Ajuste de cuentas
El despacho de Juan Mars¨¦ est¨¢ lleno de memoria. No pod¨ªa ser de otra manera. El escritor, recreador en su obra de la memoria personal y colectiva de una ciudad y de una ¨¦poca, es due?o de un universo est¨¦tico determinante en la literatura espa?ola del siglo XX. Entre libros, fotograf¨ªas de estrellas del cine de los a?os cincuenta, de escritores como Camus y Stevenson, y de familiares, salta a la vista un retrato de Fred Aguilar. En ¨¦l aparece sentado, con las piernas cruzadas y muy atractivo, el poeta Jaime Gil de Biedma. Juan Mars¨¦, mientras dibuja una sonrisa contagiosa, explica: "Lo hered¨® Josep Madern y me lo regal¨® poco antes de morir. Cuando Jaime miraba este retrato sol¨ªa decir, no me parezco, pero dentro de veinte a?os, me parecer¨¦"
"La se?ora Mir busca la felicidad. Lo hace de forma algo alocada y rid¨ªcula, pero est¨¢ en su derecho"
"M¨¢s que eso; yo opino que la b¨²squeda de la felicidad es una obligaci¨®n del ser humano"
"Lo importante de una novela es que te transmita una experiencia relacionada con la vida"
Seis a?os despu¨¦s de Canciones de amor en Lolita's Club, Mars¨¦ (Barcelona, 1933, premio Cervantes 2008) reaparece con una novela de reencuentros con su imaginario: Caligraf¨ªa de los sue?os (Lumen). En ella se hallan la escenograf¨ªa real m¨ªtica de su barrio, la novela de formaci¨®n, las aventis, el inconfundible estilo de una prosa ¨¢speramente perfecta, una historia de amor y un ni?o que se enfrenta a descubrimientos y a decisiones. Hay ciertas similitudes entre la biograf¨ªa de Mars¨¦ y la adolescencia de Ringo, por eso es inevitable la primera pregunta.
PREGUNTA. ?Estamos ante la novela de su vida?
RESPUESTA. Pues no. No conseguir¨ªa distinguir eso que se llama novela de una vida porque puede que m¨¢s adelante escriba otra que merezca esa distinci¨®n. Se me escapa el concepto. No obstante, s¨ª tiene algo de recapitulaci¨®n de unos temas habituales en mi narrativa. Temas y subtemas que remiten a otras novelas, y a¨²n m¨¢s la escenograf¨ªa. Quer¨ªa hacer algo diferente, pero ha salido esto.
P. En Caligraf¨ªa de los sue?os vuelve a ser determinante la adolescencia.
R. La infancia y la adolescencia son importantes para todo el mundo, no s¨®lo para los escritores. En esta novela se cuenta el tr¨¢nsito de la adolescencia al umbral de lo que ser¨¢ la madurez, pero no lo considero el tema central. Para m¨ª, el tema central es la se?ora Mir.
P. En la p¨¢gina 20, Ringo intuye que "lo inventado puede tener m¨¢s peso y solvencia que lo real, m¨¢s vida propia y m¨¢s sentido, y en consecuencia m¨¢s posibilidades de pervivencia frente al olvido".
R. Eso es un homenaje a la ficci¨®n. A veces hay m¨¢s verdad en la ficci¨®n literaria que en la realidad cotidiana. Por ejemplo, a menudo leo cosas en la prensa que no me las acabo de creer. Lo dir¨¦ de otro modo: para m¨ª, Madame Bovary es m¨¢s real que do?a Esperanza Aguirre, pero insisto, no es m¨¢s que un homenaje a la ficci¨®n narrativa.
P. Ringo trabaja en un taller de joyer¨ªa, actividad que usted tambi¨¦n desarroll¨®. Una vez m¨¢s, su prosa parece limada, no sobra ni falta nada. ?Le influy¨® ese trabajo a la hora de pulir la prosa?
R. En el taller aprend¨ª a trabajar artesanalmente, con mucha paciencia, era un trabajo muy de manitas que aparentemente no tiene que ver con la escritura. Pero yo jurar¨ªa que s¨ª tiene que ver: el gusto por escribir a mano y la buena caligraf¨ªa... yo s¨¦ que esto hoy empieza a ser historia, pero no estoy seguro de que sea superfluo. Todo lo que tenga que ver con escribir a mano me gusta: plumas, bol¨ªgrafos, libretas... no s¨¦, ser¨¢n resabios de la ¨¦poca en que, en mi caso, no hab¨ªa ni m¨¢quina de escribir.
