Tres perras gordas
Quedan todav¨ªa fugaces iluminaciones y motivos para la esperanza en esta ¨¦poca de profundo desconcierto pol¨ªtico y existencial. La vuelta del hijo pr¨®digo, Luis Tosar, a las tablas gallegas del Centro Dram¨¢tico dirigido por Blanca Cend¨¢n es una de ellas. El de Cospeito siempre ha hecho gala del compromiso con la lengua y cultura de sus or¨ªgenes y ha elegido una buena coartada para celebrar el 25 aniversario del centro del que en 1994 se enrol¨® como el actor m¨¢s joven de entonces. Que Brecht y la ?pera dos tres re¨¢s (o centavos, o perras gordas, en castellano) sea la funci¨®n elegida no es casual en esta coyuntura de crisis.
Die Dreigroschenoper se estren¨® el 31 de agosto de 1928 en Berl¨ªn en el Theater am Schiffbauerdamm. Dicha "pieza con m¨²sica en un pr¨®logo y ocho im¨¢genes" fue la obra m¨¢s exitosa en Alemania hasta la toma de poder del nazismo en enero del a?o 1933 y algunas de sus canciones adquirieron gran ¨¦xito en la Alemania de entonces. La magia de la m¨²sica de Kurt Weill sigue hechizando hoy como entonces a muchos adoradores que van desde Elvis Costello a Tom Waits pasando por el propio Quico Cadaval.
El mundo cambi¨® poco desde 1928: Mario Conde publica libros de ¨¦xito sobre c¨®mo hacerse rico
Mientras contin¨²a la devaluaci¨®n de la cultura como arma de destrucci¨®n masiva en manos de unos pol¨ªticos cada vez m¨¢s irresponsables y de unos arquitectos fara¨®nicos a juego con la voz de su amo; mientras se insiste en esa perversa catalogaci¨®n de la industria como puro entretenimiento, la vuelta de Brecht pone sobre el tapete (si es que hay tapete en estos momentos) la necesidad de acotar la frivolidad y reponer una ecuaci¨®n de la que el dramaturgo alem¨¢n fue maestro: el entretenimiento no est¨¢ re?ido con el pensamiento y mucho menos con el compromiso pol¨ªtico. Aqu¨ª como en todas partes es cuesti¨®n de talento, como demuestra otro producto en el que interviene Luis Tosar y que est¨¢ de reciente estreno, Tambi¨¦n la lluvia de Ic¨ªar Bolla¨ªn, una pel¨ªcula que recomendamos a todos los "conquistadores" de uno y otro lado del charco.
El feliz anuncio coincide, por otra parte, con dos escenas bastante brechtianas. La inauguraci¨®n de un desangelado Gai¨¢s con mucho pladur y falto de contenidos por el heredero de la Corona y las fuerzas vivas, como se suele decir en estos casos, y una semanita en que los mercados se han dedicado a perseguir la deuda de nuestro vecino portugu¨¦s al modo de esos banqueros que el autor de los "tres re¨¢s" tan encarnizadamente representaba.
El Gai¨¢s va a convertirse en la piedra de S¨ªsifo de la Galicia contempor¨¢nea por mucho que nuestro presidente haya comparado a la criatura con el Guggenheim y otros falansterios de la modernidad. El tema, por demasiado recurrente, no deja de proporcionar cada d¨ªa nuevas met¨¢foras y met¨¢stasis que alimentan la leyenda de un mausoleo que quiere pasar ya al estado de "muerto viviente", algo sin duda muy propio de la iconograf¨ªa gallega.
Brecht es de esas monedas fuertes que siempre devuelven la sensaci¨®n de un comercio justo y la m¨²sica de Weill resulta apropiada tanto para un entierro como para un cabaret. Que los chacales de las finanzas midan la salud del cotarro mundial por el diferencial con Alemania tiene tambi¨¦n su lectura brechtiana: la locomotora de la Merkel y la Alemania reunificada, la locomotora impulsada por la hija de un pastor protestante que vivi¨® en su infancia los rigores de la RDA, es hoy la vara de medir a los alumnos retrasados entre los que nos encontramos nosotros y nuestros vecinos portugueses, que tenemos que vivir la amarga experiencia de los vaivenes de la puja para salvar el tesoro nacional y las tres perras gordas. Una comedia de usureros y de mendigos, una opereta de taimados y miserables, una ilustraci¨®n de c¨®mo, pese a todo, se puede seguir cantando la infinita capacidad de sacrificio del g¨¦nero humano. Realmente el mundo no ha cambiado tanto desde aquel 1928: Madoff est¨¢ en la c¨¢rcel y Mario Conde publica libros de ¨¦xito contando c¨®mo hacerse rico; Don Felipe inaugura un edificio inacabado y Tosar vuelve a su casa a demostrar que tres perras gordas siguen siendo moneda de cambio aqu¨ª y en cualquier lado.
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