?Estamos ante el 1989 de los ¨¢rabes?
Los j¨®venes ¨¢rabes se levantan contra los tiranos para luchar por la democracia. La reacci¨®n oficial de la Uni¨®n Europea va del silencio a la precauci¨®n, pese a que se juega en la zona mucho m¨¢s que Estados Unidos
El futuro de Europa est¨¢ en juego esta semana en la plaza Tahrir de El Cairo, igual que lo estaba en la plaza de San Wenceslao de Praga en 1989. En esta ocasi¨®n, por motivos de geograf¨ªa y demograf¨ªa. El arco en el que est¨¢ produci¨¦ndose la crisis ¨¢rabe, desde Marruecos hasta Jordania, es el vecino de al lado de Europa. Y decenios de migraciones hacen que los j¨®venes ¨¢rabes que gritan airados en las calles de El Cairo, T¨²nez y Am¨¢n tengan primos en Madrid, Par¨ªs y Londres.
Si las revueltas triunfan, y el resultado no es otra dictadura islamista, estos hombres y mujeres j¨®venes, frustrados y con frecuencia desempleados tendr¨¢n oportunidades en sus propios pa¨ªses. La diferencia entre la vida en Casablanca y Madrid, T¨²nez y Par¨ªs, disminuir¨¢ gradualmente, y con ella la disonancia cognitiva cultural que, llevada al extremo, desemboca en el terrorista suicida marroqu¨ª que sube a un tren de cercan¨ªas en Madrid. Con la modernizaci¨®n de sus pa¨ªses, los j¨®venes ¨¢rabes -y casi un tercio de la poblaci¨®n del litoral norteafricano tiene entre 15 y 30 a?os- circular¨¢n entre un lado y otro del Mediterr¨¢neo y contribuir¨¢n a las econom¨ªas europeas y a pagar las pensiones de las sociedades europeas envejecidas. Adem¨¢s, los ejemplos de modernizaci¨®n y reforma tendr¨¢n eco en todo el mundo isl¨¢mico. Si las revueltas fracasan, y el mundo ¨¢rabe vuelve a sumirse en un abismo de autocracia, decenas de millones de esos j¨®venes, tanto hombres como mujeres, trasladar¨¢n al otro lado del mar sus patolog¨ªas de la frustraci¨®n, que sacudir¨¢n los cimientos de Europa. Si, por ¨²ltimo, las revueltas consiguen derrocar a esta generaci¨®n de tiranos, pero las fuerzas islamistas violentas y antidemocr¨¢ticas se hacen con el poder en varios pa¨ªses y nos encontramos con un mont¨®n de nuevos iranes, que Dios nos ayude. Todo eso es lo que est¨¢ en juego. No se me ocurre ninguna otra situaci¨®n en la que Europa tenga un inter¨¦s m¨¢s vital.
El futuro de Europa est¨¢ en juego en una plaza de El Cairo, como lo estaba en una de Praga en 1989
Actuar con rapidez y valent¨ªa en el extranjero no es lo propio de este club lento de reflejos
?Es el 1989 de los ¨¢rabes? Existe la misma sensaci¨®n que entonces de que los acontecimientos saltan de un pa¨ªs a otro y de que la gente corriente, en masa, ha decidido plantarse de forma espont¨¢nea para decir "basta". Sin embargo, hasta ahora, no se ve una organizaci¨®n social como la que, encabezada por los movimientos democr¨¢ticos de oposici¨®n y los grupos de la sociedad civil, mantuvo en 1989 la disciplina de la no violencia, incluso ante las provocaciones, y prepar¨® el terreno para una transici¨®n negociada. En T¨²nez, los sindicatos han desempe?ado un papel importante. En Egipto est¨¢n Mohammed el Baradei, con su Asociaci¨®n Nacional para el Cambio, y el l¨ªder de la oposici¨®n encarcelado Ayman Nour, pero no ha surgido verdaderamente ning¨²n frente popular, foro c¨ªvico ni gran estructura de otro tipo. En la gran manifestaci¨®n del martes en la plaza de Tahrir, hubo muestras alentadoras de organizaci¨®n c¨ªvica. Pero al d¨ªa siguiente ya hubo una respuesta ca¨®tica a los ataques violentos de los partidarios de Mubarak.
Por m¨¢s poder movilizador que tengan Internet y las redes sociales, esta cuesti¨®n de la organizaci¨®n pol¨ªtica es fundamental. Por eso los israel¨ªes dicen que la analog¨ªa m¨¢s apropiada no es con la Europa de 1989 sino con el Ir¨¢n de 1979. Un gran levantamiento popular, con muchos elementos laicos y de izquierdas, pero que cay¨® en manos de los islamistas porque estaban mejor organizados. El hecho de que dictadores ¨¢rabes como Hosni Mubarak hayan agitado durante 30 a?os el espectro islamista para chantajear a Occidente no significa que ese espectro no exista. Pero es comprensible la frustraci¨®n de los dem¨®cratas ¨¢rabes que se topan con esta actitud como primera reacci¨®n de Occidente a su ¨²nica esperanza de liberaci¨®n en muchos a?os. "Esta es una revoluci¨®n en la que Allahu-Akbar no tiene nada que ver", dice el periodista egipcio Yosri Fouda.
