congreso asambleario en Asturias y las heridas que provoc¨® decidieron su defenestraci¨®n. Y Rajoy le ha aplicado su estrategia habitual de dejar crecer el problema para acabar cort¨¢ndole la cabeza sin piedad. Otro fantasma del pasado que se ha quitado de en medio. Y seguro que lo que m¨¢s le ha dolido es que se le haya comparado con Jorge Verstrynge, tambi¨¦n ex secretario general del PP que acab¨® combatiendo al partido que le lanz¨® a la pol¨ªtica. Aznar no ha movido estos d¨ªas un dedo para interceder por Cascos.
En el valle de los ca¨ªdos de Rajoy figuran los dos que compitieron con ¨¦l por la sucesi¨®n: Rato y Jaime Mayor Oreja. De hecho, los cuatro personajes de aquella escena surrealista de septiembre de 2003 en La Moncloa quedaron marcados para siempre. No olvidar¨¢n el d¨ªa en el que Aznar reuni¨® a los tres aspirantes, levant¨® el dedo ¨ªndice y lo dirigi¨® hacia Rajoy. Aznar no lo olvidar¨¢ porque le termin¨® saliendo fatal la sucesi¨®n que dise?¨®; Rajoy porque le ha perseguido la deslegitimaci¨®n del dedazo; Rato porque se ve¨ªa candidato, porque pens¨® el 14 de marzo de 2004 que ¨¦l s¨ª hubiera ganado las elecciones y, por eso, se sentir¨¢ siempre casi presidente, y Mayor Oreja porque es obvio que a¨²n no se ha recuperado. Este ¨²ltimo es portavoz en el Parlamento Europeo y est¨¢ en la c¨²pula del partido, pero ni los suyos le escuchan y le creen la cantinela de la negociaci¨®n con ETA. La lista de ca¨ªdos la completa un rosario de dirigentes y ex ministros del aznarismo: Mar¨ªa San Gil, Josep Piqu¨¦, Juan Costa... Y Manuel Pizarro, al que Rajoy mat¨® de aburrimiento. Primero utiliz¨® su fichaje estrella para las elecciones de 2008, aunque seg¨²n algunas versiones fue m¨¢s por sugerencia del aznarismo, y termin¨® siendo el juguete roto que, aburrido de no hacer nada, dio el portazo.
Con el ¨²nico foco de la Comunidad de Madrid, con Esperanza Aguirre y los suyos atrincherados como los habitantes de la aldea gala de Asterix, Rajoy ha logrado aislar el aznarismo en FAES. La ¨²nica contraindicaci¨®n a la que se enfrenta es escuchar, de vez en cuando, mensajes disonantes con el suyo y su estrategia. Pero el hecho de que las encuestas den por casi segura una victoria electoral del PP adormece a los cr¨ªticos. Nada une m¨¢s que la cercan¨ªa al poder y nada deja a los l¨ªderes las manos m¨¢s libres para depurar a quien le perturba.
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