La ¨²ltima y cruel noche de Ben Ali
Poco despu¨¦s de que el dictador dejara T¨²nez, sus secuaces mataron a presos y quemaron documentos de la represi¨®n
"?Ves a ese? Lo conozco. Vive en mi barrio. Es un asesino a sueldo que se llama Hichem Kraiem". Un ciudadano de la capital de T¨²nez se?alaba al individuo que vigilaba a los manifestantes el 14 de enero, horas antes de que el r¨¦gimen colapsara y Zine el Abidine Ben Ali abordara el avi¨®n que le llevar¨ªa al exilio en Arabia Saud¨ª. Aquella noche y la ma?ana del d¨ªa 15, el caos camp¨® a sus anchas en el pa¨ªs. A fe que matones leales al dictador intentaron dejar atr¨¢s un panorama de tierra quemada. Los tiroteos en cualquier suburbio y los choques con el Ej¨¦rcito se prodigaron.
Pero tambi¨¦n se sirvieron de un m¨¦todo nada novedoso: abrieron las puertas de las c¨¢rceles y 11.000 reos escaparon. Muchos corrieron una suerte fatal. "Polic¨ªas abrieron las puertas de las celdas y dispararon en las prisiones de Monastir, Bizerte y Mahdia. Aparecieron 47 cad¨¢veres carbonizados", cuenta Nayet Labidi, abogada y miembro de Libertad y Equidad, una ONG defensora de derechos humanos, y de la secci¨®n tunecina de Amnist¨ªa Internacional. No hubo mot¨ªn de presos tratando de sacar tajada del desorden. "Algunos prisioneros", revela, "fueron obligados a quemar sus colchones". Mientras, de modo sigiloso, pruebas de los cr¨ªmenes de la dictadura tambi¨¦n ard¨ªan.
Madres de j¨®venes desaparecidos hace a?os claman ahora por su paradero
D¨ªas despu¨¦s se supo que el d¨¦spota contaba con la ayuda de sujetos del pelaje de Kraiem: "Puede que nos tengamos que ir, pero prenderemos fuego a T¨²nez. Tengo a 800 tipos dispuestos a sacrificarse. En dos semanas, los mismos que se manifiestan nos suplicar¨¢n que volvamos". Infinidad de comisar¨ªas de polic¨ªa en todo el pa¨ªs fueron arrasadas por tunecinos enfurecidos, pero tambi¨¦n por leales al r¨¦gimen cuya intenci¨®n nadie ignora: borrar evidencias de unas barbaridades que fueron moneda com¨²n durante 23 a?os.
"En la prisi¨®n de Monergia, los agentes lanzaron gases lacrim¨®genos en las celdas y soltaron perros. No se hac¨ªa distinci¨®n entre presos pol¨ªticos y comunes". Decenas de prisioneros y sus familiares comienzan a relatar a letrados los abusos ejecutados durante las dos jornadas siguientes a la fuga de Ben Ali. Es impactante. "Les dejaron sin comer durante d¨ªas, desnudos en sus celdas y golpeados. Las familias les llevaban comida, pero los funcionarios no permit¨ªan que se entregara. Solo a partir del d¨ªa 22 se reanudaron las visitas", narra Labidi. Y sigue: "A un preso, Jaled Nasir, le metieron un tiro en el ojo. Est¨¢ muy grave. Permaneci¨® cinco d¨ªas sin asistencia m¨¦dica hasta que firm¨® un papel en el que exculpaba a la polic¨ªa. Ali Kalai, otro recluso, denunci¨® torturas. Y volvi¨® a ser torturado despu¨¦s del d¨ªa 22. Est¨¢ en un estado horrible". Ben Ali se hab¨ªa fugado ocho d¨ªas antes. "No sabemos", agrega la activista, "cu¨¢ntas personas han muerto, pero seguro que son m¨¢s de las 78 que oficialmente anunci¨® el Gobierno".
Pasar¨¢ mucho tiempo antes de que se esclarezcan los cr¨ªmenes ejecutados por los secuaces del clan gobernante. Y, en demasiados casos, ser¨¢ necesario reconstruir los hechos solo a trav¨¦s de testimonios de testigos. El temor a que la impunidad prevalezca es dominante. "Hay muchos expedientes sobre la corrupci¨®n y los abusos de poder, pero no est¨¢n en ning¨²n lugar concreto porque todos los organismos estaban contaminados por la corrupci¨®n", explica Labidi. "No se nos permite acceder a los informes. No creo que nunca se den a conocer totalmente. Sabemos que muchos documentos han desaparecido de los juzgados. El tribunal de la ciudad de Gabes, por ejemplo, fue totalmente calcinado", lamenta la abogada. Algo se ha conseguido recuperar de las cenizas. Habib Boomrane, tambi¨¦n abogado, comenta: "El pueblo recuper¨® una lista de 1.200 colaboradores, con nombres y apellidos, que estaban a las ¨®rdenes del dictador. Al menos uno de ellos ha intentado suicidarse". Parece un caso aislado.
La promesa, ineludible, de castigar a los implicados en la rampante corrupci¨®n de la familia presidencial es una patata que arde en las manos del Ejecutivo. El jueves se anunci¨® que el Gobierno pedir¨¢ la extradici¨®n de Ben Ali y sus parientes por delitos econ¨®micos. Incluso la prensa, todav¨ªa temerosa, tildaba de parodia la decisi¨®n. ?Por delitos de cuello blanco, cuando han torturado y asesinado a tanta gente? Abundan quienes opinan que el r¨¦gimen -a d¨ªa de hoy pululan por las calles, barras de hierro en mano, matones que dan pavor- tardar¨¢ en ser pasado. Porque algunas decisiones anunciadas para calmar ¨¢nimos no se han cumplido: el Ejecutivo garantiz¨® que todos los reos de conciencia saldr¨ªan a la calle. Y aunque se ha liberado a 2.460 prisioneros, permanecen entre rejas presos pol¨ªticos.
La brutal represi¨®n -algo que explica el odio que profesan los tunecinos al viejo r¨¦gimen- viene de largo. "En 1989 el r¨¦gimen asesin¨® a mucha gente y no entregaron sus cad¨¢veres a las familias", afirma la letrada. "S¨¦ de 11 estudiantes que desaparecieron en 2005 en condiciones extra?as. La polic¨ªa no informa. Muchos j¨®venes no han sido encontrados por sus familias", cuenta Labidi. Las ONG calculan que 3.000 civiles fueron detenidos tras entrar en vigor, en 2003, la ley antiterrorista. Sus madres alzan estos d¨ªas en la principal avenida de la capital las fotograf¨ªas de sus hijos desaparecidos.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.