Nadie sabe lo que suceder¨¢ ma?ana, ni mucho menos el pr¨®ximo mes ni el pr¨®ximo a?o. Ante las revoluciones, los responsables pol¨ªticos y los expertos a larga distancia son como peatones con calzado de ciudad que intentan seguir una carrera de obst¨¢culos fren¨¦tica y embarrada. La siguen como pueden, jadeando y a duras penas. Lo que necesitamos es gente que est¨¦ sobre el terreno, que hable el idioma, conozca la historia, haya estado all¨ª repetidas veces desde hace a?os y sea capaz de evaluar a los actores y fuerzas sociales m¨¢s importantes. El hecho de que haya tan pocos corresponsales y expertos de ese tipo es prueba de la indiferencia de Europa respecto a su patio de atr¨¢s. Seguramente hay m¨¢s europeos especializados en la pol¨ªtica de California que en la de Egipto, por no hablar de T¨²nez y Marruecos.
La reacci¨®n pol¨ªtica de Europa, hasta ahora, ha sido un silencio avergonzado, seguido de palabras muy precavidas de apoyo a un cambio pac¨ªfico, como la declaraci¨®n de los ministros de Exteriores de la UE el lunes pasado. Francia, que durante d¨¦cadas respald¨® y ayud¨® al dictador tunecino Zine el Abidine Ben Ali, ahora se une a las sanciones de la UE contra ¨¦l y su familia. ?O sea que acaba de enterarse de que es malo? La llamada Uni¨®n para el Mediterr¨¢neo ha demostrado ser completamente irrelevante. Y, al contrario que la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, la alta representante de la UE para la Pol¨ªtica Exterior, Catherine Ashton, ha estado invisible.
Es verdad que Washington tambi¨¦n tuvo una primera reacci¨®n de silencio embarazoso y luego unas palabras astutamente formuladas con las que instaba a hacer un cambio pac¨ªfico. Pero, por lo menos, se vio su confusi¨®n. Cuando obtengamos (si la obtenemos) la pr¨®xima remesa de Wikileaks, tal vez descubramos que Estados Unidos tuvo algo que ver con la extraordinaria declaraci¨®n del Ej¨¦rcito egipcio de que no iba a emplear la fuerza contra las demandas leg¨ªtimas de "nuestro gran pueblo". Europa, en cambio, no ha tenido ninguna influencia que se haya notado en la evoluci¨®n de unos hechos cruciales para su futuro. Aparte de advertir urgentemente a los l¨ªderes ¨¢rabes sobre las consecuencias econ¨®micas de una represi¨®n violenta, cosa que los europeos deben hacer por todos los canales posibles, es poco lo que en estos momentos se puede llevar a cabo para alterar el curso inmediato de los acontecimientos. Un apoyo demasiado expl¨ªcito de Occidente a un candidato o movimiento de oposici¨®n concreto podr¨ªa desatar una reacci¨®n en su contra. Por ahora, cuanto menos se haga, mejor. Pero otra cosa es lo que ocurra ma?ana, o pasado ma?ana. En Europa debemos prepararnos ya para ese d¨ªa.
Los manifestantes egipcios tienen muy claro lo que no quieren: Mubarak. Ahora bien, a diferencia de los de la plaza de San Wenceslao en Praga, no tienen una visi¨®n inequ¨ªvoca ni com¨²n de lo que quieren para despu¨¦s. Salvo, por supuesto, algo que sea mejor. Si los nuevos gobernantes de Egipto -y los de T¨²nez y otros pa¨ªses vecinos-, ya sean definitivos o de transici¨®n, parecen dispuestos a aceptar la ayuda de Europa, nosotros debemos estar preparados para ofrec¨¦rsela.
Nadie tiene tanta experiencia como los europeos en dif¨ªciles transiciones de la dictadura a la democracia. Ninguna regi¨®n posee tantos instrumentos para influir en los acontecimientos del Oriente Pr¨®ximo ¨¢rabe. Estados Unidos tiene unas relaciones especiales con el Ej¨¦rcito egipcio y las familias ¨¢rabes gobernantes, pero Europa tiene m¨¢s relaciones comerciales, da mucha ayuda y dispone de una densa red de v¨ªnculos culturales y personales entre un lado y otro de lo que los romanos llamaban mare Nostrum, nuestro mar. Cuenta con 27+1 canales de relaciones diplom¨¢ticas. Es el lugar al que la mayor¨ªa de los j¨®venes ¨¢rabes desea viajar de visita, para estudiar, para trabajar. Sus primos ya est¨¢n aqu¨ª. Y ese nexo es, al mismo tiempo, un problema y una ventaja.
La invisible Ashton deber¨ªa estar formando ya un grupo de trabajo del nuevo servicio de acci¨®n exterior europeo para decidir y preparar las reacciones a todos los resultados posibles de la situaci¨®n en Egipto, T¨²nez y cualquier otro pa¨ªs en el que los ¨¢rabes se propongan recuperar el control de su propio destino. Debe colaborar, en especial, con las autoridades de los pa¨ªses -desde luego, por lo menos, Espa?a, Portugal, Francia e Italia- m¨¢s directamente interesados en una iniciativa as¨ª. La UE necesita rapidez, flexibilidad, audacia e imaginaci¨®n, cualidades con las que no suele relacionarse a este club multinacional y lento de reflejos. Europa debe actuar con valent¨ªa en el extranjero para demostrar que puede construir su propio futuro.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford e investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Facts are subversive: political writing from a decade without a name. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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