El l¨ªder era el infiltrado
Mark Kennedy fue durante siete a?os el m¨¢s activo de los ecologistas brit¨¢nicos. Hasta que los verdes descubrieron que era un polic¨ªa-esp¨ªa. Entonces dej¨® Scotland Yard y cambi¨® de bando
A Mark Stone le iban bien las cosas. Se ganaba la vida como alpinista ocasional en expediciones en el extranjero y, durante su abundante tiempo libre, se dedicaba a luchar contra el cambio clim¨¢tico. Subiendo a unos ¨¢rboles aqu¨ª, encaden¨¢ndose all¨¢ en la verja de una central nuclear, planeando ocupar una central el¨¦ctrica... Y viajando. Viajando mucho. Lleg¨® a visitar hasta 22 pa¨ªses, incluida Espa?a, con el grupo de ecologistas que le hab¨ªa acogido. Y acost¨¢ndose con muchas mujeres gracias a la camarader¨ªa y al estrecho contacto que hab¨ªa entre ellos.
Hab¨ªa, sin embargo, un peque?o problema: en realidad, Mark Stone se llamaba Mark Kennedy. Bueno, dos problemas: tampoco era un ecologista, sino un polic¨ªa infiltrado. En realidad, tres problemas: cuando los colegas le descubrieron, al cabo de siete a?os, se sinti¨® tan culpable de haberles enga?ado que se pas¨® al otro bando. A eso se le llama s¨ªndrome de Estocolmo.
Era tan popular entre los ecologistas que llegaron a montarle una fiesta con 200 personas por su 40 cumplea?os
Una vez descubierta su identidad, Mark Kennedy abandon¨® el cuerpo de polic¨ªa y se ha refugiado en el extranjero
Todo empez¨® en agosto de 2003, cuando Scotland Yard le dio una nueva identidad, con pasaporte y permiso de conducir falsos, y dinero suficiente para que pudiera infiltrarse entre los ecologistas. El reci¨¦n nacido Mark Stone, pelo largo y abundantes tatuajes, se present¨® en una granja de North Yorkshire utilizada como base por el grupo Earth First, (La Tierra primero).
Su don de gentes le facilit¨® la entrada. Sus ansias de acci¨®n le otorgaron pronto protagonismo. Su generosidad y el tener una potente camioneta le abrieron muchas puertas. Nada era casual. Tener un medio de transporte te asegura estar en el meollo cuando se prepara alguna acci¨®n: el transporte es clave en toda movilizaci¨®n.
El diario The Guardian, que ha publicado la historia en exclusiva, da cuenta de los d¨ªas de marihuana, guitarras y protestas que marcaban la vida del grupo. De c¨®mo Stone ten¨ªa gran ¨¦xito con las mujeres y c¨®mo una de sus amantes se pregunta ahora si le dieron instrucciones para seducirlas para obtener informaci¨®n. Tambi¨¦n explica que el agente era tan popular que llegaron a montarle una fiesta con 200 personas para celebrar su 40? cumplea?os.
El grupo sospechaba de su apetito de acci¨®n y empezaron a llamarle a sus espaldas Detective Stone cuando en 2008 se present¨® voluntario para hacer de ch¨®fer cuando 29 activistas secuestraron un tren de residuos t¨®xicos.
El 12 de abril de 2009 la polic¨ªa detuvo a 114 activistas en una escuela de las afueras de Nottingham porque pensaba que estaban planeando la toma de la central de Eon en Ratcliffe-on-Soar. Las sospechas sobre Stone aumentaron al ver que no quiso el mismo abogado que los dem¨¢s. Un d¨ªa, casi por azar, descubrieron en su casa su verdadero pasaporte. En la madrugada del 21 de octubre de 2010 se lo echaron en cara, y Mark Stone se derrumb¨® y les confes¨® la verdad, era el agente infiltrado Mark Kennedy. Y les pidi¨® perd¨®n. Kennedy, que entr¨® en la polic¨ªa en 1994, viol¨® uno de los principios del infiltrado: mantener las distancias emocionales.
