Un derecho
La educaci¨®n sexual sigue siendo una asignatura pendiente. En un momento en el que el debate sobre su conveniencia deber¨ªa haberse superado, nos encontramos justificando de forma continua su necesidad. Y volvemos a repetir que se trata de ofrecer las herramientas y los conocimientos necesarios para que chicos y chicas puedan conocerse, expresarse, relacionarse y tomar decisiones m¨¢s libres, m¨¢s aut¨®nomas y, en definitiva, m¨¢s responsables.
Pero, adem¨¢s, la educaci¨®n sexual es un derecho. Con independencia de las tasas anuales de interrupciones voluntarias del embarazo y de infecciones de transmisi¨®n sexual, los j¨®venes tienen derecho a acceder a una educaci¨®n sexual de calidad, basada en criterios cient¨ªficos y no en coordenadas pol¨ªticas o religiosas.
Desde la LOGSE, cuya propuesta estaba basada en la educaci¨®n en valores a trav¨¦s de la transversalidad, la educaci¨®n sexual ha estado presente en nuestra legislaci¨®n de forma impl¨ªcita. Le ha seguido la LOE, que propone adquirir una serie de competencias b¨¢sicas para la vida en nuestra sociedad. Desafortunadamente, de todas las competencias existentes, ninguna est¨¢ relacionada con la sexualidad, ninguna desarrolla la capacidad de saber vivirse y relacionarse como ser sexuado, desestimando la importancia que tiene la sexualidad para la salud, el bienestar y el desarrollo de las personas.
Normalmente los chicos y chicas reciben peque?as charlas o talleres de forma anecd¨®tica basados en aspectos muy concretos de la sexualidad relacionados en gran medida con los problemas que conlleva y no con los valores que supone. Estas intervenciones olvidan el trabajo sobre las actitudes, que son las que realmente facilitan la prevenci¨®n. La reciente Ley Org¨¢nica de salud sexual por fin contempla la inclusi¨®n de la educaci¨®n sexual nuevamente en el curr¨ªculo. Pero no da claves sobre c¨®mo llevarlo a la pr¨¢ctica.
La experiencia desde el trabajo directo nos dice que la educaci¨®n sexual parte de una concepci¨®n m¨¢s all¨¢ de los riesgos, y explica que la sexualidad es un valor y una realidad que no solo incluye aspectos reproductivos o genitales sino tambi¨¦n los afectos, las habilidades de comunicaci¨®n o el placer. As¨ª, merece la pena apostar por una educaci¨®n sexual integral y normalizada que implique a todos, porque ?qui¨¦n no est¨¢ interesado en una educaci¨®n tan imprescindible para la vida?
Raquel Hurtado y Alba Varela son miembros de la Federaci¨®n de Planificaci¨®n Familia Estatal.
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