Otro fara¨®n para la historia
Mubarak, h¨¦roe de guerra en 1973, deja el poder sin o¨ªr el mensaje del pueblo
Dieciocho d¨ªas tard¨® Hosni Mubarak en entender el mensaje de la plaza de Tahrir. La ligera sordera que le afectaba desde hace algunos a?os no explica el empecinamiento del fara¨®n. Pero despu¨¦s de casi 30 a?os al frente de Egipto, este militar que logr¨® honores de h¨¦roe en la guerra contra Israel de octubre de 1973 se hab¨ªa acostumbrado a dar por hecho el apoyo de los egipcios y hab¨ªa perdido el pulso de la calle. El destino ha querido adem¨¢s que su retirada a Sharm el Sheij, a orillas del mar Rojo, haya coincidido con el 11 de febrero, el d¨ªa que Ir¨¢n celebra el triunfo de la revoluci¨®n isl¨¢mica. El detalle a?ade una humillaci¨®n m¨¢s al forzado adi¨®s del que ha sido uno de los baluartes de la resistencia occidental al r¨¦gimen de los ayatol¨¢s.
Sostuvo una dura pugna con los islamistas y sufri¨® seis atentados
A sus 82 a?os, pensaba presentarse a las presidenciales de septiembre
El hombre que durante tres d¨¦cadas fue la cara de Egipto naci¨® en 1928 en Kufr el Musailaha, una aldea del delta del Nilo en la que su padre era un modesto funcionario del Ministerio de Justicia. Como todos los presidentes desde el golpe que acab¨® con la monarqu¨ªa en 1952, Mubarak lleg¨® a la pol¨ªtica a trav¨¦s del Ej¨¦rcito. Se form¨® como piloto militar en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. Su desempe?o en la guerra del Yom Kippur le vali¨® el nombramiento de jefe de la Fuerza A¨¦rea.
No se le conoc¨ªa hasta entonces ninguna ambici¨®n pol¨ªtica. Tal vez por ello, Anuar el Sadat le nombr¨® su vicepresidente en 1975. A Sadat le gustaba m¨¢s estar en el candelero internacional que lidiar con la rutina de las tareas de gobierno, as¨ª que poco a poco Mubarak fue ocup¨¢ndose de presidir los Consejos de Ministros, controlar el aparato de seguridad y de misiones diplom¨¢ticas que le dieron experiencia en el extranjero. Es poco conocida su participaci¨®n en las negociaciones de Camp David que sellaron la paz con Israel.
El asesinato de Sadat en 1981, a ra¨ªz de aquellos acuerdos, coloc¨® a Mubarak al frente del pa¨ªs ¨¢rabe m¨¢s poblado y el que hasta entonces hab¨ªa sido un faro para el resto. Con un instinto pol¨ªtico que pocos pod¨ªan imaginar, opt¨® por alinearse con EE UU manteniendo y defendiendo la paz con Israel, lo que le permiti¨® sacar a Egipto del aislamiento en que le hab¨ªa sumido la r¨²brica del acuerdo. Esa l¨ªnea no fue apreciada por los islamistas, con quienes tuvo una dura batalla que se tradujo en seis atentados contra su persona.
La mezcla de firmeza interior y flexibilidad exterior (para acomodar las exigencias de su aliado norteamericano) contribuyeron a una etapa de estabilidad pol¨ªtica y desarrollo econ¨®mico. Aunque su acceso a la presidencia no lleg¨® por las urnas, Mubarak revalid¨® su cargo en sucesivos plebiscitos. Los egipcios m¨¢s viejos aseguran que inicialmente prometi¨® que no gobernar¨ªa m¨¢s de dos mandatos. Si lo hizo, se le olvid¨®. Tras los referendos de 1987, 1993 y 1999, hizo un amago de abrir a la competencia la elecci¨®n presidencial de 2005.
Concurrieron una decena de candidatos, pero el resultado se conoc¨ªa de antemano. A pesar de ser un consumado deportista (la ¨²ltima vez que le entrevist¨® esta corresponsal, en 2008, a¨²n nadaba a diario), hab¨ªa apadrinado una reforma constitucional que cerraba el paso a cualquier otro aspirante a la presidencia que no fuera ¨¦l o, eventualmente, su hijo Gamal. Mubarak siempre neg¨® que fuera su intenci¨®n pasarle el testigo.
"?No va a preguntarme por la sucesi¨®n?", sorprendi¨® en una entrevista anterior. Sus asesores hab¨ªan sugerido que no se hiciera. "No somos una monarqu¨ªa. Esto es la Rep¨²blica de Egipto y no podemos establecer la sucesi¨®n a nuestro gusto", asegur¨® quitando hierro al asunto.
Era un encantador de serpientes. Aunque carec¨ªa del carisma de sus predecesores, su estilo llano y directo desarmaba a sus interlocutores. Les hac¨ªa sentirse c¨®modos trat¨¢ndoles de igual a igual y parec¨ªa disfrutar alargando las entrevistas m¨¢s all¨¢ del tiempo establecido, mientras sus asesores se pon¨ªan nerviosos y la siguiente cita esperaba paciente en la antec¨¢mara.
La mayor¨ªa de los cerca de 50 millones de egipcios que hoy tienen menos de 30 a?os no han conocido otro presidente. Y lo que es m¨¢s grave, a sus 82 a?os (solo el 0,4% de los egipcios tiene esa edad) a¨²n pensaba presentarse a las presidenciales del pr¨®ximo septiembre. O alternativamente pasar la vara de mando a su segundo hijo, Gamal, apoyado por una corte de hombres de negocios cercanos al poder. Demasiado incluso para los pacientes egipcios, que durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas han visto c¨®mo sus ingresos per c¨¢pita se estancaban en 2.155 d¨®lares, lo que descontada la inflaci¨®n significa que su nivel de vida bajaba, mientras las ¨¦lites se enriquec¨ªan sin l¨ªmite.
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