El eclipse de la raz¨®n
Estoy en los caf¨¦s de Par¨ªs viendo pasar la vida. No hay mejor lugar en el mundo para ver pasar la vida que un caf¨¦ de Par¨ªs. Y qu¨¦ mejor que ver pasar la vida despu¨¦s de visitar las exposiciones de Ir¨¨ne N¨¦mirovsky en el Memorial de la Shoah, y la de Felix Nussbaum en el Mus¨¦e d'Art et d'Historie du Juda?sme.
Ellos no tuvieron tiempo para disfrutarlo. Apenas les permitieron vivir 40 a?os. Fueron sacrificados en la gran hecatombe de la II Guerra Mundial. Su gran delito fue ser jud¨ªos europeos. Ella, francesa (aunque nunca obtuvo la nacionalidad), nacida en Rusia y, a los 16 a?os, huida con su familia de la revoluci¨®n bolchevique. Nussbaum, alem¨¢n, fue internado, en 1940, en el campo de concentraci¨®n de Saint-Cyprien, en el sur de Francia. Logr¨® evadirse y busc¨® refugio en B¨¦lgica. En el Autorretrato en el campo de concentraci¨®n (1940) se pinta a s¨ª mismo en un primer plano con barba, demacrado, vistiendo ropa ra¨ªda, mientras se enmarca en un espacio de alambradas de espino. Por entre las arenas se ven huesos dispersos. En un balde hacen sus necesidades algunos prisioneros esquel¨¦ticos. La composici¨®n del cuadro se asemeja a la del autorretrato de Rembrandt a la edad de 34 a?os. Nussbaum superaba al holand¨¦s en dos. Sobre este asunto vuelve en un cuadro de mayores dimensiones titulado Prisioneros en Saint-Cyprien (1942). La invasi¨®n de B¨¦lgica, el 10 de mayo de 1940, entre otras consecuencias, hab¨ªa tra¨ªdo consigo la deportaci¨®n de los inmigrantes de origen alem¨¢n a este campo de internamiento. Nussbaum, en esta obra, retrat¨® los rostros de ojos desorbitados de varios prisioneros sentados en destartaladas cajas de madera en torno a una especie de globo terr¨¢queo cubierto tambi¨¦n por una alambrada.
Las obras de Ir¨¨ne N¨¦mirovsky y Felix Nussbaum iluminan el agujero negro que abrieron los nazis
?C¨®mo es posible comprender la infamia, c¨®mo perdonarla?
Las extraordinarias pinturas de este artista son premonitorias de lo que va a suceder: la industria de la muerte. Despu¨¦s de varios a?os de vivir en la clandestinidad, finalmente fue detenido junto con su mujer polaca, Felka Platek. Ambos fueron deportados a Auschwitz en 1944. Dos a?os antes hab¨ªa pasado ya por este mismo trance Ir¨¨ne y su esposo, tambi¨¦n deportados a Auschwitz. Sus dos hijas pudieron salvarse gracias a la ni?era.
El jud¨ªo asimilado franc¨¦s Julien Benda, en La traici¨®n de los intelectuales, no mostraba m¨¢s que menosprecio por los jud¨ªos que no se consideraban franceses y les dedicaba unas frases que podr¨ªan calificarse, en cierto modo, de antisemitas. N¨¦mirovsky se sent¨ªa profundamente francesa. Escrib¨ªa en esta lengua, con la que obtuvo un inmediato ¨¦xito y reconocimiento ya a partir de 1929 con la publicaci¨®n de David Golder, llevada poco despu¨¦s al cine, dirigida por Julien Duvivier. Pero, adem¨¢s, la novelista se hab¨ªa convertido al cristianismo y bautiz¨® a sus dos hijas.?Qu¨¦ es un intelectual, se preguntaba Benda en La traici¨®n de los intelectuales? "Es un letrado, un artista, un cient¨ªfico, que no se fija como objetivo inmediato un resultado pr¨¢ctico. Dedicado al culto al arte y al pensamiento puro, pone su felicidad en un goce primero espiritual, 'dici¨¦ndose de alguna manera: mi reino no es de este mundo'. Coloca su raz¨®n por encima de las pasiones que animan a la muchedumbre: familia, raza, patria, clase". El intelectual, para el escritor franc¨¦s, era el adalid de lo eterno, de la verdad universal. Pero por aquellos a?os de finales de los veinte del pasado siglo, Benda advert¨ªa de una tendencia a perder de vista los altos valores y abrazar las m¨¢s bajas disputas.
