La lucha de clases pol¨ªtica de EE UU
Estados Unidos est¨¢ en curso de colisi¨®n consigo mismo. El acuerdo alcanzado en diciembre entre el presidente Barack Obama y los republicanos en el Congreso para extender los recortes fiscales iniciados hace una d¨¦cada por el presidente George W. Bush est¨¢ siendo saludado como el comienzo de un nuevo consenso bipartidista. Creo, en cambio, que es una falsa tregua de lo que ser¨¢ una batalla campal por el alma de la pol¨ªtica estadounidense.
Al igual que en muchos pa¨ªses, los conflictos sobre la moral p¨²blica y la estrategia nacional se reducen a cuestiones de dinero. En EE UU, esto es m¨¢s cierto que nunca. El pa¨ªs tiene un d¨¦ficit presupuestario anual de alrededor de un bill¨®n de d¨®lares, que puede ampliarse a¨²n m¨¢s como resultado del nuevo acuerdo tributario. Este nivel de endeudamiento anual es demasiado alto. Hay que reducirlo, pero ?c¨®mo?
El problema es la pol¨ªtica corrupta y la p¨¦rdida de moral c¨ªvica del pa¨ªs
Obama no ha cumplido la promesa del cambio. Su Gobierno est¨¢ lleno de banqueros de Wall Street
El problema es la pol¨ªtica corrupta y la p¨¦rdida de moral c¨ªvica de EE UU. Un partido pol¨ªtico, los republicanos, apuesta a poco m¨¢s que a reducir los impuestos, objetivo que pone por encima de cualquier otro. Los dem¨®cratas tienen una gama algo m¨¢s amplia de intereses, como el apoyo a la atenci¨®n de la salud, la educaci¨®n, la formaci¨®n y las infraestructuras. Pero, al igual que los republicanos, tambi¨¦n est¨¢n interesados en regalar con profusi¨®n recortes de impuestos a sus grandes contribuyentes de campa?a, entre los que predominan los estadounidenses ricos.
El resultado es una paradoja peligrosa. El d¨¦ficit presupuestario de EE UU es enorme e insostenible. Los pobres se ven exprimidos por los recortes en los programas sociales y un mercado laboral d¨¦bil. Uno de cada ocho estadounidenses depende de cupones de alimentos para comer. Sin embargo, a pesar de estas circunstancias, un partido pol¨ªtico quiere acabar con los ingresos fiscales por completo y el otro se ve arrastrado f¨¢cilmente, contra sus mejores instintos, en aras de mantener contentos a sus contribuyentes ricos.
Este frenes¨ª de recortes de impuestos viene, incre¨ªblemente, despu¨¦s de tres d¨¦cadas de un r¨¦gimen fiscal de ¨¦lite en EE UU que ha favorecido a los ricos y poderosos. Desde que Ronald Reagan asumiera la presidencia, en 1981, el sistema presupuestario estadounidense se ha orientado a apoyar la acumulaci¨®n de una inmensa riqueza en la c¨²spide de la distribuci¨®n del ingreso. Sorprendentemente, el 1% m¨¢s rico de los hogares estadounidenses tiene ahora un valor neto m¨¢s alto que el 90% inferior. El ingreso anual de los 12.000 hogares m¨¢s ricos es mayor que el de los 24 millones de hogares m¨¢s pobres.
El verdadero juego del Partido Republicano es tratar de fijar en su lugar esa ventaja de ingresos y riquezas. Temen, correctamente, que tarde o temprano todo el mundo comience a exigir que el d¨¦ficit presupuestario se cierre, en parte, elevando los impuestos a los ricos. Despu¨¦s de todo, los ricos viven mejor que nunca, mientras que el resto de la sociedad estadounidense est¨¢ sufriendo. Tiene sentido aplicarles m¨¢s impuestos.
Los republicanos se proponen evitar esto por cualquier medio. Este mes han tenido ¨¦xito, al menos por ahora. Pero quieren hacer que a su victoria t¨¢ctica -que pospone el restablecimiento de las tasas tributarias previas a Bush por un par de a?os- le siga una victoria de largo plazo la pr¨®xima primavera. Sus l¨ªderes en el Congreso ya dicen que van a recortar el gasto p¨²blico con el fin de comenzar a reducir el d¨¦ficit.
