D¨ªas de agua y albornoz
Masajes con piedras calientes, sesiones de aromaterapia, pedicura con peces y piscinas con mil chorros y burbujas. Lo ¨²ltimo en balnearios y 'spas'
En diciembre, sedientos de vacaciones, decidimos pasar unos d¨ªas rodeados de agua o, directamente, en el agua. Elegimos el hotel Balneario & Golf Club de Guitiriz, en el que admiten ni?os, condici¨®n indispensable para nosotros.
01 Un largo viaje
Guitiriz, provincia de Lugo, est¨¢ por autov¨ªa a 535 kil¨®metros de Madrid, y como un viaje en coche con ni?os es m¨¢s largo que un viaje en coche sin ni?os, aunque el recorrido sea id¨¦ntico, decidimos hacer noche de camino. Elegimos Villafranca del Bierzo, salida 406 de la A-6. Ya en el parador de Villafranca dejamos chanclas, gorros de ba?o y ba?adores en las habitaciones y salimos a pasear con chaquetones, bufandas y paraguas.
A orillas del Burbia, encajonado entre montes boscosos, con casas de fachadas blancas y tejados de pizarra, el pueblo es precioso. Un argumento m¨¢s para discutir con un familiar que sostiene con vehemencia que en Espa?a no queda ninguno. Vemos algunos de sus monumentos: el palacio-castillo de los marqueses de Villafranca, con sus torres cil¨ªndricas en los cuatro ¨¢ngulos, la iglesia de Santiago, rom¨¢nica y con un Cristo de madera del siglo XIV, la de San Francisco, con varios cubos que recogen el agua de las goteras, la Colegiata... Imposible ver todas las iglesias en una localidad a la que el Camino de Santiago hizo pr¨®spera. El cielo est¨¢ gris oscuro, amenazador, y las calles empedradas, llenas de charcos. Encajando perfectamente con el esp¨ªritu del viaje, la calle m¨¢s conocida es la del Agua, flanqueada por casas blasonadas. Despu¨¦s de haber sufrido varias amenazas y o¨ªdo frases del tipo "No te necesito como padre", o "Eres un padre mal¨ªsimo, te voy a cambiar", y tras las oportunas y apasionadas reconciliaciones y promesas de amor eterno salpicadas de besos, regresamos al parador.
02 Objetivo: el balneario
El hotel balneario se halla en las afueras de Guitiriz, a unos 25 kil¨®metros de Lugo, en una finca de 42 hect¨¢reas. Es un magn¨ªfico edificio de tres plantas (la tercera, abuhardillada), con fachadas blancas, jambas y dinteles de granito, carpinter¨ªa de madera y tejado de pizarra. Rodeado por un bosque y un campo de golf, al llegar en coche me siento por un instante dentro de una pel¨ªcula de Cary Grant.
Su raz¨®n de ser es la fuente de San Juan de Lagostelle, descubierta en el XVIII y declarada de utilidad p¨²blica en 1902. Se beb¨ªa para curar dolencias biliares, gastrointestinales, hep¨¢ticas y g¨¢stricas. La cura hidrop¨®nica se hace en ayunas, por la ma?ana; entre cada vaso hay que esperar 15 minutos y al acabar la toma est¨¢ prescrito un paseo de media hora. En 1905 se termin¨® el balneario antiguo, que durante la Guerra Civil fue colegio de los jesuitas y hospital militar. En los a?os setenta qued¨® abandonado, y se recuper¨® en los noventa. Tras remodelarse, en 2003 el balneario volvi¨® a abrirse al p¨²blico.
El interior, sencillo y de buen gusto, no desmerece del exterior. Nuestra habitaci¨®n est¨¢ dividida en dos zonas, la de los ni?os y la de los adultos, cada una con su mansarda. Tarima y techo de madera con vigas vistas, armarios de madera, paredes blancas. Nos esperan un club termal para adultos, una piscina para ni?os, cabinas de hidromasaje, zonas de relajaci¨®n y un gimnasio que no tengo ninguna intenci¨®n de aprovechar.
03 Peque?o chapuz¨®n
Chanclas, albornoz, ba?ador, gorro de ba?o y toalla. Estamos preparados para la inmersi¨®n. La piscina para ni?os (de todas las edades) cuenta con un tobog¨¢n, aparte de pelotas, churros y tablas. Est¨¢ prohibido tirarse de cabeza, llevar c¨¢maras (una medida claramente antipadres), introducir comida o bebida. Como el agua est¨¢ templada, los peque?os pasan horas ba?¨¢ndose y jugando. Solemos tener la piscina para nosotros solos, cosa que agradecemos. Cuando me canso de los juegos acu¨¢ticos con o sin pelota leo alguno de los peri¨®dicos a disposici¨®n de los clientes, o el cartel informativo: clasificaci¨®n del agua. Por su temperatura, hipotermal. Por su mineralizaci¨®n, muy d¨¦bil. Por su composici¨®n, sulfurada, radiactiva, s¨®dica y fluorada. Por su dureza, muy blanda. Est¨¢ tambi¨¦n prohibido hablar por tel¨¦fono. Yo llevo el m¨®vil porque estoy seguro de que nadie va a llamarme, lo que, lo admito, es un sinsentido.
04 Como un cocodrilo
Los ni?os (entre 18 meses y 10 a?os) solo pueden acceder al ¨¢rea termol¨²dica entre las 13.00 y las 18.00. Si los adultos ven con horror que la media de edad baje 10 a?os con nuestra llegada, lo disimulan bastante bien. Como en la piscina para ni?os, tras los ventanales se ve el bosque. Pasamos bajo las cortinas de agua (les cuento que es como lo de Tint¨ªn en El templo del sol, a¨²n no han llegado a El ¨²ltimo mohicano), buceamos bajo el chorro a presi¨®n, ocupamos el jacuzzi cuando queda libre, nos echamos en las camas de agua con burbujas, intento relajarme, no pensar en nada, dejando como un cocodrilo solo ojos y nariz fuera del agua, y aguanto 15 segundos... A todo hay que aprender o reaprender. Dentro de tres d¨ªas espero poder aguantar tres minutos.
