P¨ªsalo, p¨ªsalo
El otro d¨ªa me contaron una an¨¦cdota deliciosa. A principios de los noventa, cuando el argentino Bilardo era entrenador del Sevilla, sali¨® en las pantallas gritando algo as¨ª como "?P¨ªsalo, p¨ªsalo! ?Al enemigo, ni agua!", dirigi¨¦ndose al masajista de su equipo que salt¨® al campo para atender a un jugador del equipo contrario. Al parecer, la frase se hizo famosa y en adelante ese "P¨ªsalo, p¨ªsalo" fue coreado en muchos estadios espa?oles, cada vez que un jugador rival estaba tendido en el terreno de juego.
En 1995, el Zaragoza se enfrent¨® al Chelsea en las semifinales de la Recopa. En el partido de ida, disputado en La Romareda, mientras un delantero ingl¨¦s estaba en el suelo retorci¨¦ndose de dolor por la agresiva entrada que hab¨ªa sufrido, los hooligans del Chelsea comenzaron a crear problemas y terminaron a mamporrazo limpio con la polic¨ªa. Mientras tanto, en las gradas sonaba ese habitual "P¨ªsalo, p¨ªsalo". Algo que, claro, para los ingleses suena fon¨¦ticamente igual que "Peace and love". Seg¨²n se cuenta, at¨®nitos ante la respuesta de los aficionados que, seg¨²n creyeron entender, ped¨ªan "paz y amor", los hooligans se calmaron y dejaron de montar gresca. Un corresponsal ingl¨¦s tambi¨¦n entendi¨® as¨ª el c¨¢ntico y al d¨ªa siguiente los rotativos brit¨¢nicos alababan la actitud c¨ªvica y el fair play de la afici¨®n ma?a...
La fant¨¢stica historia me record¨® de inmediato una vi?eta de Mafalda. Ejemplo pr¨ªstino de candidez y benevolencia, la ni?a reflexionaba: "Cuando sea grande voy a trabajar de int¨¦rprete en la ONU y cuando un delegado le diga a otro que su pa¨ªs es un asco, yo voy a traducir que su pa¨ªs es un encanto y, claro, nadie podr¨¢ pelearse. ?Y se acabar¨¢n los l¨ªos y las guerras y el mundo estar¨¢ a salvo!"
En efecto, si uno quiere trazar una visi¨®n esquem¨¢tica de los efluvios de la pol¨ªtica, puede imaginarse la labor diplom¨¢tica en esos t¨¦rminos: una tarea de int¨¦rprete que traduce o esconde el terrible "P¨ªsalo, p¨ªsalo" en el dulce "Peace and love". Por eso han escandalizado -a los que han escandalizado; a la mayor¨ªa, desde luego, le han dejado indiferente- los papeles de Wikileaks. Porque muestran la crudeza de los textos y las conversaciones, a menudo c¨¢nticos agresivos, rastreros y crueles, antes de su transformaci¨®n en suaves interpretaciones diplom¨¢ticas.
Pero, ?podr¨ªa ser de otra forma? Lo que la an¨¦cdota de aquel Zaragoza-Chelsea nos muestra una vez m¨¢s es que las palabras no s¨®lo -o principalmente- describen la realidad, sino que tambi¨¦n -o principalmente- la crean. Unas palabras incitan la mala leche, el pensamiento primario del "nosotros o ellos"; otras impulsan la calma, la unidad, la semejanza entre "nosotros y ellos". La pol¨ªtica, la diplomacia, es el arte sistem¨¢tico de esos c¨¢nticos colectivos. Los l¨ªderes tienen esa inmensa responsabilidad, ciertamente, pero las gradas -entregadas o indiferentes- no la tenemos menos...
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