?Qu¨¦ pod¨ªan hacer Ir¨¨ne y Felix? La primera apenas dispuso de tiempo para manifestar disconformidades. Nussbaum no tuvo m¨¢s remedio que bajar a la arena de la lucha. Lucha desigual para la que utiliz¨® frente a las armas sus pinceles. Benda, a los intelectuales que se pon¨ªan al servicio de las pasiones pol¨ªticas, los calificaba de "intelectuales de sal¨®n". Ir¨¨ne y Felix nunca lo fueron. Ir¨¨ne y Felix eran j¨®venes, estaban en la plenitud de su carrera. M¨¢s conocida ella que ¨¦l. Natural de Ucrania, Ir¨¨ne hab¨ªa nacido en Kiev en el a?o 1903, en el seno de una familia jud¨ªa adinerada. A partir de 1919, instalados en Francia, desarroll¨® en su pa¨ªs de adopci¨®n y en su nueva lengua aprendida en la ni?ez, toda la carrera literaria. Estudi¨® en la universidad, public¨® relatos en la prensa y novelas, entre ellas, Los perros y los lobos, El baile, Jezabel o la p¨®stuma Suite francesa. Novelas muy cr¨ªticas con el rico mundo jud¨ªo, con la burgues¨ªa y los deseos desbocados de determinado tipo de mujeres -como su madre- insatisfechas, caprichosas y desaprensivas. La Suite francesa, como los cuadros de Nussbaum, narra los graves sucesos de la historia del momento, la invasi¨®n nazi de Francia y el ¨¦xodo de miles de personas desamparadas. El pa¨ªs de la libertad, la tierra de la igualdad y los derechos humanos hab¨ªa sido derrotada. La novela se salv¨® entre las pertenencias de sus hijas. En la exposici¨®n se muestra el cuaderno donde fue escrita, as¨ª como la maleta que la transport¨®.
En Francia el antisemitismo y el odio a los "forasteros" estaba arraigado. La revista L'Action Fran?aise se encargaba de difundir insidias contra los resistentes, jud¨ªos, comunistas, francmasones y extranjeros. Cuando empez¨® la deportaci¨®n de jud¨ªos en la zona ocupada, en 1942, Maurras ironiz¨® sobre ellos calific¨¢ndolos de "bestias acorraladas". Drieu La Rochelle, en su testamento, confes¨® que mor¨ªa "antisemita", y Celine escribi¨® textos vomitivos. Otros muchos escritores e intelectuales simplemente callaron.
Cuando Ir¨¨ne fue detenida en Issy-l'Ev¨ºque, en Sa?ne-et-Loire, su esposo mand¨® telegramas -se pueden ver en la exposici¨®n- a sus editores y a otras gentes, entre ellas, a P¨¦tain. Esta ingenuidad provoc¨® su propia detenci¨®n pocos meses despu¨¦s. Sus antiguos editores la hab¨ªan abandonado hac¨ªa ya tiempo, excepto el ¨²ltimo, Albin Michel. Bernard Grasset retir¨® de las librer¨ªas sus libros mientras se dedicaba a publicar panfletos colaboracionistas de La Rochelle. No contest¨® jam¨¢s a sus cartas. Fayard no s¨®lo no le pag¨®, sino que la amenaz¨® cruelmente. Ir¨¨ne fue sola al cadalso y su memoria se perdi¨® durante d¨¦cadas. Lo mismo le pas¨® a Nussbaum.
Quiz¨¢ el cuadro de Felix Nussbaum m¨¢s conocido sea su Autorretrato con pasaporte jud¨ªo (1943). Cubierto por un sombrero, con las solapas del abrigo subidas y la estrella amarilla de David cosida, muestra su pasaporte. Un alto muro lo enmarca y, sobre ¨¦l, alambradas, cuervos volando, un ¨¢rbol con las ramas tronchadas y un edificio que se asemeja al de una torreta de un campo de concentraci¨®n. Su mirada es terrible y muestra todo el pavor que debi¨® sufrir, meses despu¨¦s, cuando fue detenido. Premoniciones, siempre premoniciones en los cuadros del alem¨¢n. En el Triunfo de la muerte (1944) avanza su fin y los desastres de la guerra. Una orquesta de esqueletos tocan trompetas y violines en medio de la muerte y de los restos destruidos de nuestra civilizaci¨®n contempor¨¢nea. Nussbaum era un pintor metaf¨ªsico, expresionista, a veces surrealista, pero tuvo que variar su rumbo art¨ªstico para denunciar con sus cuadros el tiempo ag¨®nico que le toc¨® vivir. Se convirti¨®, a su pesar, en un documentalista del horror, de la sinraz¨®n, de la bestialidad. Estudi¨® Bellas Artes en Hamburgo y Berl¨ªn, y al ascender el nazismo se exili¨® en Francia, Italia y B¨¦lgica. Ambos, Ir¨¨ne y Felix, debieron temer m¨¢s por sus libros y cuadros que por s¨ª mismos. Finalmente, cuadros y libros se salvaron.
Este agujero negro que abrieron los nazis y en donde fueron precipitados los cuerpos y las almas de millones de hombres y mujeres, no debe cerrarse. Como poco, se debe contribuir sin descanso a llenarlo de memoria, comenta el franc¨¦s Onfray, al referirse a los suicidas Levi-Bettelheim-Am¨¦ry, v¨ªctimas de las tesis revisionistas y negacionistas. Este agujero negro todav¨ªa no se excav¨® del todo y, por eso, muchas d¨¦cadas despu¨¦s, a¨²n siguen saliendo a la luz las vidas y las obras de personas que quedaron sumidas en las tinieblas.
Las novelas de N¨¦mirovsky y las pinturas de Nussbaum iluminan el eclipse de la raz¨®n que produjo el nacionalsocialismo. Las vidas inmoladas de ambos muestran la impotencia de todos los lenguajes. Leyendo la Suite francesa, contemplando los cuadros de Nussbaum, es imposible decir nada, nuestro silencio lo invade todo. Los dos debieron sentir, en alg¨²n momento, el deseo de comprender. Pero ?c¨®mo comprender la infamia, c¨®mo perdonarla?
C¨¦sar Antonio Molina es escritor y fue ministro de Cultura.
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