La caligraf¨ªa de lo inestable

No hay t¨¦rmino medio, o quiz¨¢ solo si se atiende a la caligraf¨ªa. Ra¨²l Fern¨¢ndez, Refree, suele ser estimado con la misma pasi¨®n con la que se le denuesta. Todo aquello que a unos arrebola, esa sensibilidad, esa mirada inusual sobre la vida, ese tormento ba?ado con canela, esa musicalidad preciosista y elaborada, es lo que saca de quicio a sus detractores, movidos por el desasosiego originado por lo que ellos consideran fragilidad insoportable, excesiva elaboraci¨®n musical, monocultivo de las ambientaciones tenues e inseguridad vocal. Nada objetable a ninguna de las dos posturas. Cuesti¨®n de gustos.

Pero a Refree le queda la caligraf¨ªa, el estilo, su b¨²squeda del arreglo eficiente, de la formaci¨®n id¨®nea para exprimir sus canciones. Y eso que cuanto m¨¢s tiempo pasa mejor se desenvuelve en escena, resultando m¨¢s parco en sus comentarios y transmitiendo mayor seguridad en sus prestaciones. Eso al menos qued¨® claro en el Auditori, cuya sala peque?a asisti¨® a uno de los m¨¢s completos conciertos de Refree en los ¨²ltimos tiempos. Con una banda impecable reforzada con voces y unos arreglos imaginativos, el repertorio, excelente, de Ra¨²l fue expuesto con trazo seguro. Aun con todo, y esto a¨²n indefinible como activo o lastre, siempre hay en los conciertos de Refree la sensaci¨®n de arquitectura inestable. Sin motivos aparentes todo parece puede colapsar ante el menor soplo, quiz¨¢ mostrando la angustiosa futilidad de la mayor parte de las cosas sobre las que posamos nuestra mirada. Todos.