Todo el poder para m¨ª
Francisco ?lvarez-Cascos se postula en el Principado como un l¨ªder que necesita manos libres y un partido a su servicio
Francisco ?lvarez-Cascos ha hecho de su vida una pasi¨®n por la pol¨ªtica y de la pol¨ªtica una pasi¨®n por el poder. En sus 34 a?os de militancia -hasta el pasado d¨ªa 1, en que se fue del PP, desairado por la decisi¨®n del partido de descartarlo como candidato al Principado -, Cascos ha ejercido, all¨ª donde tuvo parcelas de decisi¨®n, un estilo de direcci¨®n fundamentado en el ordeno y mando ("general secretario", se le llam¨® en el partido en los a?os en que desempe?¨® la secretar¨ªa general), sin tolerar la menor discrepancia y recurriendo no pocas veces a las decisiones col¨¦ricas y vehementes. La fractura del PP asturiano en 1998-1999 por el feroz ataque -a¨²n hoy inexplicado por Cascos- a su amigo Sergio Marqu¨¦s puso de manifiesto una concepci¨®n del poder que ha vuelto a aflorar en el nuevo intento de ruptura que est¨¢ tratando de propiciar en el PP de Asturias al convocar a su militancia a que lo secunde en un nuevo proyecto pol¨ªtico.
Cascos no llam¨® al partido para ofrecerse. Se hab¨ªa dado de baja del PP asturiano con un portazo en 2004
Se sab¨ªa poco querido en la c¨²pula del partido regional tras haber roto relaciones con casi todos sus dirigentes
Lo que buscaba el ex ministro era un plebiscito en la calle que le aclamase como ¨²nico l¨ªder del PP
Los dirigentes del PP asturiano han seguido una norma con Cascos: darle siempre la raz¨®n, pero no hacerle caso
Cascos tuvo en su mano ser lo que quer¨ªa: candidato del PP a la presidencia de Asturias. El alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, viaj¨® a Madrid la pasada primavera para ofrecerle su apoyo. El presidente del PP de Asturias, Ovidio S¨¢nchez, hizo lo mismo y le propuso al presidente nacional, Mariano Rajoy, que designase a Cascos. Y el ex ministro asegura que Rajoy le dio palabra de su apoyo. Pero el empe?o de Cascos por supeditar su candidatura a que se le diesen todos los poderes en el PP asturiano y su constante convocatoria a la movilizaci¨®n de las bases (la "marea creciente") para arrollar a una direcci¨®n regional con la que nunca acept¨® sentarse a negociar colmaron la paciencia de todos.
Su personal sentido del poder le ha llevado hoy al ostracismo. El discurso al que ahora se abraza es justo la ant¨ªtesis de todo cuanto combati¨® con sa?a en 1998-1999. Entonces dijo combatir el "fulanismo" en el PP y hoy supedita su lealtad al partido a que este se rinda en Asturias al casquismo. Entonces sostuvo que prefer¨ªa "partido sin Gobierno que Gobierno sin partido" y ahora renuncia al partido porque no le permite aspirar al Gobierno. Su nuevo proyecto pol¨ªtico latente se basa, dice, en recuperar "el orgullo de ser asturiano" y la dignidad de Asturias, pero nadie ha hecho jam¨¢s un ataque contra las instituciones auton¨®micas asturianas como el que ¨¦l desencaden¨® desde Madrid en 1998, y nadie como ¨¦l hizo desaires y desplantes a los presidentes leg¨ªtimos de Asturias.
En esa visi¨®n utilitarista y pragm¨¢tica de las convicciones, Cascos reprocha a Rajoy que, al designar como candidata al Principado a la teniente de alcalde ovetense, Isabel P¨¦rez-Espinosa, haya avalado los "insultos" de los que asegura haber sido objeto por parte del alcalde de Oviedo, quien se refiri¨® a ¨¦l como "sexagenario" y "gal¨¢ctico", y calific¨® como "kale borroka" el llamamiento de algunos casquistas a quemar peri¨®dicos cr¨ªticos con Cascos. En esa l¨ªnea de reproches, tampoco ha aceptado ser entrevistado por este peri¨®dico.
