Errores de Mas
Un presidente de Gobierno debe tener las ideas muy claras sobre la definici¨®n del buen gobierno, sobre todo si, como Artur Mas, su trayectoria pol¨ªtica es s¨®lida, su preparaci¨®n para la presidencia es larga y su victoria est¨¢ anunciada con mucha anterioridad. En un momento de cambio pol¨ªtico, la configuraci¨®n del nuevo Ejecutivo de Catalu?a deber¨ªa ser pol¨ªticamente muy pedag¨®gica y no estar negativamente condicionada por el vaiv¨¦n de la campa?a electoral. Sin embargo, se han cometido errores sobre los valores, la estructura, las personas y el llamado sottogoverno.
Mas se equivoca al considerar que la presencia de consejeros independientes (o, mejor dicho, no afiliados) es un valor del nuevo Gobierno, puesto que ello significa ir a remolque de una opini¨®n p¨²blica que tiene mala imagen de la pol¨ªtica. Tampoco deber¨ªa encubrir que el nuevo Gobierno es, en toda regla, un Gobierno de coalici¨®n, y la cr¨ªtica al tripartito no deber¨ªa haber comportado un menosprecio gen¨¦rico a los Gobiernos de coalici¨®n, ya que es la forma de gobernar m¨¢s frecuente en los pa¨ªses m¨¢s democr¨¢ticos.
Designar a Mascarell es una provocaci¨®n al 'fair play' pol¨ªtico y una incitaci¨®n al transfuguismo
En el dise?o de la estructura gubernamental el presidente Mas tampoco ha sido capaz de aunar la racionalidad pol¨ªtica y la racionalidad administrativa. La promesa pol¨ªtica de suprimir tres departamentos ha dificultado la l¨®gica administrativa de una divisi¨®n sectorial coherente en aras de una eficaz y eficiente prestaci¨®n de servicios p¨²blicos. Suprimir el Departamento de Medio Ambiente cuando las pol¨ªticas medioambientales son muy transversales y tienen unos efectos evidentes para el bienestar de las personas es un error pol¨ªtico que ratifica que cuando CiU cre¨® este departamento en 1991 lo hizo ¨²nicamente para acallar las protestas sobre la gesti¨®n de residuos. No crear un Departamento de Universidades despu¨¦s de comprometerse a ello, hacer que dependa de Econom¨ªa y que adem¨¢s el t¨¦rmino universidades desaparezca hasta de la nomenclatura departamental no tiene ninguna l¨®gica pol¨ªtica ni administrativa (solo personal). Crear una vicepresidencia del Gobierno despu¨¦s de mostrarse duramente contrario a ella hace poco tiempo significa reconocer su utilidad en los Gobiernos de coalici¨®n y la fuerza de Uni¨® en la negociaci¨®n sobre la distribuci¨®n del poder.
Nombrar consejeros a tres personas independientes sin experiencia pol¨ªtica es un grave error. La actividad de un consejero es esencialmente pol¨ªtica, se desarrolla en un ¨¢mbito eminentemente pol¨ªtico y tiene unas repercusiones pol¨ªticas de primer orden. Y si a?adimos una coyuntura de profunda crisis poli¨¦drica, el papel de la pol¨ªtica deber¨ªa tener mayor reconocimiento. Sobre las personas tambi¨¦n podemos se?alar, por distintas razones, las consecuencias negativas de dos nombramientos. Designar a Ferran Mascarell, de un perfil pol¨ªtico excelente, es una provocaci¨®n al fair play pol¨ªtico e incluso puede interpretarse como una incitaci¨®n al transfuguismo (aunque seguramente estamos m¨¢s ante un ejercicio de escapismo pol¨ªtico). Reconocer, en plena crisis econ¨®mica, que el nuevo titular de Econom¨ªa es el segundo suplente en las preferencias de Mas para ocupar el cargo (aunque el perfil de Mas-Colell quiz¨¢s sea el m¨¢s id¨®neo de los tres) demuestra una debilidad persuasiva y poca habilidad en la pol¨ªtica de comunicaci¨®n.
En cuanto a los primeros nombramientos del sottogoverno, los criterios puramente pol¨ªticos parece que est¨¢n compensando la aparente independencia de algunos consejeros, pero se est¨¢ cometiendo otro error que contradice el abec¨¦ del buen funcionamiento de los Gobiernos de coalici¨®n. As¨ª, reconocer y aplicar como criterio habitual de distribuci¨®n de altos cargos departamentales que en consejer¨ªas lideradas por Converg¨¨ncia haya personas vinculadas a Uni¨® y viceversa significa convertir la lottizzazione entre CDC y UDC en un fomento de la marginalidad y del espionaje pol¨ªtico intradepartamentales. Finalmente, el acertado recorte anunciado de casi una cuarta parte de los altos cargos no puede convertirse en un ejercicio de malabarismo aritm¨¦tico ni en un nuevo sometimiento de las racionalidades pol¨ªtica y administrativa a simples promesas electorales.
Jordi Matas Dalmases es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB.
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