Grisalla y luz
Se pregunta la artista: "?Cu¨¢ndo se desdibujan la ilusi¨®n y la percepci¨®n?" Y la respuesta la da ella misma emp¨ªricamente con el naufragio de su propuesta. Si el teatro est¨¢ hecho b¨¢sicamente de eso, ilusi¨®n y percepci¨®n, como mantener sus l¨ªmites para opcionalmente saltarlos (o rodear la escol¨¢stica para vulnerarla), deben estar claros en la teor¨ªa como en la pr¨¢ctica, Y sin ser rasamente pragm¨¢ticos, Christina Ciupke (Schw?bisch Hall, 1962) destruye lo que construye, puede que intencionadamente, pero con un resultado nocivo sobre el espectador, demostrando como una brillante idea o punto de partida, un concepto lleno de posibilidades se aboca al tedio y a una falta absoluta de sentido del tiempo esc¨¦nico y de la medida teatral. Y es raro porque ambas cosas parecen estar contenidas en los primeros 15 minutos de la obra, descrita sucintamente en el programa de mano as¨ª: "Sobre el escenario, silencio. Tres haces de luz proyectados ejecutan tambi¨¦n una danza que al tiempo muestra y esconde el cuerpo de la bailarina, convertida en una paradoja de luz y materia".
RISSUMRISS
Coreograf¨ªa y danza: Christina Ciupke. En colaboraci¨®n con Gisela Dilchert y Kerstin Follenius; consultora: Petra Roggel. Hasta el 6 de febrero. Teatro Pradillo.
Poderosa redenci¨®n
El espectador es arteramente derrotado (son 50 minutos), envuelto en la desidia de una obscuridad que se vuelve obsecuencia a un espejo mudo, algo que precedentemente alberg¨® sugerencia, l¨ªnea de dibujo, molde de escultura neocl¨¢sica que lleva hasta Josep Clar¨¤ (que se inspir¨® tanto en la silueta de Duncan).
El pintor primigenio necesit¨® inventar con su l¨¢mpara "a imagen y semejanza del sol" (Bellow) una ciencia pl¨¢stica que le permitiera recrear el universo interior desde el contorno, y as¨ª el m¨¢s l¨²gubre de los entornos adquiere significado (o volumen) cuando el potente haz se imprime sobre la figura m¨®vil. Es un momento de redenci¨®n poderosa atribuible al arte por su valor de instant¨¢nea a trascender, algo que ya estudi¨®, apres¨® y transmiti¨® el tenebrismo, desde Caravaggio a Georges de LaTour. ?Es v¨¢lida esta disgregada reflexi¨®n frente a una Ciupke tr¨¦mula, indefensa en su desnudez? Probablemente es una tabla de salvaci¨®n sobre el compromiso est¨¦tico de un trabajo herm¨¦tico donde casi se llega a palpar la grisalla, como si vi¨¦ramos un vitral profano milan¨¦s en un d¨ªa de niebla. El movimiento geometral en ralent¨ª habla a su propio equilibrio de base axial, de asidero en incesante braceo a la nada.
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