El s¨ªndrome de Estocolmo del polic¨ªa Kennedy ha provocado una tormenta pol¨ªtica en Reino Unido. Su arrepentimiento le llev¨® a ofrecerse a declarar a favor de seis compa?eros en el proceso judicial abierto contra ellos por planear la toma de la central. La amenaza bast¨® para que la fiscal¨ªa de la Corona renunciara a seguir el proceso "al salir a la luz informaci¨®n previamente desconocida que socava significativamente la posici¨®n de la acusaci¨®n".
Pero el colapso judicial es el menor de los problemas: ya la semana anterior, 20 activistas que se hab¨ªan declarado culpables de la misma acusaci¨®n hab¨ªan sido condenados a penas meramente testimoniales. No llegaron a convencer al jurado de que los planes de ocupar la central el¨¦ctrica de Eon ten¨ªan como objetivo impedir la emisi¨®n de 150.000 toneladas de carbono y ayudar as¨ª a reducir el impacto del cambio clim¨¢tico y, por tanto, deber¨ªan ser absueltos. Pero el juez les impuso penas m¨ªnimas porque actuaron movidos por buenas intenciones.
Mucha m¨¢s importancia tienen los efectos operativos de la deserci¨®n de Kennedy, que abandon¨® la polic¨ªa hace cerca de un mes y aparentemente se encuentra refugiado en el extranjero. Seg¨²n The Guardian, Kennedy le confes¨® a sus amigos ecologistas que no era el ¨²nico polic¨ªa infiltrado en el grupo. El diario asegura que ha identificado a otro agente infiltrado, pero que ha acordado con Scotland Yard no desvelar su identidad. Se trata de una mujer que pertenece a un cuerpo de polic¨ªa del sureste de Inglaterra y que entre 2004 y 2008 estuvo infiltrada en un grupo de activistas de Leeds, en Yorkshire.
Hay tambi¨¦n consecuencias pol¨ªticas. ?Es realmente necesario infiltrarse en los grupos ecologistas como si fueran potenciales terroristas? Quiz¨¢ s¨ª, pero ?es l¨ªcito que un polic¨ªa infiltrado tenga una parte activa en el grupo hasta el punto de alentar a sus componentes a movilizarse y llevar a cabo acciones ilegales? No es solo una cuesti¨®n pol¨ªtica, sino tambi¨¦n de orden pr¨¢ctico: la ley ofrece v¨ªas de escape a los acusados de un delito que demuestran que fueron alentados por la polic¨ªa para cometerlo.
Hay tambi¨¦n un debate econ¨®mico. ?Tiene sentido gastarse un dineral (250.000 libras anuales, m¨¢s de dos millones de euros en los siete a?os que ha durado la operaci¨®n) en seguir durante tantos a?os a un grupo cuyo mayor delito suele ser el de allanamientos de morada? Y ?a qui¨¦n rend¨ªa cuentas el polic¨ªa infiltrado? Trabajaba para la llamada Unidad Nacional de Inteligencia y Orden P¨²blico, una rama de la Unidad Nacional de Extremismo, que informa directamente a la Asociaci¨®n de Oficiales Jefe de Polic¨ªa y Comit¨¦ de Cuestiones Afines (ACPO en sus siglas en ingl¨¦s), que se define a s¨ª misma como "un comit¨¦ de altos oficiales de polic¨ªa responsables de establecer la direcci¨®n estrat¨¦gica de la actividad contraterrorista de la polic¨ªa". En contra de lo que parece, la ACPO es una organizaci¨®n privada integrada por los distintos jefes de polic¨ªa de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, lo que le permite, por ejemplo, quedar exenta de la ley de libertad de informaci¨®n y no est¨¢ obligada a publicar ninguno de sus documentos internos. "Toda la operaci¨®n tiene reminiscencias de los acuerdos puestos en marcha por el Pent¨¢gono con firmas privadas en las guerras de Irak y Afganist¨¢n, sin publicidad y sin tener que rendir cuentas", ha escrito el veterano comentarista pol¨ªtico Simon Jenkins.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.