La punter¨ªa del periodista
Una idea muy com¨²n asociada con el principio de la fotograf¨ªa es que la foto del objeto se queda con su alma. El objeto se expone y al ser captado, la c¨¢mara absorbe su vida interna y, al cabo, queda desanimado. La naturaleza muerta de los bodegones estar¨ªa detr¨¢s de esta concepci¨®n animista y letal. Acribillar con la c¨¢mara o con una escopeta el hermoso cuerpo de una actriz ser¨ªa obtener esquirlas o fragmentos de esa actriz, partes de su anatom¨ªa, escogida y satinada en el papel fotogr¨¢fico. Resultados, sin duda, sorprendentes que revelan la obviedad tradicional de haber sido efectivamente revelados.
De este modo, la fotograf¨ªa ha expresado, desde los tiempos de Paul Strand, por ejemplo (1890-1976), escenas de una expresividad caracter¨ªstica, Estampas de la realidad, pero llevadas a una intensidad que, en casi todos los casos, han trascendido lo visible a lo ideol¨®gico y la materia a su imago. Se trata, en suma, de efectos que la c¨¢mara consigue gracias a su gran capacidad para convertir una parte de lo invisible en una parte de lo real y lo real en diferencia.
La fotograf¨ªa period¨ªstica fija el presente, acelera su instante y lo lanza hacia el futuro
Todo el desarrollo de la fotograf¨ªa art¨ªstica abri¨® un ¨¢ngulo de elaboraci¨®n que, tras un siglo de existencia, ha compuesto ya un universo y un arte propios. Un ojo de artista que ve a su antojo y representa al mundo en trampantojos. De un golpe, a simple vista, la foto solo har¨ªa reflejar la realidad pero, en segundas nupcias, el proceso crea una ruptura que contiene la conciencia, la intenci¨®n o la creatividad del autor. Autor y artista puesto que no depende su trabajo tan solo de la mec¨¢nica, la electr¨®nica o la qu¨ªmica sino de su po¨¦tica.
Esta po¨¦tica est¨¢ tambi¨¦n presente en la fotograf¨ªa period¨ªstica, pero difiere de la art¨ªstica en que la finalidad no radica en la interpretaci¨®n, sino en la exactitud directa. Como el periodismo escrito, la noticia rigurosa y verdadera ser¨¢, por antonomasia, la buena noticia. La foto art¨ªstica tiene por destino recrear su mensaje, pero la buena foto period¨ªstica deber¨ªa alcanzar el punto en que la entrega del objeto fotografiado calca la misma verdad que dicta el objetivo.
Nunca podr¨¢ alcanzarse este ideal y, por a?adidura, cada c¨¢mara posee su personalidad que tambi¨¦n sale en la foto. Pero hay algo, sin embargo, que representa muy bien la exposici¨®n de Ra¨²l Cancio estos d¨ªas en la estaci¨®n del metro del Retiro de Madrid (hasta el 24 de febrero) y es la diferencia entre la velocidad trascendente de la toma.
Toda foto com¨²n, sea porque sin querer mata, sea porque sin querer fija un pasado, despide un aire funerario. Un aire de pret¨¦rito enlutado bien representado en las fotograf¨ªas que se reclinan sobre las tumbas e incluso en las que se exponen, como memorias de difuntos, en las estanter¨ªas. La fotograf¨ªa com¨²n, familiar y tur¨ªstica, fija y factura el tiempo vivido. La fotograf¨ªa art¨ªstica salta hacia la posible eternidad. La fotograf¨ªa period¨ªstica, sin embargo, fija el presente, acelera su instante y lo lanza hacia el futuro. Los gestos, las pugnas, las posturas, los accidentes y los retratos del superRa¨²l Cancio consiguen el prodigio de conceder a lo captado no una falsa vida adicional sino hist¨®rica.
Ocurre, pues, que si los personajes son acribillados, como siempre hacen los fot¨®grafos de prensa (y los otros), en alg¨²n momento una bala period¨ªstica no se queda dentro y se lleva consigo velozmente el cuerpo vivo del herido. Esas mejores fotos de las que est¨¢ compuesta la exposici¨®n son en general de esta misma clase. Fotos que no han matado, marchitado o desanimado al sujeto, sino que lo han impactado y, en tal punto, que los hace aullar de autenticidad y de luz para llegar a inscribirse en una actualidad sin tiempo.
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