?Lo tiene claro el Gobierno?
El acuerdo sobre la reforma del sistema de pensiones est¨¢ resultando dif¨ªcil a tenor de las noticias que han ido llegando despu¨¦s del par¨®n de las fiestas navide?as. Y no es de extra?ar. En la discusi¨®n sobre c¨®mo calcular las pensiones y cu¨¢l debe ser la edad de jubilaci¨®n juegan un papel importante variables puramente cuantitativas, como la ratio de dependencia (n¨²mero de mayores de 65 a?os en relaci¨®n a los que est¨¢n en edad de trabajar, de 16 a 65 a?os), la productividad de los que est¨¢n trabajando, la tasa de ocupaci¨®n de la poblaci¨®n activa o la sostenibilidad del sistema de pensiones. Influyen tambi¨¦n variables algo m¨¢s cualitativas, equidad, el tipo de contrato social entre j¨®venes y pensionistas, o la cohesi¨®n social. De ah¨ª que encontremos posiciones encontradas y discusiones acaloradas acerca de si debe o no aumentarse la edad de jubilaci¨®n, o acerca de cu¨¢nto se debe aumentar el n¨²mero de a?os cotizados para alcanzar la pensi¨®n m¨¢xima.
El Gobierno ha apostado por la opci¨®n m¨¢s f¨¢cil de poner en pr¨¢ctica
Las reformas estructurales requieren tiempo y pol¨ªticas imaginativas
En este tema tan complejo es f¨¢cil encontrar una yuxtaposici¨®n de cuestiones opinables con otras que no lo son, cuestiones en las que los n¨²meros se imponen y no queda m¨¢s remedio que tenerlos en cuenta a la hora de emitir opiniones. Lo que preocupa a los que prestan dinero para la financiaci¨®n de nuestra deuda privada y p¨²blica, y parece que tambi¨¦n al Gobierno, es la sostenibilidad del sistema de pensiones. Es por esto por lo que el presidente Zapatero parece desear mantener constante a lo largo del tiempo la relaci¨®n entre el gasto en pensiones y la renta que la econom¨ªa espa?ola genera. Como en otras ¨¢reas de la econom¨ªa, se pretender¨ªa alcanzar un cierto "estado estacionario", donde la proporci¨®n gasto en pensiones/renta (PIB) generada en el pa¨ªs se mantenga a largo plazo (unos 25 a?os). No es f¨¢cil decidir cu¨¢l debiera ser el nivel en el que fijar esta ratio, y, ciertamente, puede haber posiciones divergentes en esta cuesti¨®n. En cualquier caso, no creo que esta sea la cuesti¨®n crucial que separe las posiciones de los sindicatos y del Gobierno. No parece que ninguna de las partes pretenda que la proporci¨®n del gasto en pensiones en relaci¨®n con el PIB aumente. Si este es el caso, ?qu¨¦ se puede hacer para evitar que el incremento insuficiente en el PIB -el cambio en el denominador- y los importantes cambios demogr¨¢ficos que hacen aumentar el numerador impidan que este deseo de las partes se cumpla? Y es en esta cuesti¨®n donde las respuestas parecen tan meridianas que no queda m¨¢s remedio que dar, casi por completo, la raz¨®n al Gobierno cuando aduce que la reforma del sistema de pensiones -el logro de la sostenibilidad del sistema- pasa por un aumento en el n¨²mero de a?os cotizados. El Gobierno lo ha venido planteando hasta hace apenas unos d¨ªas como un retraso en la edad de jubilaci¨®n y ¨²ltimamente, y en ciertas circunstancias, como una ampliaci¨®n del n¨²mero de a?os necesarios para poder cobrar la pensi¨®n completa que en la actualidad, como es sabido, es de 35 a?os. Ambas son decisiones inc¨®modas, pero eficaces, para lograr el objetivo de la sostenibilidad. En cuanto se pongan en marcha, habr¨¢ un menor n¨²mero de pensionistas en cualquier per¨ªodo de tiempo futuro. Las formas alternativas, ciertamente m¨¢s atractivas, de conseguir este objetivo pasan por la consecuci¨®n de aumentos en la tasa de empleo de la poblaci¨®n activa o disminuciones en la relaci¨®n entre la pensi¨®n media y la productividad media de la econom¨ªa. Prop¨®sitos dif¨ªciles de lograr e imposibles de improvisar en el corto plazo sin tocar el importe de las pensiones. Las negociaciones se est¨¢n llevando a cabo en un escenario en que las predicciones se?alan que la ratio de dependencia va a aumentar como consecuencia de los cambios demogr¨¢ficos. Quiz¨¢ no todas las partes negociadoras compartan la misma creencia en las predicciones. Pero a¨²n as¨ª, probablemente s¨ª compartir¨¢n la opini¨®n de que las reformas estructurales, imprescindibles para conseguir la sostenibilidad del sistema sin recurrir a aumentos en la edad de jubilaci¨®n, requieren tiempo, mucho esfuerzo y pol¨ªticas imaginativas.
Es indudable que hubiera sido mucho m¨¢s deseable para los ciudadanos y mucho m¨¢s f¨¢cil de defender para el Gobierno si la reforma del sistema de pensiones hubiera podido basarse, de forma fiable, en medidas orientadas a aumentar empleo y productividad. Pero parece que se ha apostado por la opci¨®n m¨¢s f¨¢cil de poner en pr¨¢ctica aunque m¨¢s dif¨ªcil de vender socialmente. Y esto es as¨ª porque es la opci¨®n que garantiza de forma m¨¢s cre¨ªble e inmediata la sostenibilidad del sistema. Para aumentar la edad de jubilaci¨®n o el n¨²mero de a?os de cotizaci¨®n necesarios s¨®lo hace falta una decisi¨®n gubernamental y la aprobaci¨®n del Parlamento. Por el contrario, el aumento en la productividad media de la econom¨ªa y en el empleo no se consigue por decreto. Se precisa tiempo y mucho esfuerzo. Es una l¨¢stima para casi todos y todas, pero es as¨ª. Se precisa una decisi¨®n, vinculante, cre¨ªble y convincente. Tanto nuestros socios europeos como la comunidad internacional son capaces de distinguir entre lo que dicen los n¨²meros y lo que dice el coraz¨®n. L¨¢stima que, en este caso, no vayan los dos acompasados y en la misma direcci¨®n.
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