Bienvenidos al paleol¨ªtico
Dentro de unos d¨ªas pasar¨¢ por el Senado la llamada ley Sinde que, entre otras cosas, pretende poner l¨ªmites a la descarga gratuita de productos culturales por Internet. Como los lectores que me siguen probablemente conocen, llevo publicada una treintena de libros, as¨ª que tal vez piensen que hablo desde una posici¨®n interesada. No hay tal. En efecto, escribo libros, pero son estudios acad¨¦micos, nada de novelas, as¨ª que les puedo asegurar que, sumados los ingresos de todos ellos a lo largo de mi vida, dif¨ªcilmente podr¨ªa sobrevivir m¨¢s de un par de meses.
Les voy a contar una historia de los or¨ªgenes, de nuestros or¨ªgenes. Hace miles de a?os los seres humanos ¨¦ramos n¨®madas, recorr¨ªamos los espacios abiertos de la tierra comiendo lo que la madre naturaleza nos ofrec¨ªa, que era m¨¢s bien poco y malo, raz¨®n por la cual nuestra esperanza de vida era corta y nuestro n¨²mero, escaso. Hasta que se invent¨® la agricultura. Cultura viene de cultivar, la agricultura es el cultivo sistem¨¢tico, organizado y racional del agro. As¨ª se pudo alimentar a mucha m¨¢s gente y mejor, naci¨® la ciudad, luego la escritura, luego... Hasta hoy, cuando la globalizaci¨®n est¨¢ propiciando la desaparici¨®n de los labradores en Espa?a y nuestros campos se desertizan a marchas forzadas. ?Les suena? Tambi¨¦n la otra cultura, el cultivo de los productos del esp¨ªritu, empez¨® como una actividad ocasional y no remunerada, hasta que se profesionaliz¨® y tuvimos a Cervantes, a Haydn, a Sorolla o a Hitchcock. ?Qu¨¦ quieren, que volvamos al Paleol¨ªtico? A los que escribimos por obligaci¨®n profesional aunque cobramos nuestro sueldo por dar clases, eso no nos afectar¨¢, pues colgaremos nuestros trabajos en la red ahorr¨¢ndonos la molestia de buscar editor. Pero a los que nos han abierto la mente a la complejidad del mundo y han convertido esta entrega generosa en su profesi¨®n, a los m¨²sicos, a los escritores, a los artistas, simplemente los est¨¢n exterminando porque los que les sucedan volver¨¢n a ser meros aficionados.
Esto es lo que de verdad se est¨¢ ventilando, m¨¢s all¨¢ de la probable piller¨ªa de la SGAE y otras organizaciones por el estilo. Ya comprendo que la incre¨ªble crispaci¨®n de la vida pol¨ªtica espa?ola convierte a la ministra de Cultura en una jugosa presa en nombre de la libertad. Pero, cr¨¦anme, en este caso es la libertad de suicidarnos la que estamos invocando. Ha llegado el momento de que este asunto se aborde entre todos los partidos con un poco de sentido com¨²n. Los primeros que saldr¨¢n ganando son los internautas, pues, al paso que vamos, navegar por la red en busca de enriquecimiento espiritual va a ser un ejercicio frustrante e in¨²til. Para lo que hay que ver.
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