Cascos puso en marcha su operaci¨®n de vuelta a la primera l¨ªnea de la actividad pol¨ªtica en el verano de 2009. Faltaban menos de dos a?os para las elecciones auton¨®micas y el PP asturiano carec¨ªa de candidato.
El presidente regional, Ovidio S¨¢nchez, se hab¨ªa descartado en 2007, despu¨¦s de tres derrotas electorales consecutivas. El PP de Oviedo, en poder del alcalde ovetense, Gabino de Lorenzo, principal poder f¨¢ctico en la organizaci¨®n, no deseaba una cuarta derrota del mismo candidato. As¨ª que, a mediados de 2009, estaba sin decidir qui¨¦n ocupar¨ªa el lugar de S¨¢nchez en la lista al Principado. La oportunidad era excepcional porque el PSOE llevaba 12 a?os consecutivos gobernando Asturias y su tendencia electoral era descendente en la comunidad, aunque no en los municipios. Y las encuestas eran favorables al PP en toda Espa?a.
Pero ?lvarez-Cascos no llam¨® al partido para ofrecerse. Se hab¨ªa dado de baja del PP asturiano con un portazo en 2004 y hab¨ªa trasladado su militancia a Madrid. Llevaba cinco a?os sin apenas contactos con la estructura de poder regional del partido y hab¨ªa pronunciado juicios muy duros contra la gesti¨®n de los populares asturianos, con los que estaba muy dolido por la acelerada p¨¦rdida de influencia de los casquistas en la vida org¨¢nica e institucional.
No exist¨ªa interlocuci¨®n. Y Cascos apenas puso inter¨¦s en restablecerla. Desde el minuto uno, su estrategia para retornar a Asturias y a la vida p¨²blica no fue seguir la v¨ªa estatutaria, sino la aclamaci¨®n popular. Sabedor de que se hab¨ªa cerrado demasiadas puertas en el PP regional, entendi¨® que solo le cab¨ªa volver a lo grande, llevado en volandas por un gran movimiento popular, transversal y supraideol¨®gico ("una gran marea", dijo Cascos) que hiciera saltar por los aires pestillos y cerraduras, y obligara al PP asturiano a plegarse, sin condiciones, ante el retorno del gran l¨ªder.
Solo en esas circunstancias, solo si el partido le dejaba manos libres para reorganizar, podar y decidir, asumir¨ªa la candidatura a la presidencia del Principado. Para Cascos (y a¨²n m¨¢s para los casquistas, que le ven¨ªan pidiendo hace tiempo una operaci¨®n de auxilio que les rescatase del ostracismo al que se hab¨ªan visto relegados en el partido), el control de las listas y, a¨²n m¨¢s que esto, recuperar el poder org¨¢nico en el PP asturiano era mucho m¨¢s importante que ganar las elecciones auton¨®micas. Lo capital era garantizarse el dominio de las estructuras internas de la organizaci¨®n.
Por eso Cascos puso como condici¨®n para encabezar la lista al Principado que se celebrase de inmediato, con dos a?os de anticipaci¨®n, un congreso del PP regional. Y por eso sus afines reprocharon al partido la tibieza con la que los dirigentes expresaban su disposici¨®n a acoger al ex ministro, condicion¨¢ndola a que estuviese dispuesto a colaborar con el proyecto que ya estaba en marcha. "A los gal¨¢cticos hay que ir a buscarlos a casa. No basta con decir que pueden venir", le replic¨® al alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, el hasta hace unos d¨ªas diputado auton¨®mico Pelayo Roces, uno de los alfiles de Cascos.
