Esposas medievales insubordinadas
Un estudio re¨²ne las biograf¨ªas de 300 mujeres con poder en la Edad Media
La mayor¨ªa de las mujeres nobles de la Edad Media nac¨ªan para ser "hijas, esposas y madres, o para dedicarse a la vida espiritual en un convento". As¨ª lo explica Eduardo Pardo de Guevara, director del equipo de investigaci¨®n que se encarg¨® de realizar el estudio Mulleres con poder ao final da Idade Media: colecci¨®n de documentos, en el Instituto de Estudos Galegos Padre Sarmiento (IEGPS). Aun as¨ª, las hubo que rechazaron ser "peones en un juego de alianzas familiares". Ahora forman parte de una recopilaci¨®n de 300 biograf¨ªas sobre mujeres de la Edad Media. Con ello pretende contribuir a que la comunidad cient¨ªfica se ocupe m¨¢s de estudiar el pasado de un sexo con poco protagonismo en la historia.
Aldonza de Mendoza present¨® una demanda para recuperar su dote
"Eran peones en un juego de alianzas familiares", explica Pardo de Guevara
Aldonza de Mendoza fue una de las que se rebelaron. La casaron con Fadrique, conde de Trast¨¢mara, y a su muerte en el siglo XV se atrevi¨® a presentar una demanda para recuperar su dote. Para ello, alegaba que hab¨ªa recibido malos tratos por parte de su esposo, que viv¨ªa amancebado mientras a ella la ten¨ªa encerrada. Adem¨¢s tambi¨¦n lo acusaba de robarle joyas y otros objetos de valor. Todo ello ratificado por testigos. Tras la muerte de su marido, ejecutado por ?lvaro de Luna, se retir¨® a un convento en Guadalajara, donde pas¨® el resto de su vida.
Con respecto al destino con el que nac¨ªan todas las mujeres de la nobleza, el de unir linajes a trav¨¦s de matrimonios de conveniencia, tambi¨¦n hubo quien se resisti¨® a aceptarlo. El de Mayor de Ulloa es uno de los mejores ejemplos. Desde los diez a?os sus padres la comprometieron con un miembro del linaje de los Z¨²?iga. Se mostr¨® contraria desde el primer momento a consumar ese matrimonio y finalmente se sali¨® con la suya. En una declaraci¨®n judicial de varios a?os despu¨¦s se recogen los motivos por los que se neg¨® a casarse. M¨¢s tarde contraer¨ªa matrimonio con Diego de Lemos, hecho que desemboc¨® en un conflicto que implic¨® a las tres familias: los Ulloa, los Z¨²?iga y los Lemos . De este modo, "su marido Diego de Lemos tuvo que asumir las consecuencias de la decisi¨®n que a?os antes hab¨ªa tomado Mayor de Ulloa", explica el investigador.
Eduardo Pardo de Guevara cuenta que hay una idea muy extendida de que la mujer en la ¨¦poca medieval estaba sometida al hombre y no ten¨ªa ning¨²n poder de decisi¨®n en ning¨²n ¨¢mbito. "Es cierto que las mujeres estaban supeditadas a su marido, que exist¨ªan limitaciones jur¨ªdicas, pero tambi¨¦n exist¨ªan ¨¢mbitos en los que la mujer era poderosa, como el dom¨¦stico", afirma. Aunque parezca rid¨ªculo, no podemos comparar esa situaci¨®n con la actualidad, pues "no es lo mismo gestionar un piso como nos lo imaginamos hoy en d¨ªa que gestionar el patrimonio de una familia noble en los siglos XV o XVI".
As¨ª, Constanza de Castro administr¨® el patrimonio que su marido le leg¨®. A prop¨®sito de esta investigaci¨®n, Pardo sac¨® a la luz una carta que hab¨ªa descubierto hace alg¨²n tiempo en el archivo privado de unos descendientes de la familia. Se trata de una misiva escrita en gallego que Rui D¨ªaz de Andrade, esposo de Constanza de Castro, enviaba a su mujer desde el campo de batalla. En ella, a modo de testamento, su esposo le legaba sus bienes en caso de que falleciese en plena lucha, tal y como despu¨¦s sucedi¨®. A partir de entonces, se encarg¨® de la proyecci¨®n p¨²blica de su patrimonio familiar durante los 40 a?os que vivi¨® tras haberse quedado viuda. Adem¨¢s, tambi¨¦n estuvo envuelta de un halo m¨ªstico, pues m¨¢s de cien a?os despu¨¦s de su muerte, en el siglo XVII, apareci¨® su cuerpo incorrupto, lo que dio pie a que se iniciase un proceso de beatificaci¨®n. Los documentos de este proceso tambi¨¦n est¨¢n en posesi¨®n de este grupo de investigadores. El director del equipo destaca adem¨¢s la labor de Leonor Y¨¢?ez de Romay, que se encarg¨® de administrar los bienes de su familia fundando un mayorazgo tras haberse quedado viuda. Adem¨¢s se conserva un documento en el que Y¨¢?ez de Romay hace memoria de su ¨¢rbol geneal¨®gico y menciona a 16 de sus antecesores.
Estos son los datos m¨¢s relevantes de un trabajo que comenz¨® hace ya un a?o. Ahora, los historiadores del IEGPS se centrar¨¢n en el estudio de la imagen de la mujer en las esculturas funerarias medievales. Como una primera aproximaci¨®n, Pardo de Guevara explica que la supeditaci¨®n de la mujer al hombre se aprecia tambi¨¦n en este aspecto, pues el escudo de la familia del hombre ten¨ªa m¨¢s importancia que el de la mujer en los grabados del sarc¨®fago.
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