El retorno de la gran teor¨ªa
Tom¨¢s Poll¨¢n, un mito del pensamiento espa?ol actual, imparte un seminario sobre el fin de la excepci¨®n humana
"Solo discuto con mis compa?eros de universidad cuando coincido con ellos en el extranjero". Lo dice Tom¨¢s Poll¨¢n (Valdespino, Le¨®n, 1948) en la biblioteca de la Fundaci¨®n Juan March rodeado de profesores de filosof¨ªa: Jes¨²s Moreno, Antonio Valdecantos, Eduardo ?lvarez, Carlos Fern¨¢ndez Liria y Tommaso Mengazzi.
Para compensar esa costumbre de la que habla Poll¨¢n, la instituci¨®n que dirige Javier Gom¨¢ organiza regularmente seminarios de filosof¨ªa en los que un pensador expone sus ideas en una sesi¨®n abierta al p¨²blico y, al d¨ªa siguiente, discute sus argumentos a puerta cerrada con un grupo de colegas. El jueves, la Fundaci¨®n Juan March tuvo que abrir sus dos salones de actos para acomodar al p¨²blico que hab¨ªa acudido a escuchar a Tom¨¢s Poll¨¢n.
"Si llegase ahora un 'homo erectus', ?lo llevar¨ªamos al zoo o a la escuela?"
Fuera de sus clases de Antropolog¨ªa y Filosof¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, es m¨¢s f¨¢cil escuchar a Poll¨¢n en California o en M¨¦xico que en Espa?a. La semana que viene, por ejemplo, hablar¨¢ en la Biblioteca de Alejandr¨ªa.
Bajo un t¨ªtulo interrogativo -?Fin de la excepci¨®n humana?-, este fil¨®sofo que se resiste a publicar lo que escribe record¨® las tres grandes "afrentas" que, seg¨²n Freud, la ciencia ha infligido al "amor propio" de los seres humanos: cuando descubri¨® que la tierra no es el centro del universo; cuando la teor¨ªa de la evoluci¨®n redujo a la nada el privilegio del hombre como un ser excepcional en la creaci¨®n y cuando, con su teor¨ªa del inconsciente, el psicoan¨¢lisis sembr¨® la sospecha de que el yo "ni siquiera es el amo en su propia casa".
Mientras el pensamiento occidental se centraba en dialogar con la f¨ªsica y la matem¨¢tica, la biolog¨ªa le adelantaba por la izquierda a toda velocidad. Si la filosof¨ªa se resiste a asimilar del todo la lecci¨®n de Darwin es porque, por remoto que parezca, existe un v¨ªnculo entre la vieja doctrina de la unicidad de Dios y la de la excepci¨®n humana. Esta, dice Poll¨¢n, tiene "el estatuto de una trascendencia". Liquidar esa teor¨ªa es liquidar el antropocentrismo, el esencialismo y la teleolog¨ªa (la creencia en la existencia de una causa final). A algunos les produce "zozobra" reconocer que el cosmos no emite se?ales, que es mudo e indiferente, dice Poll¨¢n. Lo mismo que admitir que la evoluci¨®n no supone necesariamente progreso: "No se supera nada con el hombre".
Doce horas despu¨¦s de la conferencia, Javier Gom¨¢ record¨® que, por esencialista que pudiera ser, la occidental es la ¨²nica cultura que ha sido capaz de volverse contra s¨ª misma. Lo hizo para animar un debate que ¨¦l mismo introdujo celebrando la charla de su invitado como "un ejemplo de retorno de la gran teor¨ªa", una cosmovisi¨®n que ata?e a la ciencia, a la sociolog¨ªa, a la psicolog¨ªa... Dicho con unas palabras de Thomas Carlyle que le gusta citar a Poll¨¢n: "Los se?ores hablan de las cosas. Los criados hablan de los se?ores". No lo dice pensando en s¨ª mismo, pero ¨¦l, obviamente, habla de "las cosas".