Durante meses, el culebr¨®n Cascos se dirimi¨® en una cansina partida de pimp¨®n. El PP astur aseguraba que el ex ministro ten¨ªa las puertas abiertas y que si quer¨ªa ser candidato, solo ten¨ªa que pedirlo y comunicarlo a la direcci¨®n. Pero Cascos no estaba dispuesto a solicitar su alta en las filas del PP asturiano y mucho menos a ofrecerse como candidato. Se sab¨ªa poco querido en la c¨²pula del partido regional tras haber roto relaciones con casi todos sus dirigentes y no quer¨ªa arriesgarse a un rechazo. Y aunque se le dieron garant¨ªas de que si se postulaba oficialmente, se le aceptar¨ªa como cabeza de lista, el ofrecimiento era para ¨¦l un regalo envenenado. Para ser candidato ten¨ªa que solicitarlo, reunirse con la direcci¨®n de la que llevaba a?os distanciado y acceder a negociar lista y programa. Y, a¨²n peor, ten¨ªa que aceptar el statu quo existente: el reparto de poder emanado de los ¨²ltimos congresos locales y regional.
Para Cascos, eso supon¨ªa convivir con gente con la que se enfrent¨® y a la que menospreci¨® en los ¨²ltimos a?os (la direcci¨®n regional, diputados auton¨®micos, los presidentes locales de Gij¨®n y de Avil¨¦s, entre otros) y aceptar la marginaci¨®n de los casquistas en aquellas juntas (sobre todo en la de Gij¨®n) de las que fueron barridos en los ¨²ltimos congresos tras d¨¦cadas de f¨¦rrea hegemon¨ªa. "Yo no voy a ser un florero", replic¨® Cascos el pasado diciembre en Siero.
Para promover un movimiento de masas que reclamase su vuelta y que no dejase otra opci¨®n al PP que implorar su regreso, Cascos lanz¨® en junio de 2009 una campa?a de ataques al Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero acus¨¢ndolo de haber "prostituido" la magna obra de la variante ferroviaria de Pajares que el Gobierno de Aznar, con Cascos en Fomento, hab¨ªa aprobado en febrero de 2003. Esta gigantesca perforaci¨®n bajo la Cordillera Cant¨¢brica para permitir la entrada del AVE en Asturias hab¨ªa sido dise?ada, seg¨²n el ex ministro, para uso exclusivo de la alta velocidad ferroviaria y solo para pasajeros, en pie de igualdad con los modernos trazados de los que estaban siendo dotadas otras comunidades. La desnaturalizaci¨®n de ese proyecto, seg¨²n Cascos, con su redefinici¨®n como variante ferroviaria para alta velocidad, pero de uso mixto por trenes de viajeros y de mercanc¨ªas, condenaba a Asturias a la "hemiplej¨ªa ferroviaria" y constitu¨ªa, dijo, una agresi¨®n a los intereses asturianos. Con esta excusa, el 5 de julio hizo p¨²blica, a trav¨¦s de personas de su entorno, que, a la vista de este ataque a Asturias, estaba considerando su vuelta a la batalla pol¨ªtica, de la que se hab¨ªa apartado cinco a?os antes, para defender la dignidad de su tierra.
A partir de ese momento, Cascos y cargos p¨²blicos afines a ¨¦l -el diputado nacional Isidro Fern¨¢ndez Rozada, el diputado auton¨®mico Pelayo Roces, el ex diputado Isidro Mart¨ªnez Oblanca y otros- realizaron declaraciones y publicaron cartas y art¨ªculos en la prensa regional invocando la necesidad de una gran movilizaci¨®n de los asturianos. El mismo Cascos expres¨® su deseo de "sumar la voz, una vez m¨¢s, a la de todos los asturianos indignados con estos atropellos" y reclam¨® "una respuesta democr¨¢tica contundente de la sociedad asturiana que permita poner fin a esta marginaci¨®n, devolviendo a Asturias el AVE hurtado". Oblanca dijo: "?C¨®mo no vamos los asturianos a pedir a gritos que vuelvan aquellos tiempos, que se acaben las tinieblas actuales y que vuelva Cascos a dar luz en esta regi¨®n sumida en la m¨¢s tenebrosa resignaci¨®n?". Rozada fue m¨¢s expl¨ªcito: "Solo una movilizaci¨®n social contundente de los asturianos evitar¨ªa que perdi¨¦ramos el tren". Y a¨²n agreg¨®: "Estoy en condiciones de decir que Cascos est¨¢ valorando si merece la pena volver para hacer algo m¨¢s por Asturias. Pero en la decisi¨®n final el ex ministro tendr¨¢ en cuenta lo que piensen sobre ello los asturianos. Y la mayor contribuci¨®n que la ciudadan¨ªa y el PP pueden hacer es manifestar su adhesi¨®n, su deseo de que gente con probada capacidad de gobierno pueda ser ¨²til a Asturias".
