El lenguaje inform¨¢tico Cobol revive medio siglo despu¨¦s
Mientras aumentan los idiomas binarios disminuyen los hablados - El c¨®digo reserv¨® dos d¨ªgitos para las fechas, lo que caus¨® la alarma de 2000

Cobol revive medio siglo despu¨¦s de su nacimiento. Se acaba de actualizar con Visual Cobol. Nacido en 1960, Cobol fue el primer lenguaje inform¨¢tico pensado para empresas.
Cuando se plantea la necesidad de desarrollar una nueva aplicaci¨®n inform¨¢tica, una de las primeras decisiones cr¨ªticas se refiere al lenguaje de programaci¨®n que se va a utilizar. Y no es una decisi¨®n f¨¢cil. Existen nada menos que casi un millar de lenguajes diferentes (seg¨²n Wikipedia, 769, m¨¢s unas cuantas docenas de opciones, extintas o simplemente olvidadas).
Como comparaci¨®n, el n¨²mero de lenguas habladas es en torno a 6.900, seg¨²n Ethnologue, pero en alarmante disminuci¨®n. Los ling¨¹istas m¨¢s optimistas opinan que a final de siglo quedar¨¢n la mitad; seg¨²n los pesimistas, apenas ser¨¢n 600.
Fotran y Cobol fueron los primeros lenguajes para grandes m¨¢quinas
No hay actividad econ¨®mica de cierto volumen que no dependa de ¨¦l
Es arriesgado jubilar un producto que funciona por otro moderno
Al a?o se siguen escribiendo 5.000 millones de l¨ªneas con ese c¨®digo
Los nombres de algunos lenguajes inform¨¢ticos resultan incluso m¨¢s familiares que los humanos. Alguien ha o¨ªdo hablar de Basic o Java, pero nadie del bikya, idioma que habla -o hablaba- una persona de Camer¨²n.
Cierto es que otras lenguas inform¨¢ticas son ensaladas de siglas: SNUSP, Occam-Pi, Not Quite C... Y alguno hay que cuya sola menci¨®n -y no digamos su sintaxis- denota cierto nivel de freakismo. Por ejemplo, un invento angloaustraliano llamado SPL (Shakespeare Programing Language), que se caracteriza por manejar c¨®digo fuente "hermoso". Parece el texto de una obra de teatro reci¨¦n salido de la pluma del propio William.
Pero la mayor parte del trabajo comercial se desarrolla utilizando un pu?ado de lenguajes, establecidos como est¨¢ndares. De un tiempo a esta parte han proliferado aquellos cuyo nombre empieza por "Visual...": Visual Basic, Visual C, Visual Java, Visual Objects... Curiosamente, entre ellos no figuraba ning¨²n Visual Cobol. Hasta ahora en que se anuncia una nueva reencarnaci¨®n de este producto (www.microfocus.com).
Las nuevas generaciones de programadores pueden considerar al Cobol una rareza arqueol¨®gica, puesto que su aparici¨®n se remonta a 1960. Fotran y Cobol fueron los primeros lenguajes de programaci¨®n disponibles en lo que entonces era el exclusivo mundo de las grandes m¨¢quinas. Fotran iba dirigido a la comunidad de cient¨ªficos y matem¨¢ticos; Cobol (Common Bussiness Oriented Language) estaba orientado a aplicaciones financieras y empresariales: n¨®minas, c¨¢lculos actuariales, gesti¨®n de ventas y aprovisionamientos, por ejemplo.
Estos lenguajes -y todos los que les siguieron- ten¨ªan el objetivo de simplificar las tareas de programaci¨®n. Hasta entonces, ese era un trabajo lento, tedioso y muy propenso a errores, puesto que los programadores deb¨ªan escribir en el ¨²nico dialecto que la m¨¢quina comprend¨ªa: abreviaturas cr¨ªpticas o interminables ristras de n¨²meros.
Ha pasado medio siglo. Docenas de nuevos lenguajes han nacido y desaparecido, pero Cobol sigue presente, sobre todo en los sistemas inform¨¢ticos de las grandes corporaciones. Se estima que en todo el mundo hay escritos unos 300.000 millones de l¨ªneas de c¨®digo Cobol. Si las imprimi¨¦semos producir¨ªan una monta?a de papel de m¨¢s de 600 kil¨®metros de altura.
Los programas Cobol est¨¢n presentes de alguna manera en el 80% de sistemas empresariales. Gestionan cajas registradoras, contabilidades bancarias, n¨®minas de multinacionales, hospitales, sistemas log¨ªsticos o simples llamadas de telefon¨ªa celular. No hay actividad econ¨®mica de cierto volumen que no dependa de estas aplicaciones.
Basta recordar la ola de aprensi¨®n que desencaden¨® hace a?os el famoso Efecto 2000. Ten¨ªa su causa en que el Cobol original, avaro con la escasa memoria disponible en los primeros equipos, hab¨ªa reservado s¨®lo dos d¨ªgitos para guardar el a?o en todas las fechas.
Al "dar la vuelta al cuentakil¨®metros" de los a?os se corr¨ªa el riesgo de que el "00" provocase un caos inform¨¢tico puesto que nadie sab¨ªa a ciencia cierta cu¨¢ntos programas ejecutar¨ªan c¨¢lculos err¨®neos al confundir el 1900 con el 2000. Eso exigi¨® una masiva campa?a mundial de revisi¨®n de software (y una nueva versi¨®n de Cobol) antes de llegar a la fecha fat¨ªdica. Al final, los desastres vaticinados, desde aviones estrellados hasta nucleares fuera de control, nunca llegaron a ocurrir.
Con semejantes antecedentes, es comprensible que uno se lo piense dos veces antes de jubilar una aplicaci¨®n que funciona sustituy¨¦ndola por otra escrita en lenguajes m¨¢s modernos, por grandes que sean las ventajas que esta ofrezca.
El resultado es que muchas empresas siguen basando el n¨²cleo de sus operaciones en c¨®digo que fue escrito hace mucho tiempo. Algunos de sus autores llevan ya a?os jubilados, mientras las nuevas promociones de programadores Cobol -varios cientos de miles en todo el mundo- siguen adaptando esos venerables programas a las nuevas necesidades: entornos gr¨¢ficos, Internet, almacenamiento en la nube...
Para ser un lenguaje que algunos califican de obsoleto, al a?o se siguen escribiendo 5.000 millones de l¨ªneas en Cobol, una actividad que para s¨ª la quisieran las 500 lenguas en peligro de extinci¨®n.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