Ir¨®nicamente, hay un ¨¢mbito en el que ciertamente se justifica hacer grandes recortes presupuestarios: las Fuerzas Armadas. Pero ese es el tema que la mayor¨ªa de los republicanos no va a tocar. Quieren recortar el presupuesto no mediante el fin a la in¨²til guerra en Afganist¨¢n y la eliminaci¨®n de los sistemas de armas innecesarios, sino recortando la educaci¨®n, la salud y otros beneficios de la clase pobre y trabajadora.
Al final, no creo que lo logren. Por el momento, la mayor¨ªa de los estadounidenses parecen estar de acuerdo con los argumentos republicanos de que es mejor cerrar el d¨¦ficit presupuestario mediante recortes de gastos en lugar de aumentar impuestos. Sin embargo, cuando sea la hora de hacer propuestas presupuestarias reales, habr¨¢ una reacci¨®n cada vez mayor. Predigo que, con la espalda contra la pared, los estadounidenses pobres y de clase trabajadora comenzar¨¢n a manifestarse por justicia social.
Esto puede llevar un tiempo. El nivel de corrupci¨®n pol¨ªtica en EE UU es asombroso. Ahora todo gira en torno al dinero para las campa?as electorales, que han llegado a ser incre¨ªblemente costosas. Las elecciones de mitad de periodo tuvieron un coste estimado de 4.500 millones de d¨®lares, y la mayor parte provino de grandes empresas y contribuyentes ricos. Estas fuerzas poderosas, muchas de las cuales operan de forma an¨®nima bajo las leyes de EE UU, trabajan sin descanso para defender a aquellos que se encuentran en la cima de la distribuci¨®n del ingreso.
Pero no nos equivoquemos: ambos partidos est¨¢n implicados. Ya se habla de que Obama va a recaudar 1.000 millones o m¨¢s para su campa?a de reelecci¨®n. Esta suma no vendr¨¢ de los pobres.
El problema para los ricos es que, aparte de los gastos militares, no hay espacio para recortar el presupuesto m¨¢s que en ¨¢reas de apoyo b¨¢sico para la clase pobre y trabajadora. ?En EE UU realmente se van a recortar los beneficios de salud y las jubilaciones? ?De verdad va a equilibrar el presupuesto reduciendo el gasto en educaci¨®n en momentos en que los estudiantes de EE UU ya est¨¢n siendo superados por sus contrapartes de Asia? ?Realmente va EE UU a permitir que su infraestructura p¨²blica siga deterior¨¢ndose? Los ricos van a tratar de impulsar ese programa, pero al final fracasar¨¢n.
Obama lleg¨® al poder con la promesa de cambio. Hasta ahora no ha habido ninguno. Su Gobierno est¨¢ lleno de banqueros de Wall Street. Sus altos funcionarios se van para unirse a los bancos, como hizo recientemente su director de presupuesto, Peter Orszag. Est¨¢ siempre dispuesto a servir a los intereses de los ricos y poderosos, sin trazar una l¨ªnea en la arena, sin l¨ªmites al "toma y daca".
Si esto sigue as¨ª, surgir¨¢ un tercer partido, comprometido con la limpieza de la pol¨ªtica estadounidense y la restauraci¨®n de una medida de decencia y justicia. Esto tambi¨¦n tomar¨¢ su tiempo. El sistema pol¨ªtico est¨¢ profundamente sesgado contra todo reto a los dos partidos en el poder. Sin embargo, el tiempo del cambio vendr¨¢. Los republicanos creen que tienen la ventaja y pueden seguir pervirtiendo el sistema para favorecer a los ricos. Creo que los acontecimientos futuros demostrar¨¢n lo equivocados que est¨¢n.
Jeffrey D. Sachs es profesor de Econom¨ªa y director del Earth Institute de la Universidad de Columbia. Tambi¨¦n es asesor especial del secretario general de Naciones Unidas sobre las Metas de Desarrollo del Milenio. ? Project Syndicate, 2010. Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen.
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