La operaci¨®n Cascos estaba en marcha, pero no segu¨ªa el conducto ordinario, sino las v¨ªas del tren. Lo que buscaba el ex ministro era un plebiscito en la calle que lo aclamase -remedando una hist¨®rica manifestaci¨®n de reclamaci¨®n ferroviaria el 27 de marzo de 1881 en la plaza de la Escandalera en Oviedo-, de suerte que el PP asturiano no tuviese otra opci¨®n que entregarse a sus designios y rendirse a sus condiciones para encabezar la lista al Principado.
El drama para Cascos era que la excusa carec¨ªa de fundamento. Fue el Consejo de Ministros del 21 de febrero de 2003, bajo la presidencia de Aznar y con Cascos en Fomento, el que aprob¨® la variante de Pajares para el paso de pasajeros y mercanc¨ªas pesadas. Y fue ?lvarez-Cascos quien un d¨ªa despu¨¦s, en Oviedo, proclam¨®, orgulloso, su compromiso de que por los nuevos t¨²neles ferroviarios bajo la cordillera transitar¨ªan al a?o 2,16 millones de viajeros, pero tambi¨¦n 4,56 millones de toneladas de carb¨®n de hulla, productos sider¨²rgicos y mercanc¨ªas combinadas en contenedores.
Cascos, que hab¨ªa hecho c¨¦lebre la m¨¢xima de que "solo existe lo que est¨¢ en el Bolet¨ªn Oficial del Estado", intent¨® reescribir la historia y el BOE con la finalidad de enarbolar la bandera del victimismo asturiano (en similares t¨¦rminos a los de su declaraci¨®n p¨²blica el pasado domingo en Oviedo) y alentar con ella un gran movimiento de masas que forzase al PP a proclamarlo l¨ªder para un empe?o hist¨®rico: acabar con el llamado "aislamiento" de Asturias y con las supuestas agresiones a los intereses asturianos por parte de los socialistas.
El llamamiento de Cascos y los casquistas a salir a la calle, como se hab¨ªa hecho en los a?os ochenta y noventa por iniciativa de la Plataforma Pro Variante de Pajares (integrada por partidos, sindicatos, patronales, c¨¢maras de comercio y otros sectores sociales), fracas¨® estrepitosamente. Hab¨ªa sido Cascos quien decidi¨® que "la variante de Pajares se dise?a para tr¨¢fico de viajeros y mercanc¨ªas" (frase literal de la resoluci¨®n del Consejo de Ministros del 21 de febrero de 2003) y fue la Plataforma Pro Variante (incluido el PP) la que con m¨¢s ardor demand¨® durante dos decenios esa magna obra para la salida de productos industriales a la meseta.
Pero la ausencia de movilizaciones populares no arredr¨® a Cascos. Ante la falta de respuesta de la sociedad civil, sus afines pusieron en marcha el plan B, con recogida de firmas entre afiliados y cargos p¨²blicos del PP asturiano y la constituci¨®n de una plataforma denominada Pedimos la Palabra. Desde Internet y las redes sociales se lanzaron foros, peri¨®dicos digitales y webs reclamando la vuelta de Cascos.
La direcci¨®n regional del PP tard¨® meses en creer que realmente Cascos quer¨ªa retornar a la pol¨ªtica activa en Asturias. En privado, su tesis, frente a las evidencias, era que solo buscaba protagonismo p¨²blico y enredar: desgastar las posibilidades electorales del PP regional, a cuya actual direcci¨®n, dec¨ªan, se la ten¨ªa jurada.
