El Congreso recibe iniciativas para el control de armas
El presunto asesino compr¨® su pistola gracias a la laxitud legal en Arizona
El ¨²nico hecho probado de todo lo relacionado con la matanza de Tucson es que el presunto asesino, Jared Loughner, un desequilibrado mental, compr¨® legalmente un arma poderos¨ªsima a pesar de poseer antecedentes como los de una detenci¨®n por consumo de drogas y haber sido rechazado por el Ej¨¦rcito. Al margen del inevitable debate pol¨ªtico sobre este caso, algunos congresistas comenzaron ayer a hacer lo m¨¢s pr¨¢ctico: introducir iniciativas legislativas con intenci¨®n de aumentar el control de las armas de fuego.
Ni siquiera en el clima de consternaci¨®n dejado por los sucesos de Arizona va a ser f¨¢cil que esa legislaci¨®n prospere. La cultura de las armas est¨¢ demasiado introducida en la sociedad norteamericana como para revertirla por este crimen. El n¨²mero de estadounidenses que apoyan las armas ha ido precipitadamente en aumento en los ¨²ltimos a?os, mientras que las medidas de control han disminuido de forma significativa. En Arizona, el Estado m¨¢s tolerante del pa¨ªs, pr¨¢cticamente no existe ninguna.
Los Estados republicanos han suprimido casi todas las restricciones
Esta parece, no obstante, una buena ocasi¨®n para intentar modificar esa situaci¨®n, y algunos congresistas quieren aprovecharla. La representante por el Estado de Nueva York Carolyn McCarthy ha presentado una propuesta para prohibir los cargadores de m¨²ltiples balas que le permitieron a Loughner hacer 31 disparos con una sola pistola y matar o herir a 19 personas. Otras medidas de control podr¨ªan a?adirse a esa legislaci¨®n.
McCarthy, cuyo marido muri¨® asesinado por un arma de fuego en 1993, cuenta con el apoyo del dem¨®crata Frank Lautenberg en el Senado e intenta conseguir el respaldo de algunos republicanos para darle a su iniciativa ciertas posibilidades. Ayer se esperaba que un representante republicano tambi¨¦n de Nueva York, Peter King, se sumase a la acci¨®n de McCarthy con una propuesta para impedir el acceso con armas a un per¨ªmetro determinado en torno a instalaciones del Gobierno.
Detr¨¢s de la actuaci¨®n de esos congresistas se encuentra en parte el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, un firme defensor del control de las armas de fuego, junto a un grupo de alcaldes notables que intentan que los ciudadanos, bastante indiferentes al peligro de las pistolas, tomen conciencia de la importancia de este asunto. Uno de ellos, el alcalde de Chicago, Richard Daley, dijo ayer que Estados Unidos de hab¨ªa convertido en los ¨²ltimos a?os en "una m¨¢quina de matar".
No es ninguna exageraci¨®n. Seg¨²n el grupo Campa?a Brady, que lleva el nombre del jefe de prensa que recibi¨® un tiro durante el intento de asesinato de Ronald Reagan, entre 1979 y 1997 murieron m¨¢s personas en este pa¨ªs por armas de fuego (651.697) que en todas las guerras en las que ha participado desde la Revoluci¨®n Americana (650.858).
La situaci¨®n solo ha empeorado desde el final de esa estad¨ªstica. En 2009, cerca de 10.000 personas fueron asesinadas por disparos. En los a?os noventa, alrededor de un 75% de los norteamericanos eran partidarios de medidas de control de las armas; una encuesta publicada ayer por Gallup reduc¨ªa esa cifra al 44%. La mayor influencia pol¨ªtica de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle (NRA, en sus siglas en ingl¨¦s), unida al ascenso del Tea Party, han permitido en los ¨²ltimos dos a?os acabar pr¨¢cticamente con todas las restricciones que exist¨ªan en los Estados que han pasado a gobernar los republicanos.
En Arizona, por ejemplo, la mayor¨ªa republicana elimin¨® la prohibici¨®n a portar armas escondidas en espacios p¨²blicos, como centros comerciales, bares o restaurantes -pronto tambi¨¦n en las universidades-, y levant¨® el veto a los famosos cargadores m¨²ltiples que resultaron tan efectivos para consumar la matanza del s¨¢bado. Gracias a las reformas introducidas por los republicanos, Loughner pudo comprar su Glock 19 en una tienda de deportes de Tucson al instante, sin ning¨²n plazo que permitiera comprobar sus antecedentes.
Con su supuesta defensa a ultranza de la Constituci¨®n, el Tea Party ha hecho bandera de los derechos consagrados en la Segunda Enmienda, que permite el uso de las armas. No se menciona, por ejemplo, que la Constituci¨®n, si no hubiera sido corregida, permitir¨ªa tambi¨¦n la esclavitud. Pero lo cierto es que esto es una doctrina innegociable para la derecha.
Hasta tal extremo y de forma tan grave que una de las grandes representantes del Tea Party, Sharron Angle, la candidata a senadora por Nevada derrotada in extremis, pronunci¨® durante la campa?a de noviembre la c¨¦lebre frase de que "si el Congreso sigue actuando de esta manera, la gente va a tener que buscar remedios en la Segunda Enmienda".
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