Mucha, pero que mucha polic¨ªa
Los agentes se suman a las manifestaciones en favor de la democracia
Tras 23 a?os de represi¨®n y ocho d¨ªas despu¨¦s de la fuga del dictador Zine el Abidine Ben Ali, los tunecinos, ya sin temor a soplones ni a polic¨ªa, manifestaron su ansia de libertad y se volcaron ayer en la avenida Habib Burghiba de la capital, un hervidero de gente que observaba las pintadas que manchan las paredes de la ciudad. Para ellos, un adorno. "Libertad, democracia y laicismo", rezaba una de ellas. "El pueblo ha liberado a la polic¨ªa", se le¨ªa en otra. Unos 2.000 agentes de paisano, que reprimieron con sa?a las protestas, se sumaron a la permanente manifestaci¨®n que ya dura d¨ªas. Exig¨ªan mejoras salariales, el derecho a crear un sindicato, pero tambi¨¦n trataban de congraciarse con la multitud mientras arremet¨ªan contra un jefe policial, Ali Mansur. "Nos llamaba insectos y dec¨ªa que jodieran a nuestras madres", comentaba uno de ellos. "Nosotros tambi¨¦n somos v¨ªctimas de la dictadura", a?ad¨ªa. "Quieren lavar su imagen", advert¨ªa un joven ingeniero.
La exigencia de que dimita el primer ministro Mohamed Ghanuchi, que de madrugada hab¨ªa prometido terminar su actividad pol¨ªtica cuando se deroguen las leyes antidemocr¨¢ticas y se celebren elecciones, no se diluye. Pero el ambiente era m¨¢s festivo. Cualquiera se encaramaba a un banco, al modo del Speaker's corner londinense, y comenzaba a soltar un discurso. En los corrillos se discut¨ªa sobre qu¨¦ hacer en escuelas y universidades que abren el lunes, o sobre c¨®mo organizarse para reemprender la actividad econ¨®mica y mantener simult¨¢neamente la presi¨®n en las calles para derrocar al Gobierno. En otro grupo se alzaban pancartas que demandaban un r¨¦gimen parlamentario. En otra aglomeraci¨®n, un oficial de polic¨ªa de uniforme debat¨ªa con ciudadanos. Acaloradamente, pero sin agresividad. Desde los caf¨¦s, rebosantes, la gente observaba la febril ida y venida de personas que cantaban el himno nacional una y otra vez.
Un h¨¦roe destacaba. Mohamed Bouazizi, el hombre que se inmol¨® en Sidi Bouzid, en el interior agr¨ªcola de T¨²nez, y que prendi¨® la mecha del alzamiento. Se ve¨ªan montajes fotogr¨¢ficos en los que aparec¨ªa su rostro sobre un cuerpo vestido con el traje de gala presidencial. Tambi¨¦n eran abrazados los periodistas de la cadena de televisi¨®n Al Jazeera a pocos metros de la librer¨ªa Al Kitab, donde se arremolinaban hombres y mujeres. La due?a, Selma Jabbes, apuntaba: "No hay novedades, miran los libros prohibidos": las biograf¨ªas del ex presidente Burghiba, la historia del r¨¦gimen de Ben Ali y sus fechor¨ªas... Las explicaban los caricaturistas que mostraban dibujos alusivos a la dictadura: el s¨¢trapa junto a una vaca que representaba T¨²nez, y que era orde?ada por su esposa, la odiada Leila Trabelsi.
Presentes estaban los familiares, tristes, de v¨ªctimas de la revuelta. Hombres y mujeres ense?aban la foto de un fallecido, y explicaban en cartulinas los atropellos de los prebostes. "La se?ora Aghebi, presidenta de la Asociaci¨®n de Madres de T¨²nez, llevaba ni?as a los ministros". Sencillo imaginar para qu¨¦. "Ahmed Fria, el d¨ªa que fuiste nombrado murieron 26 personas", destacaba en otro cart¨®n, aludiendo al ministro del Interior. Los tunecinos se liberan paso a paso del trauma.

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