Despu¨¦s de agradecer (y de quitarse amablemente de encima) la "ocurrencia" de hacerle una entrevista, Tom¨¢s Poll¨¢n aclara en un descanso del debate las consecuencias m¨¢s pr¨¢cticas de sus ideas: "Cambia la actitud. Y eso lleva tiempo, no se hace a golpe de decisi¨®n. Saber que hay una continuidad entre los seres vivos nos obliga a tener un mayor respeto hacia lo que nos rodea. Causar sufrimiento gratuitamente no se sostiene. Y siempre, claro, est¨¢ el l¨ªmite de la sobreviviencia: matar para comer". ?Tienes derechos los animales? "Los derechos no tienen por qu¨¦ ser lo m¨¢s elevado. Tal vez el cuidado y el respecto sean m¨¢s meritorios. ?Aceptar¨ªamos que un genio tiene m¨¢s derechos que una persona normal? Si ahora se presentara aqu¨ª un homo erectus, ?lo llevar¨ªamos al zoo o a la escuela?".
La lecci¨®n que la biolog¨ªa ha dado a la filosof¨ªa no supone, sin embargo, que aquella no tenga l¨ªmites: "No todo lo que puede hacerse debe hacerse. Aunque desgraciadamente, tiende a hacerse: ah¨ª est¨¢ la bomba at¨®mica. Existe incluso una autonom¨ªa de la t¨¦cnica". Todo arsenal reclama una guerra. Como dice su amigo Rafael S¨¢nchez Ferlosio -Poll¨¢n fue el comisario de la exposici¨®n que celebraba su Premio Cervantes-: cuando uno tiene un martillo ve clavos por todas partes.
La sangre de Arist¨®teles
Tom¨¢s Poll¨¢n suele acompa?ar sus cr¨ªticas al vuelo gallin¨¢ceo de algunos pensadores con una sonrisa y una frase: "La sangre de Arist¨®teles no corre por sus venas". Basta, sin embargo, hablar con ¨¦l para sospechar que corre por las suyas. De joven, y despu¨¦s de pasar por la Universidad de Tubinga, Poll¨¢n trabaj¨® dos a?os en el Coll¨¨ge de France con Claude L¨¦vi-Strauss. Todav¨ªa, a los 63 a?os, se encierra cada verano "a estudiar" en un monasterio alem¨¢n. Capaz de analizar la ¨²ltima biograf¨ªa de Naipaul a la semana de que aparezca, dice que quiere dedicarse a releer "cronol¨®gicamente" los libros que un d¨ªa le gustaron. No hace tanto que andaba a¨²n por T¨¢cito. En lat¨ªn.
Aunque hay toda una fundamentada leyenda en torno a sus reticencias a publicar, en 1982 la fiscal¨ªa pidi¨® para ¨¦l un a?o de c¨¢rcel por injurias al Ej¨¦rcito. ?El motivo? Cinco art¨ªculos contra un campo de tiro cerca de su pueblo, en la Maragater¨ªa. Los public¨® El Faro Astorgano. Antes de ser profesor visitante en la London School of Economics, Tom¨¢s Poll¨¢n lo fue de la m¨ªtica Facultad de Zorroaga, fundada en San Sebasti¨¢n en 1978. All¨ª cre¨® para ¨¦l la asignatura de filosof¨ªa de las formas simb¨®licas un claustro de profesores formado, entre otros, por F¨¦lix de Az¨²a, V¨ªctor G¨®mez Pin, Javier Echeverr¨ªa o Fernando Savater. Como escribi¨® este ¨²ltimo en sus memorias: "Dudo que en ninguna otra parte de Espa?a se diese en esos d¨ªas una concentraci¨®n de talentos indudables y a menudo her¨¦ticos como la que se reuni¨® en nuestras desvencijadas aulas".
Babelia
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