El PP asturiano lleva muchos a?os utilizando el doble lenguaje con Cascos. Hasta septiembre pasado, que es cuando arranca la arremetida de De Lorenzo y de la direcci¨®n regional contra el ex ministro, el PP asturiano e incluso aquellos de sus dirigentes que m¨¢s denigrados fueron por el ex secretario general del partido y que m¨¢s desplantes le soportaron en p¨²blico mantuvieron inc¨®lume el discurso un¨¢nime del elogio desmedido al ex ministro. Un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, el PP asturiano era una soflama perpetua de casquismo: nadie jam¨¢s hab¨ªa hecho nada por Asturias hasta que ¨¦l fue miembro del Gobierno y nadie en el futuro har¨ªa jam¨¢s nada que no fuese m¨¦rito de Cascos porque, como hoy ocurre en Asturias con Jovellanos (el ilustrado con quien Cascos lleva d¨¦cadas parangon¨¢ndose), todo cuanto en Asturias existe o fuese a existir en el futuro habr¨¢ sido hecho, programado, ideado o so?ado por ?lvarez-Cascos.
Pero, al tiempo que en p¨²blico se ensalzaba hasta el ditirambo su ejecutoria y su personalidad, en privado los dirigentes regionales no ocultaban su hartazgo con los modos bruscos y autoritarios de Cascos y con su af¨¢n posesivo sobre el partido. Ese doble discurso era tal que incluso cuando en 2009 lanz¨® la campa?a de la supuesta "prostituci¨®n" de la variante de Pajares, algunos de los cargos p¨²blicos que salieron en su apoyo para desgastar al PSOE admit¨ªan en privado que el ex ministro ment¨ªa.
Esa ambivalencia dur¨® hasta hace solo cuatro meses. Hasta septiembre, los rectores del PP asturiano segu¨ªan una norma infalible sobre Cascos: darle siempre la raz¨®n, incluso cuando los abroncaba en p¨²blico, pero no hacerle caso. Y ello fue una causa adicional de irritaci¨®n del casquismo contra el aparato de Asturias.
El distanciamiento de ?lvarez-Cascos de la direcci¨®n regional del PP data de hace algo m¨¢s de una d¨¦cada. En 1998, el PP asturiano se rompi¨® de forma traum¨¢tica. En aquel entonces, el todopoderoso Cascos lanz¨® un ataque inaudito y bronco contra el presidente de Asturias, su hasta entonces amigo Sergio Marqu¨¦s, y contra el ¨²nico Gobierno que ha tenido el PP en el Principado. Hubo insultos, vejaciones, denuncias infundadas y una fracasada moci¨®n de censura del partido contra su propio Ejecutivo. El grupo parlamentario se fractur¨®. Cargos p¨²blicos dimitieron en cascada -algunos lo hicieron con llanto incluido ante los periodistas- por las presiones de Cascos desde Madrid. Y hubo matrimonios en los que uno de sus miembros se qued¨® con Marqu¨¦s y el otro se pas¨® con Cascos. De las filas del PP surgi¨® un nuevo partido: la Uni¨®n Renovadora Asturiana (URAS).
La experiencia fue traum¨¢tica para la militancia y para el partido, pero las consecuencias institucionales para la autonom¨ªa asturiana, casi paralizada durante dos a?os de guerras a cara de perro en las filas conservadoras, no fue menos tremenda.
