La invitaci¨®n china a Europa
Un clavo saca otro clavo. Casi no hab¨ªamos tenido tiempo de celebrar la entrada en materia del mecanismo de estabilidad (cuya primera emisi¨®n, en beneficio de Irlanda, fue bien recibida por los mercados) cuando surgi¨® otro temor: el del alza del precio de las materias primas.
Hasta ahora, el temor a un agravamiento de la cuesti¨®n de la deuda soberana de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea hab¨ªa sido dominante. Por una parte, Joseph Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, que nunca se pierde una ocasi¨®n para anunciar algo alarmante, persiste en pretender que la UE deber¨ªa duplicar los fondos movilizados (casi un bill¨®n de euros); de no ser as¨ª -dice ¨¦l-, ni la misma existencia del euro estar¨ªa garantizada. Por otra, la Reserva Federal estadounidense resalta en sus debates internos que la recuperaci¨®n norteamericana -cuyo elevado ritmo se sit¨²a alrededor del 4%- podr¨ªa verse amenazada "por las consecuencias del agravamiento del problema de la deuda soberana europea". Y, para cubrir su primer empr¨¦stito a corto plazo, Portugal se ha visto obligado a consentir unos altos intereses sobre su deuda.
Ante una dominaci¨®n chino-estadounidense, por suerte, Pek¨ªn parece preferir un G3
?C¨®mo podr¨ªa ser de otro modo? Todos aquellos que, en el contexto anglosaj¨®n, quieren poner a prueba, pa¨ªs por pa¨ªs, la capacidad defensiva de la zona euro, van a seguir atacando. Ahora bien, ?qu¨¦ es lo que hemos visto? Que, pese al retraso (la especulaci¨®n siempre lleva ventaja) y tras muchas vacilaciones y tergiversaciones, especialmente de Alemania, los europeos han construido poco a poco su red de seguridad. Guiados por el Banco Central Europeo (BCE), han salido adelante; y est¨¢n decididos a seguir haci¨¦ndolo: en sus mensajes de A?o Nuevo, Merkel y Sarkozy expresaron una misma voluntad. Esperemos que se concrete en 2011 en un verdadero federalismo presupuestario y financiero.
Mientras, vuelve a abrirse otro frente: el del precio de las materias primas. Record¨¦moslo: la subida del precio del trigo y el arroz provoc¨® en diferentes lugares del planeta los llamados "motines del hambre" y fue el signo precursor de la crisis financiera. Ahora bien, los precios de las materias primas agr¨ªcolas est¨¢n volviendo a su nivel del verano de 2008; y el del barril de petr¨®leo ya se acerca a la barrera fat¨ªdica de 100 d¨®lares. Es motivo de preocupaci¨®n, pues el precio del barril es lo que m¨¢s influye en nuestras econom¨ªas y, evidentemente, una subida demasiado fuerte puede ralentizar el fr¨¢gil ritmo de la recuperaci¨®n. A escala de la UE, por ejemplo, el suplemento de gastos inducido por un barril a 100 d¨®lares representa la suma de las deudas griega y portuguesa. Y eso le costar¨ªa a la UE al menos medio punto de crecimiento. Esta subida es la que m¨¢s influye en el ¨ªndice de los precios. E inmediatamente vuelven a surgir dificultades pol¨ªticas: el que en 2010 la subida de los precios haya rebasado el umbral del 2% (2,2%) implica, sobre todo en especial para Alemania, una presi¨®n sobre el BCE para que suba sus tipos de inter¨¦s. Ser¨ªa el peor escenario posible, pues, en el contexto actual, una subida de los tipos ralentizar¨ªa el crecimiento. Esta tendencia al alza de los precios de las materias primas anuncia, tanto en Europa como en EE UU, un a?o 2011 dif¨ªcil para los consumidores y que podr¨ªa realimentar las dudas sobre el crecimiento.
La ¨²nica buena noticia viene del lejano pero cada vez m¨¢s pr¨®ximo oriente: China se est¨¢ convirtiendo en un socio pol¨ªtico clave para Europa. Todo se desarrolla como si China hubiera decidido desmentir a los p¨¢jaros de mal ag¨¹ero que nos promet¨ªan un futuro de aislamiento para Europa a ra¨ªz de la nueva dominaci¨®n chino-estadounidense, el G-2. Pero, por suerte, China parece preferir un G-3. Un juego a tres bandas que permite, entre otras cosas, hacer avanzar en el seno del G-20 la voluntad compartida por China y los europeos de instaurar una mejor regulaci¨®n y vigilancia del sistema monetario internacional.
Dos factores objetivos explican el enfoque chino: por una parte, no perder un buen cliente para sus exportaciones; por otra, reforzar la zona euro encaja mejor con la doctrina monetaria china, que tambi¨¦n es favorable a los movimientos controlados, lo que le permitir¨ªa reevaluar su moneda a su ritmo, en lugar de la brutal reevaluaci¨®n que reclama EE UU. Tambi¨¦n cabe destacar un indiscutible componente de "revancha hist¨®rica" por un pa¨ªs que, en el siglo XIX, conoci¨® un principio de colonizaci¨®n a trav¨¦s de las factor¨ªas europeas y hoy compra factor¨ªas en Europa. Pero todo esto se inscribe en un contexto de interdependencia bienvenida. Y para los europeos representa la oportunidad hist¨®rica de un juego m¨¢s abierto, de una Europa a la que China invita a ocupar su lugar, en vez de aceptar verse marginada alg¨²n d¨ªa.
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