Hartos: m¨¢s libertad, menos miseria
Una vez m¨¢s ha quedado acreditado en T¨²nez, en Egipto, et alii que las cosas solo cambian cuando la gente se moviliza. Unas veces a trav¨¦s de las urnas, otras de la calle y cuando se ha ejercido sobre ella violencia sin salida, con las armas. As¨ª ha sucedido a lo largo de la historia desde las revoluciones americana y francesa. En general, los que mandan y sus socios se llevan una sorpresa may¨²scula, expresi¨®n de su alejamiento abismal de lo que sucede en la base de la sociedad, esto es, de lo que va sintiendo la gente. Sentimiento que no es otro que una acumulaci¨®n de hartazgo que un buen d¨ªa revienta por los cuatro costados, provocado por un hecho concreto que hace de deflagrador: la subida de un impuesto excesivo, la carest¨ªa del pan, un alimento podrido o un joven que se quema a lo bonzo, desesperado ante tanta est¨²pida injusticia.
La UE defender¨ªa mejor sus intereses apoyando la democracia en el norte de ?frica
En los pa¨ªses concernidos y en otros que vendr¨¢n despu¨¦s, la gente tiene sobrados motivos para estar harta: del malvivir, de la corrupci¨®n, de la falta de libertad, de la carencia de perspectivas. Pa¨ªses con una abundant¨ªsima juventud sin futuro que se comunica a trav¨¦s de Internet mientras observa c¨®mo familias clept¨®manas se enriquecen y pretenden perpetuarse en el poder, pasando este de padres a hijos, hermanos, cu?ados u otra parentela.
Ante este important¨ªsimo movimiento que se extiende desde T¨²nez a Egipto y Yemen, y que quiz¨¢ acabe afectando a Marruecos, Argelia o Libia, la reacci¨®n de Occidente y, en particular, europea ha sido lamentable. Durante d¨¦cadas, las corruptas semidictaduras de turno han sido nuestros m¨¢s fieles aliados, a los que los Gobiernos democr¨¢ticos han mimado y apoyado hasta el punto de hacerles, en ocasiones, socios preferentes, en aras de un pragmatismo o "realismo pol¨ªtico" mal entendido, que puede acabar teniendo consecuencias indeseadas. Conviene que algunos comprendan que el exceso de pragmatismo se acaba convirtiendo en su contrario, esto es, en el peor de los idealismos, ajeno a la realidad en su movimiento.
En este caso, las democracias han pecado de este exceso de realpolitik bajo la premisa de que estos reg¨ªmenes del Magreb y Oriente Pr¨®ximo, si bien no son democracias y la corrupci¨®n campa por sus respetos, combaten el terrorismo y se oponen al avance del islamismo radical, en una palabra, son necesarios para mantener la estabilidad. Es parecido al error que se cometi¨®, en este caso por las Administraciones americanas, de apoyar reg¨ªmenes dictatoriales -los casos de las dictaduras espa?ola y latinoamericanas son paradigm¨¢ticos- con tal de que fueran radicalmente anticomunistas. Convendr¨ªa no cometer el mismo error, pues en este caso las consecuencias no ser¨ªan las mismas. En el caso del Magreb, la mayor¨ªa de los movimientos de liberaci¨®n anticolonial produjeron reg¨ªmenes laicos y de tendencia progresista. Errores propios y ajenos han favorecido el avance del islamismo radical. De lo que hagamos depender¨¢, tambi¨¦n, que este prospere o retroceda. De momento, los que salen a la calle no gritan ?Al¨¢ es grande!
Qu¨¦ duda cabe de que la estabilidad del Magreb debe ser un objetivo central de la pol¨ªtica de la UE y, en especial, de pa¨ªses como Espa?a o Francia. Es nuestra frontera, son nuestros vecinos, tan cercanos y tan lejanos a la vez. Desde cualquier punto de vista, econ¨®mico, migratorio, cultural y de la seguridad, tienen una importancia primordial. Pero es l¨ªcito preguntarse ?en qu¨¦ consiste, cu¨¢les son las premisas de la estabilidad del Magreb? ?Reg¨ªmenes pol¨ªticos autoritarios, represores, corruptos, con unas muchedumbres de j¨®venes sin perspectiva? En mi opini¨®n, esa es una estabilidad falsa y ef¨ªmera en una perspectiva hist¨®rica. La verdadera y deseada estabilidad la garantiza la democracia, el progreso econ¨®mico y la cohesi¨®n social. La violaci¨®n de derechos humanos, la censura, la represi¨®n, la pobreza, el enriquecimiento il¨ªcito solo conducen a la acumulaci¨®n del hartazgo y a alimentar las tendencias e ideolog¨ªas que se pretende combatir.
El caso de T¨²nez es ejemplar. El dictador ca¨ªdo intent¨® vender la idea de que el radicalismo isl¨¢mico estaba detr¨¢s de la rebeli¨®n. Nada m¨¢s falso. La gente quiere libertad y democracia de verdad. Y se sigue movilizando para que a Ben Ali (Franco) no le suceda Arias Navarro (los ministros de Ben Ali). Es una revoluci¨®n democr¨¢tica y laica que hay que apoyar para que siga siendo laica y democr¨¢tica.
La UE, por iniciativa de Francia y Espa?a, deber¨ªa variar su pol¨ªtica hacia el Magreb. Se trata, por supuesto, de tener relaciones normales con estos pa¨ªses en diferentes direcciones: econ¨®micas, comerciales, culturales, de seguridad. Pero la UE no puede aparecer como el gran aliado y valedor de reg¨ªmenes odiados por sus poblaciones, que no re¨²nen niveles m¨ªnimos de respeto a los derechos humanos, de libertad y decencia en la administraci¨®n de la cosa p¨²blica. La doctrina Estrada hay que respetarla, pero una cosa es tener relaciones con los reg¨ªmenes existentes y otra ser socio prioritario de dictaduras corruptas. Pensando en el futuro, la UE defender¨ªa mejor sus intereses apoyando estos movimientos democr¨¢ticos y no apareciendo como c¨®mplices de un pasado nefasto. Una buena ocasi¨®n para hacerlo es el pr¨®ximo Consejo Europeo. ?O es que vamos a declinar de nuestras responsabilidades en aras de un romo pragmatismo? Ser¨ªa triste y prueba de incomprensible ceguera.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas.
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