Cascos, que dirigi¨® la operaci¨®n a golpe de tel¨¦fono desde G¨¦nova y desde la vicepresidencia primera del Gobierno, destituy¨® a fines de diciembre de 1998 al entonces presidente regional y hoy diputado casquista Isidro Fern¨¢ndez Rozada, a quien la situaci¨®n hab¨ªa empezado a afectarle a la salud, e impuso a dedo como m¨¢ximo dirigente en funciones al entonces presidente del Parlamento asturiano, Ovidio S¨¢nchez. Aquella crisis del PP asturiano est¨¢ hoy presente y subyace en todo cuanto acontece en el partido. Lo que se ha vivido en estos meses (la crisis de Cascos contra el PP asturiano) no es m¨¢s que una r¨¦plica de aquel devastador movimiento tel¨²rico. Y los populares no desconoc¨ªan, en la decisi¨®n del comit¨¦ electoral nacional del 31 de diciembre en la que se descart¨® a Cascos como candidato y se proclam¨® a Isabel P¨¦rez-Espinosa, que el PP no ten¨ªa escapatoria en Asturias: o afrontaba esta nueva crisis antes de las elecciones o la dirim¨ªa despu¨¦s. Pero la bomba estaba ah¨ª y nada impedir¨ªa que estallase.
Desde hace una d¨¦cada se ve¨ªa venir que ?lvarez-Cascos, en tanto que l¨ªder relevante e inspirador de una facci¨®n que lleg¨® a ser determinante en el PP asturiano, y la actual estructura de poder org¨¢nico del partido en la comunidad eran dos grandes astros que evolucionaban hacia la colisi¨®n. En octubre de 1999, menos de un a?o despu¨¦s de la entronizaci¨®n de Ovidio S¨¢nchez por Cascos, el 12? congreso regional marc¨® un punto de inflexi¨®n: S¨¢nchez fue ratificado como presidente regional, pero Cascos sufri¨® su primera derrota org¨¢nica en Asturias. No logr¨®, como pretend¨ªa, la sustituci¨®n por un casquista (Isidro Mart¨ªnez Oblanca) del entonces secretario general, Reineiro ?lvarez Saavedra, que hoy, ca¨ªdo en desgracia, es uno de los cinco diputados auton¨®micos que apoyan al ex ministro.
Fue la primera vez que el PP asturiano le dec¨ªa no a Cascos. No hab¨ªa precedente. Aquel congreso supuso adem¨¢s la p¨¦rdida de influencia de la ex diputada nacional Mercedes Fern¨¢ndez, la persona m¨¢s fiel a Cascos durante a?os, y a la que este recuper¨® luego como delegada del Gobierno cuando gobern¨® Aznar. Y adem¨¢s aquel c¨®nclave supuso la entrada en el poder org¨¢nico del PP regional del alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo. Desde entonces, su poder ha ido en ascenso en proporci¨®n directa a la p¨¦rdida de influencia de los casquistas.
Muy enojado con el desenlace, Cascos ya nunca m¨¢s volvi¨® a participar en un congreso regional del PP. La ruptura acababa de empezar. En abril de 2003 hubo un amago de acercamiento entre Cascos y De Lorenzo, pero fue tan ef¨ªmero como todos sus encuentros y desencuentros.
Solo tres meses despu¨¦s, en julio de 2003, se produjo la gran hecatombe para el casquismo. Los afines al entonces ministro de Fomento fueron derrotados en el congreso local de Gij¨®n por una madrile?a afincada en la ciudad: Pilar Fern¨¢ndez Pardo. Francisco ?lvarez-Cascos, gijon¨¦s nacido accidentalmente en Madrid, perd¨ªa por vez primera el control absoluto sobre la junta local de la mayor ciudad de Asturias, que hab¨ªa sido el gran feudo tradicional del poder casquista en Asturias. Cascos denunci¨® "irregularidades" en el congreso que dio la mayor¨ªa a Pardo, arremeti¨® contra el presidente de la mesa (el hoy secretario general del PP asturiano, Fernando Go?i) y lanz¨® la primera andanada contra Ovidio S¨¢nchez: "Yo estoy esperando que el presidente regional nos d¨¦ su parecer sobre este resultado, este congreso, este modelo de partido. Ha habido m¨¢s fontaneros del partido trabajando en este congreso que en las ¨²ltimas elecciones". Casi ocho a?os m¨¢s tarde, los casquistas, derrotados en sucesivos congresos, no han vuelto a recuperar el control del basti¨®n gijon¨¦s.
