Nueva imagen de la inocencia salvaje de Twain
Santi Moix ilustra una nueva edici¨®n de 'Las aventuras de Huckleberry Finn'
Santi Moix (Barcelona, 1960) ha ilustrado Las aventuras de Huckleberry Finn, el libro con el que Galaxia Gutemberg / C¨ªrculo de Lectores rinde homenaje a Mark Twain -el padre de "la primera novela norteamericana", en opini¨®n de Ernst Hemingway- cuando se cumple un siglo de su muerte. Se trata de un artilugio que sirve, entre otras cosas, para discrepar de los augures que vaticinan el inminente fin del libro de papel, de la letra impresa, devorado por la pantalla electr¨®nica.
Tal vez por lo especial de su clientela, C¨ªrculo de Lectores viene apostando hace tiempo por este tipo de libros ilustrados -Miquel Barcel¨® hizo La divina comedia; Frederic Amat, Las mil y una noches, o P¨¦rez Villalta, Los viajes de Gulliver- que nada tienen que ver con los exquisitos objetos de arte para coleccionistas, sino que se ofrecen a precios asequibles en un formato est¨¢ndar y que est¨¢n destinados a ser le¨ªdos, adem¨¢s de para que el artista se enfrente al escritor.
Para Hemingway, se trata de la primera novela norteamericana
El artista ha llenado con im¨¢genes de su cuaderno los muros de la fundaci¨®n
Santi Moix vive en Nueva York desde hace bastantes a?os, pero reconoce que nunca ha visitado el sur de Estados Unidos, ese territorio vertebrado por el r¨ªo Misisipi en el que transcurre la novela de Twain. Pero quiz¨¢s por esto sus im¨¢genes sean tan evocadoras, tanto como pretend¨ªa serlo Twain que en la primera p¨¢gina escribi¨® la siguiente advertencia: "Las personas que intenten encontrar un motivo en esta narraci¨®n, ser¨¢n perseguidas. Aquellas que intenten hallar una moraleja, ser¨¢n desterradas, y las que traten de encontrar un argumento, ser¨¢n fusiladas".
"Porque para Twain, solo importaba la narraci¨®n, la capacidad de contar una historia, y rechazaba cualquier lectura moral o ejemplarizante", explica la editora Mar¨ªa Rodr¨ªguez. "En este caso, la historia de las aventuras de un chaval que escapa de un padre alcoh¨®lico en una balsa en el Misisipi y se encuentra con un esclavo negro que tambi¨¦n huye". Aparentemente, a?ade, "un libro para ni?os, como muchas veces se han querido ver estas novelas, cuando en realidad es un texto duro, salvaje en su inocencia, plagado de estafadores, truhanes, ignorantes y caraduras", que muestra sin filtros la terrible crueldad de la esclavitud. El propio Twain reconoce que, de chico, nunca se plante¨® que la esclavitud fuera algo malo, sino algo natural. Solo de adulto lo entendi¨® y milit¨® por el abolicionismo. Pero Twain, como William Faulkner, ha sido acusado de racista, cuando en realidad es esta descripci¨®n desnuda, casi ingenua de la realidad, la que le convierte en moralista, a su pesar.
En este sentido, la versi¨®n espa?ola -con la excelente traducci¨®n de Larrinaga- escapa a la reciente pol¨¦mica sobre la censura que una reciente edici¨®n ha aplicado al t¨¦rmino nigger, la forma denigrante de referirse a los esclavos negros que Twain utiliza una y otra vez, como era lo normal en aquella ¨¦poca, y que ahora chirr¨ªa con ciertos criterios de correcci¨®n pol¨ªtica.
Moix ha entendido este car¨¢cter salvaje del texto. Sus acuarelas -un g¨¦nero que se presta especialmente a la ilustraci¨®n literaria- transmiten con precisi¨®n casi anat¨®mica el regusto que los episodios van dejando en la trastienda del lector; desde el beb¨¦ cortado con un serrucho de la referencia al juicio del rey Salom¨®n a la monta?a de cabezas cortadas que el viejo Jim le atribuye a Enrique VIII o el frondoso y h¨²medo universo fluvial donde pescan los dos h¨¦roes de la novela.
Moix, un artista que se mueve por entre casi todos los registros de las artes pl¨¢sticas, incluida la escultura -ha colaborado recientemente con el ceramista Joan Ravent¨®s-, ya hab¨ªa trabajado sobre Twain y tambi¨¦n sobre otro cl¨¢sico como El Quijote; recientemente realiz¨® la serie Don Quixote in Catalonia para la neoyorquina Pace Gallery. Ahora, para la presentaci¨®n del libro, ha convertido las paredes de la Fundaci¨®n C¨ªrculo de Lectores de Barcelona en un inmenso mural -una versi¨®n grandeur nature de su cuaderno de apuntes- reproduciendo los esbozos de las ilustraciones de modo que el visitante acaba sumergi¨¦ndose en el Misisipi. Una exposici¨®n que podr¨¢ verse hasta el pr¨®ximo 1 de abril.
Moix realiz¨® las m¨¢s de 50 ilustraciones del libro a lo largo de dos meses, trabajando solo por las ma?anas, mientras que por las tardes preparaba una exposici¨®n, a modo de trabajos en paralelo. Para llenar las paredes de la Fundaci¨®n C¨ªrculo de Lectores estuvo solo dos d¨ªas.
Babelia
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