Pek¨ªn se convierte en un modelo para el continente africano
Propone inversiones y crecimiento sin exigir democracia
A nadie sorprende ya la glotoner¨ªa china en ?frica. Desde los ochenta, pero especialmente en la ¨²ltima d¨¦cada, el pa¨ªs asi¨¢tico ha mostrado un apetito desmesurado por las materias primas del continente; petr¨®leo y gas, pero tambi¨¦n madera, productos agr¨ªcolas y minerales necesarios para hacer aparatos electr¨®nicos. Las cifras ya sabidas, las ¨²nicas disponibles, del FMI, hablan de unas relaciones comerciales que han ido creciendo en los ¨²ltimos a?os a una media de un 30% y que probablemente hayan sobrepasado los 100.000 millones de d¨®lares en 2010.
Pero China no parece haber ido a ?frica para hacer negocio y salir corriendo sino para quedarse y llevar un modelo econ¨®mico que ha sido abrazado por el continente. El Gobierno chino ha alentado a sus ciudadanos a levantar all¨ª su lejano oeste. Unos 500.000 chinos -seg¨²n los datos de la Asociaci¨®n de Amistad de los Pueblos Chino y Africano, citados en el libro China en ?frica (Alianza, 2009)-, han emigrado a ?frica para trabajar y ganar m¨¢s dinero que en su pa¨ªs de origen. Y se han manchado las manos para conseguirlo.
500.000 chinos han ido a ?frica para trabajar y ganar m¨¢s dinero que en su pa¨ªs
En ?frica, el occidental se queja de todo. De la necesidad de sobornar para hacer negocios, de la cantidad de papeles que hay que entregar para montar una empresa, del calor, las enfermedades, los mosquitos y la corrupci¨®n. Los chinos trabajan. Han construido presas, oleoductos y redes de fibra ¨®ptica. Han revolucionado el transporte con sus motos de bajo coste, utilizadas como taxis para moverse por todo el continente; han montado hoteles y karaokes. Y todo sin rechistar, a un ritmo lento y silencioso.
Cuando Occidente se ha dado cuenta ya era demasiado tarde. Los africanos hab¨ªan preferido la humildad china para hacer negocios al paternalismo occidental y todos sus valores. Sin nada de esto, sin hablar ni una palabra de los idiomas aut¨®ctonos, sin mezclarse demasiado con la poblaci¨®n, pero viviendo muchas veces en las mismas condiciones, China ha hecho negocio con un lenguaje que conoce muy bien, el del color del dinero.
?frica aplaude esa nueva competencia que combate los monopolios de las colonias. Aunque eso no signifique las cosas mejoren para la poblaci¨®n. La mayor¨ªa de los pa¨ªses en los que hay presencia china han tenido tasas de crecimiento superiores al 4%, pero la pobreza y el paro siguen siendo extremos en ellos.
El modelo de crecimiento ha casado con los intereses de los gobernantes africanos, quienes no han visto peligrar su silla con exigencias de m¨¢s democracia. El futuro, m¨¢s que nunca, pasa por ?frica y los dirigentes lo saben. El ex presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, preparaba as¨ª a su pa¨ªs para el nuevo orden mundial: "Nos gustar¨ªa que China dirigiera el mundo, y cuando eso ocurra queremos estar justo detr¨¢s de vosotros".
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