05 Una escapada
El parque zool¨®gico Marcelle, a orillas del Mi?o, a unos veinte minutos en coche desde Guitiriz, est¨¢ cerrado esos d¨ªas, as¨ª que nos quedamos sin ver lobos, bisontes, linces y canguros, e insuflados del esp¨ªritu navide?o vamos a Begonte para formar parte de esas 40.000 personas que acuden en diciembre y enero a ver su bel¨¦n electr¨®nico. Ocupa casi 100 metros cuadrados y posee unas cincuenta figuras que se mueven. Es bonito y curioso. Me gusta ver a los legionarios romanos haciendo la ronda, en su fortaleza. Como no podemos olvidarnos del agua, hay un r¨ªo y unas cascadas que murmuran, y el tejado del portal gotea.
06 Robles y ardillas
Vale la pena pasear por la avenida de con¨ªferas y por el bosque que rodea el balneario en el que distingo, adem¨¢s de diversas con¨ªferas, casta?os, abedules, robles, escuchando el graznido de los cuervos. Ha llovido intensamente, los ¨¢rboles est¨¢n empapados y hay enormes charcos: un banco surge en medio del agua. Una ardilla que baja al suelo, trepa, salta una rama, nos entretiene. Los ni?os se divierten pisando charcos, cogiendo ramas, viendo setas, tocando musgos y l¨ªquenes. Nosotros nos divertimos vi¨¦ndoles a ellos y admirando los grandes ¨¢rboles.
07 Envuelto en algas
No podemos irnos sin haber disfrutado de alg¨²n tratamiento propio de un balneario. Hay muchas posibilidades de masoterapia e hidroterapia. Las voy descartando por motivos varios, por ejemplo, inhalaciones, aerosoles y pulverizaciones, porque no deseo sentirme como un pulg¨®n, y acabo eligiendo un envolvimiento en algas.
Dejo a los ni?os zambull¨¦ndose incansablemente en la piscina de agua sulfurada, radiactiva, s¨®dica, etc¨¦tera, y acudo a mi cita con el vago temor de que vayan a convertirme en una especie de maki, y recordando el contacto viscoso de un alga que se te enreda en el brazo o la pierna. He elegido las algas porque me repugnan. Sufro una especie de algafobia, aunque de grado suave, y pienso que puede ser una buena ocasi¨®n para curarme. Espero con mi albornoz leyendo un peri¨®dico. Cuando me hacen pasar a una cabina, me piden que me ponga un min¨²sculo slip y me tumbe en la tabla. Con el slip puesto, me digo horrorizado que estoy a medio camino entre la apol¨ªnea figura de mi juventud y la de un luchador de sumo. Al poco llega la se?orita, que me embadurna cuerpo y extremidades con una pasta verde m¨¢s bien repugnante que desprende un olor p¨²trido, y recuerdo los veranos en Luanco, el ocle de color ocre (es como si el nombre asturiano para esa alga se lo hubiera puesto un chino) amontonado en el muelle, su olor denso y desagradable. A continuaci¨®n me envuelve en un pl¨¢stico. Cierro los ojos, me relajo, me adormilo. A los quince minutos entra la se?orita, y me pregunta si quiero permanecer cinco minutos m¨¢s como una horrible cris¨¢lida. Por valent¨ªa o por imbecilidad -seg¨²n los c¨ªnicos, es lo mismo- digo que s¨ª, y esos ¨²ltimos cinco minutos se me hacen m¨¢s largos que el resto. Todo sea por hidratar mi piel seca. ?Y el agua? El agua, en este caso, es la de la ducha, para quitarme el potingue verde. Despu¨¦s me ofrecen una infusi¨®n relajante, que rechazo. Soy una de esas extra?as personas a las que las infusiones relajantes le ponen nervioso.
Al d¨ªa siguiente oigo a una se?ora comentar a otra su experiencia, m¨¢s larga -dos horas- y completa: rejuvenecimiento y belleza. Incluye un peeling corporal, un ba?o con chorros programados, un chorro general relax, el envolvimiento con algas, un masaje general, un tratamiento especial de belleza y una infusi¨®n revitalizante. Por lo visto, agarradas a una barra, gracias al chorro general relax, las mujeres que no han estado en la c¨¢rcel -una inmensa mayor¨ªa, afortunadamente- pueden hacerse una idea de lo que es una ducha en tal lugar. Bueno, aclara, la se?ora, con una diferencia: el agua no es fr¨ªa. Y que tampoco abusaron de ti, a?ade la otra.
Despu¨¦s de cuatro d¨ªas pasados por agua, de ba?os, paseos y diversiones, toca volver a la realidad real, por as¨ª decirlo. Abandonamos el balneario, y al repostar en una gasolinera cercana compruebo que mi coche vuelve a ser un utilitario, y no un descapotable de una pel¨ªcula de los a?os cuarenta.
? Mart¨ªn Casariego es autor de La jaur¨ªa y la niebla (Alaida, 2009)
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Guitiriz Hotel Balneario & Club Golf (www.balneariodeguitiriz.com; 982 02 22 00). Guitiriz. La doble con acceso al balneario, desde 92; la suite familiar (dos adultos y dos ni?os), 136 euros.
? Parador de Villafranca del Bierzo (www.parador.es; 987 54 01 75). Avenida de Calvo Sotelo, 28. Villafranca del Bierzo. Desde 70.
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