Hu Jintao llega a EE UU para ratificar el papel de China como superpotencia
Obama y el presidente chino intentar¨¢n tranquilizar a los mercados globales
Con 21 salvas y una cena de gala, EE UU rindi¨® anoche los m¨¢ximos honores a un invitado ilustre, el presidente de China, Hu Jintao, que llega a Washington para registrar el reconocimiento de su pa¨ªs como la nueva superpotencia con la que desde ahora es necesario negociar y repartir el poder mundial. En tal condici¨®n, Hu y Barack Obama abordar¨¢n una agenda que abarca todos los grandes problemas internacionales y tratar¨¢n de enviar un mensaje tranquilizador, tanto en los asuntos pol¨ªticos como econ¨®micos.
Casi a diario pasan por aqu¨ª, en actitud m¨¢s o menos genuflexa, l¨ªderes de pa¨ªses amigos que necesitan apoyo o de peque?os rivales en busca de notoriedad. Pero hace muchos a?os que no entra en la Casa Blanca el presidente de una naci¨®n decidida a disputarle a Estados Unidos la supremac¨ªa mundial. Desde la visita del ¨²ltimo l¨ªder de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Mija¨ªl Gorbachov, ha pasado ya casi un cuarto de siglo, y entonces vino para firmar unos acuerdos de desarme que anunciaban la decadencia definitiva en la que hab¨ªa entrado ese pa¨ªs.
El viaje m¨¢s significativo de un l¨ªder chino fue el de Deng Xiaoping, en 1979, inolvidable, con su sombrero tejano y su paseo por la f¨¢brica de Coca-Cola, la forma m¨¢s clara de expresar la voluntad china de abrirse al mundo. Desde entonces, esa naci¨®n no ha cejado en ese empe?o. Hu ya estuvo en Washington en 2006, pero en esa ocasi¨®n se sinti¨® ofendido por el trato descort¨¦s que le dispens¨® George W. Bush, cuando EE UU no hab¨ªa decidido a¨²n de forma clara c¨®mo lidiar con una China amenazante y necesaria en la misma proporci¨®n.
En los a?os transcurridos desde esa ¨²ltima visita, China ha acentuado ambas caracter¨ªsticas, pero EE UU se ha rendido ya -y esta visita lo demostrar¨¢- ante el hecho de convivir con esa realidad. En ese periodo, China no solo se ha convertido en el banquero de EE UU, sino que se atreve a desafiar el poder norteamericano en cualquier regi¨®n del planeta.
Entre 2008 y 2010, seg¨²n revela un informe del Financial Times, China ha prestado a los pa¨ªses en desarrollo 110.000 millones de d¨®lares, no solo m¨¢s que EE UU, sino m¨¢s que el Banco Mundial, la instituci¨®n, con sede en Washington, que gobierna la econom¨ªa capitalista. Los principales receptores de esos cr¨¦ditos indican tambi¨¦n el amplio abanico de intereses chinos: Rusia, Venezuela, Brasil, India, Ghana y Argentina.
China ha sustituido a Rusia como principal alternativa al poder estadounidense y expande su influencia a regiones hist¨®ricamente reservadas a los intereses norteamericanos, como Am¨¦rica Latina, y a otras en disputa, como ?frica y Asia. El reciente viaje de Obama a India, escenario central de la lucha por el control asi¨¢tico, fue la ¨²ltima demostraci¨®n de que Washington no renunciar¨¢ f¨¢cilmente a su posici¨®n actual. Pero la presencia de Hu en EE UU, donde estar¨¢ cuatro d¨ªas en los que hablar¨¢ con congresistas y empresarios y en los que tambi¨¦n se trasladar¨¢ a Chicago, no tienen tanto el inter¨¦s de marcar las diferencias como el de resaltar los intereses compartidos. "Ambos tenemos mucho que ganar de unas buenas relaciones y mucho que perder de la confrontaci¨®n", afirma Hu en una entrevista por escrito concedida a The Washington Post y The Wall Street Journal.
El progreso de ambas naciones est¨¢, sin duda, en estos momentos asociado a su grado de entendimiento. China dispone del dinero que EE UU necesita para mover su econom¨ªa y Estados Unidos -y sus aliados- aporta los mercados imprescindibles para que China crezca. Por esa raz¨®n, es probable que Obama y Hu intenten aparcar algunas diferencias sobre Corea del Norte, Ir¨¢n, Taiw¨¢n o la cotizaci¨®n de la moneda china para potenciar el conjunto de una relaci¨®n que reclama un clima de duradera estabilidad.
Los gobernantes norteamericanos detectan, adem¨¢s, una evoluci¨®n positiva en casi todos esos asuntos. En sus contactos recientes, tanto la secretaria de Estado, Hillary Clinton, como el secretario de Defensa, Robert Gates, han percibido una mayor presi¨®n de Pek¨ªn para que Corea del Norte contenga sus amenazas nucleares y un cierto distanciamiento de Ir¨¢n.
En el tema monetario, aunque en las ¨²ltimas semanas se ha producido una peque?a revaluaci¨®n del yuan o renminbi (los dos nombres de la moneda china), el secretario del Tesoro, Tim Geithner, sigue creyendo que est¨¢ artificialmente sostenido por encima de su valor para favorecer las exportaciones chinas. Algunos c¨¢lculos estiman que si China devaluara el yuan un 20% -su verdadera cotizaci¨®n- el d¨¦ficit comercial norteamericano, que fue el a?o pasado de 500.000 millones de d¨®lares, se reducir¨ªa de inmediato en m¨¢s de 100.000 millones.
El asunto m¨¢s espinoso es el de los derechos humanos. Obama est¨¢ sometido a una fuerte presi¨®n interna para plantearlo, mientras que el margen de maniobra de Pek¨ªn al respecto, como ha demostrado el trato dado a Liu Xiaobo, el disidente premio Nobel de la Paz, es muy reducido.
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