Comparecencia
A pesar del mazazo de las cifras del paro, la semana pasada ha estado marcada por dos excelentes noticias que parecen garantizar la progresiva estabilizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. La primera fue que la prima de riesgo de nuestra deuda soberana ha vuelto a descender por debajo de los 200 puntos, descartando sine d¨ªe la temida bancarrota espa?ola. Lo cual significa que los mercados financieros internacionales han convalidado la capitalizaci¨®n de las cajas de ahorro insolventes decidida por nuestras autoridades, que as¨ª atajan definitivamente la ra¨ªz del c¨¢ncer que ha venido diezmando a nuestra econom¨ªa.
Y la otra gran noticia, todav¨ªa m¨¢s importante, ha sido la firma del acuerdo al que han llegado Gobierno, patronal y sindicatos en torno a la reforma del sistema de pensiones, que garantiza la sostenibilidad futura de nuestra Seguridad Social: la base misma del Estado de bienestar. Enhorabuena al ministro de Trabajo, que ha sabido conducir con ¨¦xito unas negociaciones en las que estaba en juego nuestro futuro. Enhorabuena tambi¨¦n al presidente Zapatero, que ha sabido mantenerse firme contra el viento de la impopularidad alcanzando as¨ª un compromiso que jam¨¢s habr¨ªa podido lograr su rival Rajoy. Y enhorabuena a los sindicatos, que han sabido renunciar a sus reflejos condicionados anteponiendo la defensa del inter¨¦s general en detrimento del inter¨¦s inmediato de las bases a las que representan.
Zapatero est¨¢ obligado a rendir cuentas ante sus electores
As¨ª, bien puede decirse que hoy los sindicatos han salvado a Espa?a igual que en mayo pasado, cuando hubo que aprobar el plan de ajuste fiscal, quienes la salvaron fueron los nacionalistas, en ambos casos contra la renuencia pasiva de los espa?olistas de Rajoy. Y es que nuestro pa¨ªs no parece tener f¨¢cil remedio, pues mientras los interlocutores sociales negociaban el saneamiento de la econom¨ªa espa?ola, nuestra clase pol¨ªtica segu¨ªa en el patio del colegio encerrada con su ¨²nico juguete de la crispaci¨®n: la derecha reabriendo una vez m¨¢s el caso Fais¨¢n, a la espera de ajustar cuentas con aquel a quien responsabilizan de su derrota el 14-M; y la izquierda deshojando la margarita de si Zapatero se presentar¨¢ o no se presentar¨¢ a la reelecci¨®n.
Pero ya que estamos en ello, este parece un buen momento, tras la feliz firma del ASE (Acuerdo Social y Econ¨®mico), para plantear la cuesti¨®n de si Zapatero debe comparecer o no ante las urnas. Es verdad que la pol¨¦mica tiene mucho de truco medi¨¢tico (storytelling) para marcar la agenda creando expectaci¨®n y suspense. Pero tambi¨¦n puede plantearse como un debate de ideas, y es lo que me propongo hacer aqu¨ª, sosteniendo la tesis de que Zapatero debe comparecer ante las urnas. Y lo afirmo as¨ª porque creo que hay dos razones a favor de su comparecencia frente a solo una en contra, que adem¨¢s es dudosa.
La primera raz¨®n a favor es por pura coherencia ret¨®rica. En efecto, el discurso (framing o encuadre) utilizado por Zapatero para justificar su giro estrat¨¦gico hacia el ajuste duro, rob¨¢ndole su programa a la derecha, fue sostener que lo hac¨ªa por puro sacrificio personal, como una forma de inmolarse ("me cueste lo que me cueste") en bien del pueblo espa?ol. De ah¨ª mi tesis del suicidio pol¨ªtico como pasi¨®n redentora. Pero para que ese relato resulte veros¨ªmil debe culminar con una verdadera crucifixi¨®n, y eso exige que Zapatero comparezca ante las urnas sin apartar el c¨¢liz de su p¨²blico enjuiciamiento por el mismo pueblo que lo eligi¨®.
La segunda raz¨®n a favor de su comparecencia es m¨¢s s¨®lida. Me refiero a que Zapatero est¨¢ obligado por la ¨¦tica pol¨ªtica a rendir cuentas ante sus electores, que han de juzgarle retrospectivamente por el ejercicio que hizo durante su mandato del poder que se le confi¨®. Y este deber de rendir cuentas es tanto m¨¢s obligado si tenemos en cuenta que Zapatero ha traicionado el programa de defensa de los derechos sociales con el que se present¨® ante las urnas. No hacerlo as¨ª, eludiendo comparecer para rehuir su posible castigo electoral, equivaldr¨ªa a caer en la misma deserci¨®n en que incurri¨® Aznar, que tampoco compareci¨® ante las urnas para eludir su castigo por la guerra de Irak.
Frente a estas dos razones que exigen su comparecencia, la ¨²nica que la desaconseja es el mero oportunismo electoral: se dice que si Zapatero comparece la derrota ser¨¢ mucho peor todav¨ªa que con cualquier otro candidato alternativo. Pero aparte de que esta raz¨®n suena demasiado c¨ªnica (pues el fin nunca justifica los medios), tambi¨¦n podr¨ªa revelarse como falaz a la postre. Tras el gesto de autoridad demostrado al sacar adelante su programa de reformas impopulares, Zapatero parece no s¨®lo el candidato m¨¢s apropiado sino el ¨²nico capacitado para refrendarlas en las urnas. Otra cosa ser¨ªa cobard¨ªa.
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