P. El padre de Ringo desinfecta cines. Est¨¢ obsesionado con exterminar unas ratas curiosamente azules...
R. Lo ¨²nico que puedo decir al respecto es que mi padre trabaj¨® en los servicios municipales de higiene, desinfecci¨®n y desratizaci¨®n de locales p¨²blicos. Me tuve que informar de los m¨¦todos de sesenta a?os atr¨¢s para acabar con las ratas azules que al parecer abundaban y eran muy vistosas.
P. Como contrapunto, en los carteles de esos cines aparece una gata como salida de El embrujo de Shanghai.
R. De alguna manera Shanghai era un nombre que en aquel entonces estimulaba la imaginaci¨®n, la aventura y ese exotismo oriental de Las mil y una noches. En el cine Selecto (muy presente en la novela) pasaban dos pel¨ªculas y variet¨¦s. Sal¨ªa un mago disfrazado de chino, luego un baturro, luego una cupletista... todo muy variado... y luego tambi¨¦n una vedette disfrazada de gata con botas que, la verdad, ahora no la veo muy oriental, pero en fin...
P. Ringo y sus amigos viven con verdadero entusiasmo las aventis.
R. Hay un cap¨ªtulo dedicado a la aventis. Jug¨¢bamos a contar aventis cuando no ten¨ªamos ni siquiera una pelota de trapo. Cont¨¢bamos mentiras... es un juego, ten¨ªa que ser as¨ª. No veo necesidad de explicar en qu¨¦ consist¨ªa exactamente porque est¨¢ en casi todas mis novelas. Por supuesto, s¨®lo se justifica si hace avanzar la acci¨®n o perfila mejor algunos rasgos de los personajes... En fin, si aporta algo al asunto del que trata la obra.
P. La se?ora Mir sufre un desenga?o, pero insiste a Paquita, la due?a del Bar Rosales, que la felicidad hay que buscarla cueste lo que cueste.
R. La se?ora Mir, personaje central de esta historia, busca la felicidad. Lo hace de forma algo alocada y rid¨ªcula, pero est¨¢ en su derecho. M¨¢s que eso; yo opino que la b¨²squeda de la felicidad es una obligaci¨®n del ser humano. El padre de una amiga m¨ªa dec¨ªa que quer¨ªa escribir unas memorias y titularlas Hem vingut a aquest mon a passar l'estiu (Hemos venido a este mundo a pasar el verano) y siempre me ha gustado esa idea.
P. A Ringo le pasa lo mismo que a usted, que va al conservatorio de la calle Bruch y no le permiten estudiar solfeo...
R. A Ringo le fastidia que no le dejen estudiar en el Conservatorio Municipal de M¨²sica. Por su cuenta consigue aprender un poco de solfeo, es decir, a leer partituras..., pero en su casa no hay dinero. Un cura de mi parroquia, Mos¨¦n Amadeo Oller, me ense?¨® a leer m¨²sica, luego tom¨¦ clases durante alg¨²n tiempo hasta que tuve que dejarlo, y lo dej¨¦. En aquel entonces hubiese preferido ser m¨²sico y no escritor.
P. Pero alguna satisfacci¨®n encontrar¨¢ en la literatura.
R. Mira, en todas las entrevistas que me hacen se plantea una contradicci¨®n flagrante por parte m¨ªa: el tema es mi propia persona y mi obra, pero resulta que hablar de mi persona y de mi obra es lo que m¨¢s me aburre en el mundo, y adem¨¢s recuerdo aquel consejo de Hemingway que dice: "No hables de lo que escribes, porque si lo haces tocar¨¢s algo que no debes tocar, y eso se har¨¢ pedazos y no te quedar¨¢ nada". Claro, parece incongruente que se entreviste a un escritor y diga esto, pero toma nota.
P. En Caligraf¨ªa de los sue?os volvemos a encontrarnos con un personaje que viene de vuelta de muchas cosas, Abel Alonso, ex futbolista, que parece reci¨¦n salido de una reuni¨®n en el Alsaka con los personajes de Si te dicen que ca¨ª, y que recuerda a Jan, el ex boxeador de Un d¨ªa volver¨¦.
