Berlusconi: "?Dimitir yo? ?Acaso est¨¢is locos?"
"?Pero acaso est¨¢is locos?". Eso dijo ayer Silvio Berlusconi a los periodistas que le preguntaban si ten¨ªa intenci¨®n de dimitir. El primer ministro entraba en ese momento en la C¨¢mara de Diputados, donde reuni¨® a todos los diputados de su grupo que tienen el t¨ªtulo de Derecho y les invit¨® a formar parte del equipo legal que le ayudar¨¢ a defenderse en los tribunales de las acusaciones de prostituci¨®n de menores y abuso de poder. Un ej¨¦rcito de testigos presenci¨® esos supuestos delitos, y Berlusconi ha puesto en pie la m¨¢quina de guerra contra sus odiados fiscales milaneses. "Estoy sereno", a?adi¨®, "me estoy divirtiendo".
Mientras eso suced¨ªa, lejos de los palacios de la pol¨ªtica nacional, el resto del pa¨ªs asum¨ªa con filosof¨ªa la sobredosis de vulgaridad y vileza inyectada por la publicaci¨®n casi integral de las 389 p¨¢ginas del sumario judicial del caso Ruby.
El sombr¨ªo relato de las noches de Arcore deja una sensaci¨®n de "tristeza y sordidez", analiz¨® La Repubblica, y muestra a un hombre "vulnerable ante sus compa?eras ocasionales, chantajeado por menores, que miente y obliga a mentir a las muchachas". Otros editoriales y la oposici¨®n en bloque pidieron en vano la dimisi¨®n del primer ministro, que por la tarde despach¨® con el jefe del Estado, en teor¨ªa con el fin de preparar las celebraciones del 150 aniversario de la unidad del pa¨ªs, que se festeja este a?o.
Cr¨ªticas cat¨®licas
Napolitano dijo ser "muy consciente de la turbaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica" ante las "graves" imputaciones, y a?adi¨® una frase que parec¨ªa despejar el camino a Berlusconi: no interferir¨¢ "en las decisiones pol¨ªticas que puedan tomar el jefe del Gobierno y el Parlamento", y conf¨ªa en que "aclare del todo y lo antes posible los hechos en sede judicial".
En la Iglesia cat¨®lica, fiel aliada de Berlusconi, la reacci¨®n oscil¨® entre las cr¨ªticas del diario de los obispos, Avvenire, y el mudo estupor de L'Osservatore Romano, que se limit¨® a reproducir la nota de Napolitano. Seg¨²n el vaticanista Filippo di Giacomo, el movimiento significa que "el Vaticano tiene muchas ganas de desembarazarse del problema, pero no sabe c¨®mo hacerlo".
La tormenta sexual oscureci¨® una noticia llegada de Florencia, donde el arrepentido de la mafia Giovanni Ciaramitaro afirm¨® en el juicio sobre los atentados en Roma, Florencia y Mil¨¢n de 1993 que otro mafioso, Francesco Giuliano, le dijo que fue "Berlusconi quien orden¨® los ataques".
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