Entre Italia y Portugal
Resulta sorprendente que, en un d¨ªa como el de ayer, en que los mercados convirtieron a Portugal en protagonista involuntario, hacia donde hab¨ªa que estar mirando realmente era hacia Italia.
Al terminar el a?o 2010 ya estaba claro que los mercados hab¨ªan sentenciado a Portugal y a Espa?a a un encarecimiento permanente de sus emisiones de deuda. Permanente... hasta alcanzar un l¨ªmite (en torno al 9% de tipo de inter¨¦s) en que esa escalada se considerar¨ªa insostenible y llegar¨ªa el momento en el que uno de los dos pa¨ªses, o los dos, tuviera que solicitar un "rescate europeo" similar al que ya se ha producido con Irlanda y Grecia.
Sin embargo, condenado a sufrir un ataque no equivale a decir que necesariamente ese ataque vaya a tener ¨¦xito... De ah¨ª que, terminada la tregua navide?a, y aunque las espadas vuelven a estar en alto, la cautela con la que se miran los contendientes refleja un nivel de ansiedad muy superior al de las veces pasadas: por un lado todo el mundo es consciente de que en el pr¨®ximo envite las apuestas van a ser muy elevadas (nada menos que el futuro del euro, y puede que tambi¨¦n el de la Uni¨®n Europea) y, por otro, tanto el Banco Central Europeo (BCE) como los diferentes Gobiernos de la Eurozona han aprendido mucho con la experiencia de 2010, por lo que no va a resultar tan f¨¢cil pillarles esta vez a contrapi¨¦.
Las ventas de deuda p¨²blica portuguesa de los ¨²ltimos d¨ªas han llevado el coste de sus posibles nuevas emisiones a 10 a?os hasta niveles algo superiores al 7%: un 1% m¨¢s alto que hace un mes y justo el doble que hace un a?o. No ha traspasado, por tanto, el punto de no retorno (que estar¨ªa en torno al 9% mencionado), pero s¨ª ha comenzado a estar peligrosamente cerca de ¨¦l. Durante todo el d¨ªa de ayer "el ataque" a la deuda portuguesa fue motivo permanente de comentarios, aunque fue cediendo a lo largo de la jornada, conforme se extend¨ªan los rumores de que el BCE estaba comprando deuda portuguesa en el mercado secundario (donde cotizan las emisiones ya en circulaci¨®n).
Los motivos para atacar a la deuda p¨²blica portuguesa se centran en que el estancamiento de su econom¨ªa dura ya m¨¢s de una d¨¦cada. El impacto sobre Espa?a de las eventuales dificultades de pago de Portugal vendr¨ªa por los 83.000 millones de euros de riesgo que acumulan entre el sector p¨²blico (una d¨¦cima parte de esa cifra) y los bancos y empresas de Portugal (57.000 millones) con bancos y empresas espa?olas, a los que habr¨ªa que a?adir otros 18.000 millones adicionales por diferentes obligaciones y garant¨ªas. Todo ello representa un tercio del riesgo total que, con Portugal, tienen el conjunto de Europa, EE UU y Jap¨®n.
El encarecimiento reciente de la deuda ha afectado tambi¨¦n a Espa?a (5,56%) y a Italia (4,85%). Si cabe, en t¨¦rminos relativos, m¨¢s a Italia que a Espa?a. A estas alturas no parece ya que las medidas tomadas por los Gobiernos para reconducir el gasto presupuestario e implantar diferentes reformas (m¨¢s o menos convincentes, pero exigidas por los mercados) sean suficientes. Solo una actuaci¨®n decidida del BCE podr¨¢ estabilizar la situaci¨®n, aunque para ello tenga que tomar medidas que repugnen a la ortodoxia de los bancos centrales europeos (bien que no a la del banco central en el que se miran todos ellos, la Reserva Federal de los EE UU; o al Banco de Inglaterra) como es la compra de deuda p¨²blica hasta incrementar significativamente su balance (todo lo que est¨¦ por debajo de 500.000 millones de euros no atajar¨¢ esta deriva); o como (menos ortodoxa a¨²n) la venta de protecci¨®n sobre la deuda p¨²blica de diferentes pa¨ªses europeos mediante el uso de Credit Default Swaps (CDS), lo que equivale a decir que el BCE estar¨ªa avalando la deuda de esos pa¨ªses.
Todo ello de manera transitoria, mientras se aborda la creaci¨®n de una Agencia Europea de la Deuda que emita en representaci¨®n de todos los miembros de la Eurozona y que luego transfiera los fondos a los diferentes Estados a un coste diferente; que se calcular¨ªa en funci¨®n de sus respectivos costes hist¨®ricos de endeudamiento; o en funci¨®n de la calificaci¨®n crediticia de cada uno de ellos; o basado en ambos a la vez.
Juan Ignacio Crespo es director en Thomson Reuters.
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