R. Son observaciones de mi experiencia en las tabernas del barrio. Bebedores solitarios en actitud reflexiva o depredadora, era una imagen com¨²n de hombres derrotados en esa ¨¦poca. Yo trabajo con im¨¢genes. No con ideas. Yo no digo voy a hacer una novela de derrotados de mi barrio. Yo tengo una imagen en la memoria, y esa imagen me sugiere una historia.
P. Tambi¨¦n se reencuentra con su escenograf¨ªa tradicional, ese barrio de su infancia que ya es infinito.
R. Yo trabajo sobre un mapa urbano real. Trabajo sobre jardines de verdad con ranas de cart¨®n. Todo tiene que ser real, los nombres de las calles, los cines..., pero lo que all¨ª sucede y los personajes es inventado.
P. ?Puede la literatura servir para ajustar cuentas?
R. Con la vida. La literatura es un ajuste de cuentas con la vida, porque la vida no suele ser como la esper¨¢bamos. Uno busca un sentido a todo esto y a la vez un vago placer est¨¦tico. ?Por qu¨¦ tomarnos tanto trabajo si la literatura no puede cambiar el mundo, no influye en la mejora de nada, ni siquiera cuando denuncia los peores cr¨ªmenes de la humanidad? No lo s¨¦, pero su origen y su fin est¨¢ en dar testimonio, tanto de las pesadillas como de los sue?os felices de todos nosotros.
P. Ringo siente el impulso de escribir: "Cree que solamente en ese territorio ignoto de la escritura y sus resonancias encontrar¨¢ el tr¨¢nsito luminoso que va de las palabras a los hechos...".
R. Ringo est¨¢ en conflicto con la realidad: no la acepta, la repudia. Sin embargo, llegar¨¢ un momento en que tendr¨¢ que pactar con ella y lo har¨¢ de una forma singular, mediante la impostura. Es la reflexi¨®n de un lector en la ¨¦poca peor de la represi¨®n franquista. En los cuarenta, un refugio eran los libros. Los territorios preferidos de Ringo son los de las novelas.
P. La posguerra signific¨® un duro retroceso cultural y dej¨® a una generaci¨®n sin oportunidades. ?Por eso le atrae esa ¨¦poca?
R. No invento absolutamente nada si digo que el franquismo fue un atraso que nos remite al siglo XIX, pero si hablo de esa ¨¦poca no es por eso. Tiene que ver con mi infancia y mi adolescencia. Y una serie de hechos importantes de la vida de mi familia es consecuencia de los problemas de esa ¨¦poca. Claro que me hubiera gustado nacer en otro pa¨ªs y en otra ¨¦poca y hasta con otro sexo, por supuesto, pero justo me toc¨® esto, mira que es mala suerte...
P. ?Qu¨¦ lugar ocupa la memoria en su obra? ?Qu¨¦ opini¨®n le merece la ley de memoria hist¨®rica?
R. ?Qu¨¦ otra cosa hace un escritor sino trabajar con la memoria? ?Qu¨¦ es un escritor si no es memoria? Estoy totalmente a favor de la ley.
P. ?Qu¨¦ considera de suma importancia en una novela?
R. Lo importante de una novela es que te transmita una experiencia relacionada con la vida. Debe ser por eso que he perdido el gusto por el g¨¦nero de la ciencia-ficci¨®n, aunque reconozco que hay grandes autores en ese g¨¦nero, pero especular con mundos que no existen no me convence. Me considero un escritor condenadamente realista. Y distingo muy bien entre imaginaci¨®n y fantas¨ªa: lo primero me estimula, lo segundo s¨®lo me entretiene. Tampoco me gusta la novela de ideas. Pero, por encima de todo, en una buena novela lo que brilla no es el intelecto, es otra cosa.
P. Tambi¨¦n nos reencontramos con bailes populares como el de la Cooperativa La Lealtad. ?Le gustaba ir?
R. La Cooperativa La Lealtad estaba en lo que hoy es el Teatre Lliure, en Gr¨¤cia. Era uno de tantos bailes que ten¨ªan que ver con asociaciones culturales obreras, ten¨ªan lugar los domingos por la tarde. Necesitaba recuperar ese escenario y busqu¨¦ informaci¨®n sobre ¨¦l. Yo acud¨ª un par de veces a los 16 a?os...
P. Entonces queda claro que el tal Mars¨¦ que en ?ltimas tardes con Teresa aprovecha el bullicio de un baile para pellizcar el culo de la joven burguesa era usted.
R. S¨ª, era yo. Me di ese gustazo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.