La amenaza que llega del exterior
Libia acogi¨® a ex polic¨ªas tunecinos con los que puede desequilibrar a su vecino
De Mauritania a Siria la calle ¨¢rabe, sobre todo los j¨®venes, sigue minuto a minuto la revoluci¨®n tunecina mientras los reg¨ªmenes temen el contagio democr¨¢tico. Algunos de ellos guardaron silencio tras la ca¨ªda, el viernes pasado, del dictador tunecino Zine el Abidine Ben Ali mientras otros, como Egipto, reaccionaron tarde y con comunicados ins¨ªpidos, en comparaci¨®n con los comentarios europeos y, sobre todo, norteamericanos.
Solo un pa¨ªs, la Libia de Muammar el Gaddafi, mostr¨® abiertamente su enfado ante esta revoluci¨®n sin precedentes en el mundo ¨¢rabe. "Me apena lo que sucede en Libia", declar¨® Gaddafi el s¨¢bado, 24 horas despu¨¦s de que Ben Ali hubiese huido del pa¨ªs. "T¨²nez vive ahora sumido en el miedo", a?adi¨® tras hablar por tel¨¦fono con el ex presidente.
Los reg¨ªmenes ¨¢rabes desean que la experiencia tunecina fracase
El l¨ªder libio es, probablemente, el ¨²nico que fue sincero. Sus palabras, cargadas de animosidad hacia la revoluci¨®n, expresan una opini¨®n generalizada entre dirigentes del mundo ¨¢rabe en el que solo hay dos democracias: L¨ªbano, gracias a los equilibrios confesionales, e Irak, impuesta a punta de bayoneta. No en balde, de Marruecos a Cisjordania las manifestaciones solidarias con T¨²nez han sido prohibidas.
Aunque no lo reconozcan, los reg¨ªmenes ¨¢rabes desean que, antes de que se propague, la experiencia tunecina desemboque en el caos o, mejor a¨²n, que asomen las orejas del lobo islamista con atentados o demostraciones de fuerza en la calle como sucedi¨® en Argelia en 1991.
Todos ellos se presentan ante Occidente, como lo hac¨ªa el propio Ben Ali, como baluartes contra el islamismo radical. Recuerdan con frecuencia la experiencia argelina de principios de los noventa con la celebraci¨®n de unas elecciones libres que habr¨ªa ganado el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n si el Ej¨¦rcito no hubiese dado, en enero de 1992, un golpe de Estado para impedirlo.
Empe?ado en apaciguar los temores que suscita En Nahda (Renacimiento), el partido islamista tunecino, adopta un perfil bajo. Anunci¨® esta semana que no presentar¨¢ candidato a las presidenciales de T¨²nez.
Menos cauto, Ir¨¢n es el ¨²nico pa¨ªs musulm¨¢n que ha expresado en t¨¦rminos contundentes su "apoyo a las reivindicaciones del pueblo tunecino".
Para desestabilizar al m¨¢s peque?o de los pa¨ªses norteafricanos, los aut¨®cratas ¨¢rabes pueden contar con Libia y con los despojos del gran aparato de seguridad del derrocado l¨ªder.
"Gaddafi est¨¢ tentado de poner toda la carne en el asador para provocar el caos en T¨²nez", advirti¨® Kamel Jendoubi, al regresar a su pa¨ªs tras 17 a?os de exilio en Francia. "?Hay que evitar a toda costa que desestabilice el pa¨ªs!", dijo.
La calle, en T¨²nez, es consciente del peligro. "?No a las injerencias extranjeras!", se le¨ªa en alguna pancarta. "Ya que estamos calientes: ?Vayamos hasta Tr¨ªpoli!", coreaban tambi¨¦n los manifestantes.
El l¨ªder libio tiene experiencia en hostigar al pa¨ªs vecino. Una emisora instalada en Libia hizo, en enero de 1980, llamamientos a los tunecinos para que se sublevasen contra el presidente Habib Bourguiba mientras que mercenarios adiestrados por el Ej¨¦rcito libio se apoderaban de Gafsa.
Con Ben Ali Gaddafi mantuvo una relaci¨®n cordial. En su ¨²ltimo discurso el presidente anunci¨®, para acallar la rebeli¨®n, 300.000 empleos para j¨®venes en T¨²nez a los que hab¨ªa que a?adir otros 5.000 puestos en Libia. Se los ofreci¨® Gaddafi.
Ahora, "para fastidiar al vecino, le bastar¨ªa con cerrar la frontera com¨²n, impidiendo el paso de inmigrantes tunecinos y turistas libios, o de vetar el env¨ªo de remesas a T¨²nez", explica un diplom¨¢tico experto en Libia.
Pero cuenta con un arma m¨¢s poderosa. Un pu?ado de miembros del servicio de seguridad del dictador se refugi¨® Libia. El jefe de la guardia presidencial, Ali Seriati, fue detenido el s¨¢bado, muy cerca de la frontera libia, acompa?ado por medio centenar de colaboradores, pero otros muchos la cruzaron. Gaddafi puede contar con ellos para armar barullo.
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