Descolonizar al cuadrado
En el siglo XV los pueblos ib¨¦ricos iniciaron el desenclave de Europa para la apropiaci¨®n del mundo. Navegantes portugueses contornearon las costas africanas hasta llegar al subcontinente indost¨¢nico y castellanos y lusitanos colonizaron la mayor parte de lo que se llamar¨ªa Am¨¦rica. Tras la conquista de vastas extensiones de Asia, la ¨²ltima gran expansi¨®n europea se produjo en el ?frica negra y tierras del islam: las dos realidades que confluyen en Sud¨¢n.
El interior del continente africano hab¨ªa quedado largamente a cubierto por la geograf¨ªa y el clima, especialmente inh¨®spito a la penetraci¨®n europea. S¨®lo el descubrimiento de la quinina y la ca?onera fluvial en la segunda mitad del XIX permitieron al colonialismo extenderse tambi¨¦n al ?frica negra. Pero a diferencia de lo ocurrido en Am¨¦rica, no se trataba de recrear una idea de Europa sino de explotar y hacer gala de poder con las nuevas tierras conquistadas.
La rebati?a por ?frica que tuvo como grandes protagonistas al Reino Unido y Francia, con Portugal como extra con frase e Italia en el furg¨®n de cola, exigi¨® la adopci¨®n de unas reglas de juego y las potencias reunidas en Berl¨ªn en 1885 delimitaron zonas de influencia y ocupaci¨®n. Londres, que ya controlaba el Canal de Suez, abierto en 1867, estableci¨® un protectorado informal sobre Egipto en 1882 e inici¨® la descubierta hacia el sur que plantar¨ªa la Union Jack en las bocas del Nilo, y con la derrota del Mahdi y sus sucesores en la batalla de Ondurman en 1898, consolidar¨ªa un dominio anglo-egipcio, que no tendr¨ªa nada de lo segundo, sobre Sud¨¢n. El territorio obtuvo la independencia en la oleada de los a?os 50 que afect¨® a gran parte del ?frica brit¨¢nica y francesa. Y en Sud¨¢n conflu¨ªan las dos grandes dominaciones coloniales de la ¨¦poca: la del mundo ¨¢rabe-musulm¨¢n al norte, y la del sur, negro, animista y cristiano. Pero los depositarios de la nueva soberan¨ªa eran exclusivamente los seguidores del islam.
Si se comparan los efectos de esos dos colonialismos sobre el mundo contempor¨¢neo, el practicado sobre el norte de ?frica, de Argelia a Egipto, y de los territorios ex otomanos de Asia, de Palestina a Irak, con el del ?frica negra, aparecen significativas constataciones. Este ¨²ltimo le sali¨® a Occidente gratis, mientras que el isl¨¢mico ostenta hoy un ominoso colof¨®n llamado Al Qaeda.
Aunque en los a?os que precedieron a las independencias menudearon los l¨ªderes radicales africanos con apreciable eco medi¨¢tico como Nkwame Nkrumah en Ghana y Sek¨² Tur¨¦ en Guinea-Conakry, el que os¨® decir que "no" a la propuesta de interdependencia del general De Gaulle, con lo que destruy¨® la idea de una Comunidad Francesa de Naciones, no existe una reivindicaci¨®n de la negritud frente al colonialismo del hombre blanco. Frantz Fanon es una ficha en las bibliotecas y apenas el Nobel de literatura nigeriano Wole Soyinka ha alzado la voz para recordarle a Occidente la ignominia de la esclavitud y de la trata, a domicilio o con portes pagados en Am¨¦rica.
Y aunque no ha habido colonialismo santo, tampoco han sido todos iguales, y mientras las potencias ejerc¨ªan un dominio total sobre el mundo negro en nombre de "la carga del hombre blanco", en tierra ¨¢rabe tanto Francia como el Reino Unido reconoc¨ªan sociedades o estados pre-existentes o en construcci¨®n, respetando un m¨ªnimo de autogobierno. Ese colonialismo m¨¢s comedido pero practicado sobre una gran civilizaci¨®n como es la ¨¢rabe, orgullosa de s¨ª misma, es el que ha contribuido, parad¨®jicamente, a crear un monstruo que s¨®lo aspira a la revancha.
Cuando los poderes coloniales trazaron a comp¨¢s y cartab¨®n las fronteras del ?frica independiente, hubiera sido temerario enmendarlas porque el mapa habr¨ªa parecido un crucigrama, y la guerra de Biafra en 1967-68, que no pudo romper la unidad de Nigeria, remach¨® a¨²n m¨¢s el dogma de la intangibilidad de las divisorias nacionales. Pero 2011, tras el horror de Darfur, y la interminable guerra de secesi¨®n, norte contra sur, puede ser ya otra cosa.
Y as¨ª nacer¨¢ un nuevo Estado en el ?frica negra con la partici¨®n de Sud¨¢n en dos mitades casi iguales, dando cumplimiento al refer¨¦ndum que se est¨¢ celebrando toda esta semana en la parte meridional del pa¨ªs. Es una descolonizaci¨®n rezagada pero al cuadrado, porque el norte arabizado ha tenido que descolonizarse de s¨ª mismo; como si tuviera una subcontrata de descolonizaci¨®n que no ha hecho efectiva hasta hoy, a m¨¢s de medio siglo de independencia.
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