Desde entonces, la frialdad extrema del ministro Cascos con los dirigentes regionales del PP en sus actos oficiales en Asturias ha sido m¨¢s elocuente. Cascos hac¨ªa ostentaci¨®n de su rechazo y no se tomaba ninguna molestia en disimular.
?lvarez-Cascos solo aguant¨® a?o y medio como afiliado de la junta de Gij¨®n. En diciembre de 2004 dio un sonoro portazo y traslad¨® su militancia a Madrid.
A partir de su marcha, el enfrentamiento con el partido fue creciente. En diciembre de 2004 declar¨®: "No tengo que hablar con nadie en Asturias". Y en mayo de 2005, en un discurso en Siero, el ya ex ministro acus¨® a la direcci¨®n asturiana del PP de "esclerosis por acefalia". En 2007 arremeti¨® contra un diputado auton¨®mico y ex vicepresidente del Gobierno asturiano, Ram¨®n Garc¨ªa Ca?al: "Lleva 20 a?os en cargos pol¨ªticos retribuidos sin que nadie le pida cuentas por los resultados". En el congreso nacional de Valencia, en junio de 2008, el PP asturiano apoy¨® a Rajoy, pero Cascos se mantuvo hasta la cita en el sector cr¨ªtico de Esperanza Aguirre. Y all¨ª, en pleno congreso, tambi¨¦n carg¨®, ante testigos, contra el presidente del PP de Avil¨¦s, Joaqu¨ªn Ar¨¦stegui: "No tienes verg¨¹enza, eres el c¨¢ncer del partido". Dos meses antes, en abril de 2008, cuando ya empezaba a dise?ar la operaci¨®n de regreso, avanz¨® sus intenciones: "En Asturias, sin cirug¨ªa, no hay remedio a la esclerosis".
As¨ª que cuando en junio de 2009 forz¨® la maquinaria y llam¨® a la movilizaci¨®n de la ciudadan¨ªa para exigir al PP que le cediese el poder org¨¢nico y el dise?o de la lista electoral, y una vez que los dirigentes asturianos se tomaron en serio su firme decisi¨®n de dar la batalla por recuperar el control del partido, los opositores pusieron pie en pared: Cascos, dijeron, "viene con la motosierra: a cortar cabezas". El silencio del ex secretario general a todas cuantas invitaciones le hizo el partido en Asturias para que formalizara su disposici¨®n a ser candidato electoral solo cab¨ªa ser interpretado, dijeron, de una forma: Cascos quer¨ªa volver con af¨¢n revanchista. Cascos no se dirigi¨® al partido ni llam¨® a los ¨®rganos competentes para ofrecerse.
El alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, intent¨® el acercamiento con un encuentro en primavera en Madrid. Volvi¨® convencido de que no hab¨ªa soluci¨®n: Cascos exig¨ªa manos libres para rehacer el partido. Y no garantizaba el futuro de Pilar Fern¨¢ndez, de Joaqu¨ªn Ar¨¦stegui, de Ovidio S¨¢nchez y de otros dirigentes. Fue entonces cuando se le conmin¨® a acatar los resultados democr¨¢ticos de los ¨²ltimos congresos celebrados.
Cascos justifica la necesidad de podar porque el PP asturiano, aduce, est¨¢ en franca decadencia y ha perdido 14 puntos de apoyo electoral en los comicios legislativos entre 2004 (cuando el PP gan¨® en Espa?a con mayor¨ªa absoluta) y 2008 (cuando el PP sufri¨® su segunda derrota nacional frente a Zapatero). Pero Cascos omite algunos datos. En las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas (hace cuatro a?os), el PP se qued¨® a solo 3.732 votos del PSOE. Si no se contabilizase el voto de la emigraci¨®n, la diferencia habr¨ªa sido de 1.176 papeletas. Y en las generales, el PP asturiano obtuvo en marzo de 2004 (con Cascos retirado de la competici¨®n) 3.000 votos m¨¢s que en 2000, cuando el ex ministro encabez¨® por ¨²ltima vez la lista al Congreso por Asturias.
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